La DGT endurece las pruebas médicas y los test para renovar o sacarse el carné de conducir

La DGT actualiza, y endurece, el protocolo para la realización del reconocimiento médico necesario para la renovación del carné de conducir. Estas son las novedades.

La DGT endurece las pruebas médicas para renovar el carné de conducir
La DGT endurece las pruebas médicas para renovar el carné de conducir

Todos los conductores que van a sacarse o renovar el carné de conducir deben pasar obligatoriamente un reconocimiento médico. Este examen médico se realiza en los Centros de Reconocimiento de Conductores (CRC) y consta de una serie de pruebas psicofísicas (pruebas de aptitud visual, reflejos y capacidad auditiva) que determinarán si el conductor es o no apto para conducir.

Y así ha sido desde 2007. Pero este 2023 la DGT han entrado en vigor una serie de cambios en el Protocolo de Exploración Médico-Psicológico para los CRC, que fue actualizado el verano pasado. Según la DGT, este nuevo protocolo, además de servir de guía y “unificar y armonizar los criterios seguidos en la evaluación de los conductores”, pretende “dar un nuevo enfoque centrado en facilitar la labor de cribado, ofrecer criterios y puntos de corte para simplificar la toma de decisiones sobre la aptitud y potenciar la intervención preventiva del CRC trabajando el consejo preventivo”.

Así es el nuevo reconocimiento médico

Para Enrique Mirabet, médico de un CRC, “Los avances médicos y de la ingeniería del automóvil hacen que los criterios de riesgo vial varíen, permitiendo una conducción más segura en situaciones de salud que, antes, presentaban problemas para considerar que el riesgo era asumible”.

Este nuevo protocolo detalla todos los procedimientos que el profesional del CRC debe aplicar para evaluar a quien quiera obtener o prorrogar un permiso o licencia de conducir: anamnesis general, observación del aspirante (aspecto físico, aseo, forma de caminar, uso de ayudas…), percepción de riesgo, recogida de datos personales, exploración básica (visión, audición, cardiovascular, psicológica…). Para ello ofrece modelos para realizar la historia clínica, fórmulas para calcular índices, puntos de corte para criterios (por ejemplo, la agudeza visual en función del permiso al que aspire) e incluso uso de códigos de restricción en función de la discapacidad.

Según Mirabet, este protocolo “cambia el significado del procedimiento de valoración, dándole un sentido mucho más preventivo, dirigido a la concienciación y sensibilización del riesgo vial”. Así, al diferenciar capacidad y condición médica “se valora en base a la exposición al riesgo. Es decir, que se evalúa el riesgo atendiendo a las características como conductor (para qué, cuánto y cuándo conduce)”.

Y pone un ejemplo: “En caso de presbicia con buena agudeza visual de lejos, el conductor no tiene obligación de conducir con corrección óptica (gafas o lentillas), pero se aconseja valorar, consultando con el óptico u oftalmólogo, el uso de lentes progresivas para tener una buena lectura de la información que ofrecen velocímetro, GPS… Así –concluye– los conductores percibirán el trabajo de los CRC como una intervención dirigida a la prevención de siniestros viales, no como una intervención sancionadora… Para ello es necesario un arduo trabajo de concienciación”.

 

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