No hay silencio más puro que el de un desierto en calma. Es un silencio que se puede escuchar con los ojos. No es una sinestesia al azar, es real: si se deja la mente en blanco y se fija la mirada en la imagen de un desierto -con su manto arenisco y, sobre una arista sin punto de fuga, una cobertura azul-; la mente escucha silencio. La mente ve el silencio.
Una relación de causalidad que surge de lo más primario del cerebro: si nada hay en la imagen, nada puede sonar. Así vemos el silencio. De igual forma, si sustituimos la parte celeste de la imagen de ese desierto en calma por la de un relámpago, suceden dos cosas, relacionadas entre sí: sabemos que no muy lejos del idílico paisaje ha caído un rayo y, como sucediera en el supuesto anterior con el silencio, podemos ver el trueno.
Si pasamos ahora a sustituir la mitad inferior de esa instantánea desértica por los focos del Losail International Circuit, podemos seguir con una cadena de sinestesias más selectas, sólo a disposición de aquellas personas cuyos cinco sentidos entienden el idioma de los motores y las dos ruedas: podemos ver el rugido de los motores de cuatro tiempos, escuchar la gasolina, tocar rebufos con las yemas de los dedos e, incluso, oler cómo se apaga el semáforo.
Ese rayo sólo puede significar una cosa: MotoGP 2017 ya está aquí.
Como cada año, es la noche catarí el decorado sobre el que los focos van proyectando estrellas, que se van uniendo en constelaciones hasta formar lo que parecen ser números. Cinco números.
Cinco números que para la mayoría de la población no son nada más que dígitos aleatorios, pero que recitados –en cualquier orden- alcanzan pleno sentido para ese selecto club de personas que además de ver rugido de motores, escuchar gasolina, tocar rebufos y oler semáforos, también –y valga aquí la redundancia- sabemos a qué sabe un número.
CINCO NÚMEROS, CINCO ESTRELLAS
Cinco números que podrían ser la combinación de alguna caja fuerte o el resultado de un futuro de sorteo de lotería, pero que son mucho más que todo eso. Son las cinco estrellas de MotoGP 2017:
93 - MARC MÁRQUEZ: El primer número en formarse no es otro que el 93 de Marc Márquez. La estrella más brillante del cielo actual de MotoGP quiere seguir manteniendo su sitio de honor, pero para ello tendrá que sacar a relucir toda su luz desde la noche de Losail para seguir siendo visible en el atardecer de Valencia.
25 - MAVERICK VIÑALES: El último número en llegar es el 25 de Maverick Viñales, pero lo ha hecho con tal luminiscencia que se ha ganado aparecer en el primer plano. Con la potencia de su brillo fuera de toda duda, tendrá que demostrar que es capaz de mantener la claridad cuando lleguen los momentos más oscuros.
99 - JORGE LORENZO: Con luz algo más intermitente, se dibuja entre ambos el 99 de Jorge Lorenzo. Acostumbrado a dejar una estela de luz azul tras de sí, ha cambiado el prisma y está buscando la forma de emitir rayos infrarrojos con la misma potencia y, sobre todo, con el imperturbable chorro de luz que le caracteriza.
46 - VALENTINO ROSSI: Desde la penumbra, agazapado, se forma –en amarillo, por supuesto- el 46 de Valentino Rossi. Otrora deslumbrante foco, desde hace años se ha acostumbrado a subsistir entre linternas con la ilusión como inagotable batería, que le permite seguir siendo perfectamente visible en un cielo que siente suyo.
26 - DANI PEDROSA: En último lugar y con un haz de luz algo más tenue que los demás, se ve aparecer el 26 de Dani Pedrosa. Llamado en su día a iluminar MotoGP por encima del resto, son demasiadas ocasiones las que se le ha visto titilar como un frágil candil, pero jamás ha llegado a apagarse su vela: su llama sigue viva.
SATÉLITES Y OTROS ASTROS
Las cinco estrellas no están solas. A su alrededor, otros 18 cuerpos celestes escoltan su presencia, emitiendo un brillo propio y con sus propias conexiones, siempre con el objetivo común de pasar algún día a ocupar un puesto de privilegio en el firmamento de MotoGP.
Del rojo al azul ha pasado Andrea Iannone, quizá el más intermitente de todos; contrapunto de su antiguo compañero Andrea Dovizioso. Además de ellos, entre las luces oficiales se encuentran Aleix Espargaró, las anaranjadas luces de Pol Espargaró y Bradley Smith; y, con las pilas cargadas, Álex Rins y Sam Lowes.
Paralela es la presencia de los satélites, donde luce más que ninguna la figura de Cal Crutchlow, dueño de un particular trono que amenaza, entre otros, Álvaro Bautista. Todo ello sin perder de vista a Danilo Petrucci, Scott Redding, Héctor Barberá, las nuevas luces negras de Jonas Folger y Johann Zarco, los flechas plateadas de Jack Miller y Tito Rabat o aquellos que tratan de brillar con las linternas más desfasadas: Loris Baz y Karel Abraham.
El cielo ya no puede esperar, al menos el cielo de MotoGP 2017. Cada aficionado ya ha elegido su color. O no exactamente, porque el color no se elige: “Todo es del color de la luz que recibe”.
Y tú, ¿ya has elegido luz?