La Bañeza y su particular GP de Velocidad huelen a historia del motociclismo español por todos sus rincones. En sus calles, jóvenes audaces en su día, figuras de talla mundial en la actualidad, se han «jugado el bigote» entre bordillos y balas de paja desde que a finales de los años ’50 echase a andar esta hoy singular competición. Cinco décadas que han dado para mucho y han hecho del GP de La Bañeza la carrera decana de la velocidad española.
Una pequeña y particular Isla de Man que se yergue no en el Mar de Irlanda, sino en los páramos de la meseta castellana, y que nos traslada a los tiempos en los que los circuitos de velocidad tal y como hoy los conocemos eran algo atípico, de la misma forma que en la actualidad lo es este urbano. Años en los que los hospitalities eran furgonetas Ebro en el mejor de los casos, los motorhomes tenían forma de tienda de campaña, el catering era sinónimo de bocata y el chattering se arreglaba dando aún más gas. Otros tiempos, pero la misma razón de ser: la adictiva adrenalina y el ansia de victoria.
Para esta sonada ocasión, el Moto Club Bañezano estaba dispuesto a echar el resto y a fuerza de trabajo, pasión y horas robadas al sueño han conseguido ofrecer a la marabunta de miles y miles de aficionados que abarrotaron las calles de la localidad leonesa, un par de jornadas memorables de motociclismo.
No faltaron a la cita ilustres apellidos que, con la misma ilusión con la que volaron en su día –literal, ya que hace años el circuito incluía un cambio de rasante en el que se saltaba- trazando entre alcantarillas y baches mientras apuntaban con sus máquinas no hacia pianos, sino hacia bordillos, quisieron rendir su homenaje subiéndose de nuevo a sus Derbi, Motobecane, Ossa, Lube, Montesa, Bultaco, para saludar a los presentes en la Manga de Campeones del domingo. Un perfecto colofón sin duda a unas sensacionales bodas de oro en las que tampoco faltaron atracciones lúdicas para todos los gustos.
Clásicas 2T: Debutante de bronce
Tras las oportunas verificaciones técnicas no exentas de disputas sobre si ese puente de horquilla no es original, o si ese cambio tiene seis y no cuatro velocidades, las primeras en salir a «pista» fueron las Clásicas 2T, divididas en dos grupos debido a la gran inscripción.
En la parrilla sólo había hueco para 35 pilotos, por lo que no había que descuidarse y aprovechar los quince minutos de la tanda para asegurarse un buen crono. Y aquí llegó la sorpresa, porque un debutante, el toledano Antonio Herrera, a lomos de una Bultaco, sería el más rápido con un crono de 1’22.979. El padre de la rapidísima piloto de la Cuna de Campeones Bancaja, María Herrera, fue el único capaz de bajar de 1’23 -tanto en los entrenos como en la carrera-, y, junto con los alicantinos Jorge Cabanes (Bultaco) y Joaquín Orts (Bultaco), y el valenciano Moisés Giménez (Ossa) formarían la primera línea de cara al domingo.
Sin embargo, ganar a la primera en La Bañeza no es fácil, y Herrera, penalizado por una mala salida que le dejó sexto en el primer paso por línea de meta, no tuvo opción de disputar la victoria a Cabanes, que, saliendo como un obús, lideró la totalidad de las 10 vueltas y se quitaba así el mal sabor de boca del año pasado, en el que rompió el motor en el warm up. Segundo fue Moisés Giménez sobre su preciosa Ossa número 41 y tercero el propio Herrera. Mientras, Joaquín Orts debía abandonar en la tercera vuelta y Joaquín Batlle (Montesa) y Antonio Torres (Bultaco) protagonizaban sendas remontadas desde la cuarta y quinta línea de parrilla hasta finalizar en la quinta y sexta posición final, respectivamente, justo tras el castellonense Miguel Ginés (Ossa).
Clásicas 4T: Recompensa
En Clásicas 4T, también hubo recompensa a la desdicha de ediciones pasadas en la figura del madrileño Juan Martín. El piloto de San Martín de Valdeiglesias esta vez no tuvo que vérselas con Pepín Sanmillán y su rugiente Ducati no le dejó en la estacada como en la edición pasada, cuando lideraba la prueba. Esta vez, Martín dominó en entrenamientos con 1’26.665, pero sólo 0.073 segundos por delante del salmantino Alfonso Serrano y su Norton.
La cosa parecía que iba a ser un duelo entre ambos, ya que el tercer clasificado, Anthony Michael (Selley 500) se quedaba a casi 3 segundos de la cabeza, y Miguel Matarredona (Ducati) completaba la primera fila ya a 3.350 segundos. Pero era sólo una sensación engañosa, ya que muchos pilotos se vieron sorprendidos por la bandera roja en los cronometrados, fruto de una caída y consiguiente reguero de aceite por gran parte de los 1.750 metros del recorrido, por lo que no estaba todo sentenciado. Y así fue. Si bien Juan Martín tomó las riendas desde el inicio, no fue Serrano, que se tuvo que contentar con la séptima plaza, sino el leonés Ricardo Escobar (Ducati), quien inquietó al de Ducati en el último tercio de carrera, entrando a menos de un segundo.
Más atrás, ya a 12 segundos entraría J. Bruno Heres (Ducati), con sólo 4 décimas sobre Javier López Cuervo (Ducati), que hizo un carrerón ya que arrancaba desde la posición 17ª en la parrilla.
125 GP: Riesgo necesario
Y como si de un salto en el tiempo se tratase, las 125 GP pusieron el broche a esta fiesta del motociclismo clásico y moderno. Los pilotos de las pequeñas «octavo de litro» tuvieron que ponerse las pilas para hacer frente al warm up, cronometrados y carrera todo ello concentrado en la mañana del domingo, debido a la anteriormente mencionada bandera roja durante los cronos del sábado por la tarde en Clásicas 4T. Daniel Sáez, vencedor en 2008 salió dispuesto a revalidar victoria con su Aprilia.
El alicantino parecía ser el más rápido el sábado, pero sus rivales hicieron ajustes en sus motos de cara al domingo que dieron sus frutos: Dani saldría desde la pole, pero con cuatro pilotos junto a él separados por menos de un segundo, y entre ellos, los rápidos Belloso, Callejas y Risueño y el ex mundialista Manuel Hernández Jr. Se avecinaba una preciosa lucha a 17 vueltas y así fue. Sáez tomaba la delantera de inicio, mientras Manuel Hernández iba remontando posiciones a costa de Callejas, quien finalmente no pudo terminar la carrera, Risueño y Belloso, quien se engancharía a la zaga del Murciano en su progresión.
Cuando faltaban pocos giros para el final, Hernández, como explicaría después, decidió que para alcanzar la gloria debía tomar «quizá un poco más de riesgo del que debiera» y dio caza a Sáez, quien cometió algún fallo al verse presionado y acabó cediendo el liderato e incluso posteriormente se iría al suelo. El «poleman» fue alcanzado por Belloso y Risueño, y los tres entraron en meta en el mismo segundo, quedando este último apeado del podio.