La cuenta atrás para el adiós de Valentino Rossi ya ha comenzado de forma oficial. En poco más de tres meses, la persiana del box del Petronas Yamaha SRT se cerrará y el paddock de MotoGP no volverá a ver al italiano enfundado en su mono, ajustándose la ropa interior mientras sale de la calle de garajes.
Los llantos de sus aficionados se mezclarán entonces con los cantares de gesta y las hagiografías en los medios, tratando de poner en palabras una historia de leyenda que se transmitirá de generación en generación. Personas que todavía no han nacido sabrán perfectamente quién fue Valentino Rossi y cuántos títulos y victorias logró, tal y como hoy conocemos los de Giacomo Agostini, Mike Hailwood o Ángel Nieto.
El próximo mes de noviembre se avivará el siempre abierto debate sobre quién es el mejor piloto de la historia. Un debate sano si se enfoca bien pero absolutamente estéril: jamás habrá un acuerdo. Son tantas las variables que influyen que comparar pilotos de distintas épocas es absolutamente baladí.
Sin embargo, desde una perspectiva lo más objetiva posible, sí se puede asegurar que Valentino Rossi es, al menos hasta la fecha, el piloto más importante de la historia del motociclismo. El que llevó el deporte más bonito del mundo a una nueva dimensión, colándose por las rendijas de toda la faz de la tierra.
Hay muchas personas que jamás han visto una carrera de motos, pero saben perfectamente quién es Valentino Rossi. Aquí es donde adquiere el sentido la comparación con otras leyendas como Michael Jordan, Diego Armando Maradona, Simone Biles, Usain Bolt, Ayrton Senna, Serena Williams, Michael Phelps o Muhammad Ali. Son más populares que sus propios deportes.

Es el mayor símbolo del motociclismo, tanto en el sentido literal como el metafórico; hasta el punto de conseguir que toda la afición tenga algo que se conoce como sinestesia. Una variación no patológica de la percepción humana por la que se experimentan de forma automática e involuntaria la activación de una vía sensorial o cognitiva adicional en respuesta a estímulos concretos.
La sinestesia es una capacidad que tienen muy pocas personas por la que se mezclan o combinan sentidos: algunas saborean colores, otras otorgan personalidad a las letras, las hay que ven formas al escuchar música o sonidos, pero la más habitual de todas es la de ver las letras, los números o las palabras de un determinado color.
Pese a que el porcentaje varía según el estudio que se consulte, es una pequeña parte de la población la que experimenta algún tipo de sinestesia. En el motociclismo, Valentino Rossi ha conseguido elevarlo al 100% de la afición.
Si dos personas desconocidas se encuentran, no hace falta mencionar su nombre ni exhibir cualquiera de sus logos. Basta con formular al aire una pregunta muy sencilla:
- ¿De qué color es el número 46?
Si la otra persona responde ‘amarillo’, ambas sabrán de forma inmediata y sin ningún temor a equivocarse que no les va a faltar tema de conversación durante las horas siguientes.
Esa sinestesia compartida es el mayor legado que deja Valentino Rossi.
