La Grand Prix Commission ha fulminado el carné por puntos de MotoGP, implantado en la temporada 2013. Consideran que ya cuentan con los tipos de sanciones suficientes como para no necesitar el sistema de avisos, sumas de puntuación y caducidades de 365 días.
El propósito del carné por puntos era encomiable, sin ninguna duda. Se trataba de un loable intento de, por un lado, unificar el criterio en la aplicación de sanciones y su simetría respecto a las infracciones; así como de, por otra parte, penalizar la reincidencia de pequeños exabruptos en pista.
Un sistema sencillo en el papel, con tres niveles de sanciones, si bien dos desaparecieron pronto: el de salir último al sumar cuatro puntos y el de salir desde pit lane al acumular siete; quedando sólo el castigo mayor: un gran premio de ausencia al alcanzar la decena.
Unas modificaciones surgidas a raíz de algunos sinsentidos producidos por el peculiar sistema. Concretamente, hay que remontarse a la temporada 2015 para encontrar el que probablemente sea el caso más flagrante de ineficacia del cacareado carné por puntos.
Cuando pudo mostrar su eficacia, se vio claro que lo que se decidía era la sanción, y después se calculaban los puntos necesarios.
Y no, no se trata de la sanción a Valentino Rossi en plena disputa del título, si bien aquello también demostró la arbitrariedad del puntaje aplicado en cada caso. Al italiano se le aplicaron tres puntos por la consabida acción con Marc Márquez en Sepang... que unidos al punto que arrastraba por estorbar a Jorge Lorenzo unos meses antes en Misano, le hicieron salir último en Valencia.
LA INVERSIÓN DEL PROCESO
Se infiere claramente que, en aquel momento, no se valoró si la acción de Rossi era merecedora de dos, tres o cuatro puntos. Resulta bastante evidente que lo que se decidió primero fue el castigo -que saliera último en Valencia- y, sabiendo los puntos necesarios para tal fin, se le aplicaron exactamente los necesarios.
Sin embargo, el caso más claro sucedió a comienzos de dicha temporada, en el Gran Premio de España disputado en el Circuito de Jerez. Y sucedió una vez terminada la carrera de Moto3, cuando un piloto decidió tomarse la justicia por su mano en una de las acciones más feas que se recuerdan.
Molesto por algún lance de carrera anterior -donde luchaban por la 17ª posición-, una vez caída la bandera el checo Karel Hanika se fue a por el español Juanfran Guevara, que saludaba despreocupado a unas gradas plagadas de compatriotas. Hanika embistió a Guevara y le tiró al suelo, con una fractura de clavícula como consecuencia. Como si nada, Hanika siguió su vuelta de honor (?) mientras Guevara se retorcía de dolor en el suelo.
EL CASO KAREL HANIKA
No hacía falta la existencia de un carné por puntos para saber que esa acción atentaba directamente contra la más pura esencia del motociclismo, y las redes hervían barruntándose cuántos grandes premios dejarían sin correr a Hanika. Evidentemente, ambos fueron llamados a declarar.
Nadie dio crédito a la sanción, cuando finalmente se conoció. Cinco puntos. Cinco. Unidos a dos que ya traía -se repite aquí el caso de aplicar el número de puntos en función de los previos-, alcanzaba los siete que le hacían salir desde el pit lane en Le Mans. Una carrera que Guevara vio desde su casa.
Rossi-Márquez y Hanika-Guevara. Dos momentos donde el carné por puntos tuvo un protagonismo especial y en los que, además de no dejar contento a nadie, quedó sobradamente demostrado que no eran los puntos los que dirimían la sanción, sino la sanción la que definía el número de puntos.
Dice la GP Commission que los puntos "ya no hacen falta". Dado que sólo quedaba vigente la sanción de 10 puntos, y que no hace falta ningún número para mandar a un piloto a ver una carrera desde su casa, parece evidente que no, que ya no hacían falta.
Es más, a tenor de lo visto en estas últimas cuatro temporadas, en las que han dado más polémicas que eficacia, cabe preguntarse si realmente alguna vez hicieron falta.