Sete Gibernau, la primera gran némesis de Valentino Rossi

El español fue el pionero en cuestionar la hegemonía del italiano en MotoGP

Nacho González

Sete Gibernau, la primera gran némesis de Valentino Rossi
Sete Gibernau, la primera gran némesis de Valentino Rossi

Hace poco, aprovechando un artículo en recuerdo al japonés Norick Abe, sosteníamos la idea de que no es necesario ser campeón del mundo para entrar en la historia del motociclismo. Puede que los libros y las bases de datos sólo recuerden a los vencedores, pero el cerebro del aficionado tiene un lugar de honor reservado a los grandes vencidos.

Ahí es donde entra en escena la figura de Sete Gibernau, quizás el piloto más carismático de las últimas décadas de entre los que nunca lograron un título mundial... con permiso de Randy Mamola, por supuesto. Como sucede con Abe, la figura de Gibernau va mucho más allá de los guarismos y, como tantas otras, su historia se escribe tal y como fue concebida: en términos de oposición.

Porque es innegable que recordar a Sete dirige de forma inconsciente el pensamiento hacia otro piloto: Valentino Rossi. El italiano, que durante la primera década del siglo XXI estableció una casi incuestionable hegemonía, venía de reducir a cenizas la tan vendida rivalidad transalpina con el tetracampeón del cuarto de litro, Max Biaggi, al que apabulló sin piedad tanto con las dos tiempos de 500cc como con las cuatro tiempos de MotoGP.

Entre 2001 y 2002, Rossi venció 22 de las 32 carreras disputadas –once en cada temporada-, quedando las otras diez repartidas entre cuatro pilotos: cinco para Biaggi, tres para Alex Barros, una para Tohru Ukawa y una para Sete Gibernau, que probó las mieles del triunfo por primera vez en el Ricardo Tormo durante el Gran Premio de la Comunidad Valenciana en 2001, su única victoria en 500cc y la última de Suzuki en dicha categoría.

Más adelante vendrían los que se acabarían convirtiendo en sus verdugos –Casey Stoner, Jorge Lorenzo y Marc Márquez-, pero es indudable que el primer gran desafío de Valentino Rossi fue Sete Gibernau, que demostró que se podía mirar a los ojos a Valentino Rossi y vencerle, aunque fuera de forma parcial.

El porcentaje ganador de Rossi en esos dos años fue del 68,75%. Un dato arrollador que durante las dos temporadas siguientes bajó al 56,25% (18/32). Una disminución moderada pero que tuvo un gran culpable: de las 14 victorias que dejó escapar Il Dottore, hasta ocho fueron a parar a manos de Gibernau –ya con Honda-, por tres de Biaggi, dos de Makoto Tamada y una de Loris Capirossi.

La regularidad de Gibernau obligo a Rossi a subir su nivel para mantener su racha victoriosa

Y no sólo fueron las victorias. En esas dos temporadas, con el 74 de Daijiro Kato como fuerza motora de su RC211V, Gibernau sumó un total de 20 podios, manteniendo una regularidad que ninguno de los rivales previos de Rossi había exhibido nunca, obligando de esa forma al italiano a subir su nivel para mantener su imparable racha victoriosa.

Antes de aquello, Gibernau no había logrado brillar especialmente en el cuarto de litro, pero en el medio litro sí había logrado cuajar buenas temporadas, especialmente un 1999 donde el título de su compañero Álex Crivillé dejó en segundo plano su gran año, acabando quinto del mundial con cuatro podios.

Tras haber pasado de Yamaha a Honda y de Honda a Suzuki, retornó a la marca del ala dorada para convertirse en la primera némesis de Rossi. El primer piloto que no se conformó con el sueño de derrotar al mito italiano sino que intentó hacerlo realidad… y que no estuvo tan lejos de lograrlo, especialmente en 2004 tras la carrera de Losail.

Su novena victoria, en Qatar 2004, fue la de la esperanza, pero acabó siendo la última de su carrera

Su victoria ante Colin Edwards y Rubén Xaus, sumada al abandono de Rossi, le dejaban a sólo 14 puntos de Vale con tres carreras en juego. Quién le iba a decir que el pronóstico de un enfadado Rossi se cumpliría y la de Qatar sería su última victoria.

Pero lo fue. Ahí acabó todo. Rossi arrasó en las tres últimas carreras del año y Sete apenas pudo escoltarle en una de ellas, teniendo que conformarse con conseguir su segundo y último subcampeonato. Qatar había sido la victoria de la esperanza, pero se acabaría convirtiendo en el epílogo de su ristra de triunfos, detenido ya para siempre en nueve.

Pudo llegar el décimo en la apertura de 2005 en Jerez, pero todo el mundo sabe lo sucedido en la curva Ducados. Rossi se lanzó al interior, echó fuera a Sete en una maniobra cuanto menos dudosa y le privó de una victoria que le hubiese dado un espaldarazo moral. No ganó en todo el año, sumando apenas tres segundos puestos más. En todos ellos, el vencedor fue Rossi, que se llevó el título sin oposición.

Con inicio en Yamaha y final en Ducati, el camino de Sete fue cincelado en Suzuki y firmado con la pluma dorada de Honda.

Sete apenas fue séptimo en la general final, y en busca de una reinvención casi obligada partió rumbo a Ducati. Con la marca de Borgo Panigale acarició el cajón en varias ocasiones, pero no logró pisarlo y decidió colgar el casco. Retornaría en 2009 también con Ducati, pero ni la mecánica ni su físico le acompañaron y echó el telón definitivo a su trayectoria.

Un camino de más de una década, con inicio en Yamaha y final en Ducati pero cincelado en Suzuki y firmado con la pluma dorada de Honda, con la que durante dos inolvidables temporadas dibujó un 15 y lo elevó a los altares del motociclismo, quedándose muy cerca de alcanzar a aquel 46 al que los demás sólo observaban boquiabiertos.