El Gran Premio de Australia, décimo séptima cita de la temporada 2018, dejó tres carreras impresionantes en Phillip Island.
Albert Arenas venció ante Fabio Di Giannantonio y Celestino Vietti en Moto3. Brad Binder se llevó el triunfo frente a Joan Mir y Xavi Vierge en Moto2. Por último, en MotoGP la victoria fue para Maverick Viñales por delante de Andrea Iannone y Andrea Dovizioso.
Durante el fin de semana has tenido en motociclismo.es toda la información sobre lo sucedido en la pista a lo largo de entrenamientos y carreras, así como las principales noticias y las declaraciones de los protagonistas. Ahora es el momento de hacer un análisis más reposado en forma de píldoras. Son diez pequeñas dosis, con la velocidad como principio activo, la gasolina como excipiente y sin efectos secundarios descritos. Posología al gusto, aunque se recomienda tomar todas de golpe.
PÍLDORAS MOTO3
Saltar del enjambre
Es difícil explicar lo sucedido en la carrera de Moto3. El espectáculo que supone ver a más de 20 pilotos estirados en recta hasta comprimirse a lo largo haciendo filas de 5-6 pilotos en paralelo como si fuese un enjambre de abejas moviéndose al unísono. Pasó en cada vuelta, sobre todo al final de la penúltima. Allí Albert Arenas contó con un punto de suerte y estuvo más listo que nadie para apurar la frenada de la curva uno y tomar la delantera en el único momento que realmente importaba: el giro final. Una vez allí optó por no mirar atrás y funcionó: la lucha se desarrolló a su espalda y por primera vez cruzó la meta en primera posición para lograr su segunda victoria.
Moneda de canto
Jorge Martín y Marco Bezzecchi han polarizado el protagonismo de la categoría a lo largo de todo el año turnándose en lo alto de una general que ha recibido una sacudida prácticamente cada carrera. En Australia, Bezzecchi tuvo la mala suerte de ser derribado por Gabri Rodrigo, mientras que Jorge Martín sólo lo aprovechó a medias, ya que entró en el giro final con opciones de victoria pero estuvo a punto de caer y sólo fue quinto. Por momentos parece que el campeón lo decidirá una moneda al azar: cara Martín, cruz Bezzecchi. Sin embargo, es una moneda con tres caras, donde Fabio Di Giannantonio se ha colado sin hacer ruido y, con su segunda posición, está decidido a hacer que la moneda de Moto3 2018 acabe cayendo de canto.
Veni, vedi, Vietti
La ¿excesiva? democratización que supone que más de 20 pilotos conformen el grupo delantero gracias a los rebufos permite que pilotos cuyo ritmo es claramente inferior al de los punteros cuenten con opciones de pelear por todo si consiguen estar en el sitio idóneo en el momento adecuado. Y bueno, eso fue lo que le pasó al jovencísimo Celestino Vietti, que está teniendo un año decepcionante en el Mundial Junior de Moto3 pero que saltará al Mundial en 2019, y al que el perro de Nicolò Bulega permitió debutar en Japón y repetir en Australia, donde se encontró segundo al inicio del giro final, donde aguantó lo mejor que pudo y, tras ser superado por ‘Diggia’, se coló en un tercer puesto que no olvidará jamás. A lo Julio César: Veni, vidi, Vietti.
PÍLDORAS MOTO2
Is this Moto3?
Hace años se viralizó un vídeo donde un niño, sentado en el asiento trasero de un coche y visiblemente anestesiado tras una visita al dentista, literalmente flipaba y repetía la pregunta ‘Is this real life?’. Una expresión similar se dibujaba en los espectadores españoles, algo anestesiados por el horario, al ver a un grupo de casi una decena de pilotos repartiéndose hachazos sin piedad… en Moto2. La carrera se jugaba al puro estilo Moto3, así que no era extraño que la victoria se jugase entre los dos últimos campeones de la misma, habituados a ese tipo de junglas. Finalmente, 36 milésimas permitieron a Brad Binder superar a Joan Mir, que acarició su primer triunfo en Moto2 y el primero para España en la categoría en 2018.
Desvío al podio
Ninguno de los dos ha pasado por el Mundial de Moto3, pero los dos están ya en el grupo importante de Moto2. Xavi Vierge y Augusto Fernández están dejando patente, como ya hiciera Franco Morbidelli, que hay más de una ruta para llegar al podio de Moto2. Ambos proceden del FIM CEV Moto2 y han tenido que tomar más de un desvío sobre el camino preestablecido, pero están llegando. Uno ya es habitual de la zona alta y ya ha probado más veces el sabor del champán mundialista, el segundo está dando el paso que le separaba la misma y se quedó a milésimas de estrenarse en el cajón, pero llegará. Ah, y tras ellos entró Luca Marini, otro ya habitual de la zona y que también vino del FIM CEV Moto2.
Atenazados
Son los únicos pilotos que han puntuado en todas las carreras y el podio es su hábitat. Pecco Bagnaia llevaba seis carreras seguidas sin bajarse del cajón, de las que Miguel Oliveira sólo se había quedado fuera en una. Sin embargo, en Australia han sido meras sombras de sí mismos. Clasificaron mal y, tras una tímida remontada inicial, se fueron viendo absorbidos por rivales que normalmente sólo les ven en los dos primeros giros. Finalmente Oliveira fue 11º y Bagnaia 12º… y gracias, porque se cayeron hasta cuatro pilotos que por ritmo hubiesen terminado delante. Totalmente atenazados por la presión del título. Y claro, sale ganando Bagnaia, que pierde un punto pero ve cómo queda una carrera menos. Oliveira necesita un milagro.
PÍLDORAS MOTOGP
Mensaje a gritos
Si tengo buena moto puedo ganar, repite como un mantra Maverick Viñales prácticamente cada fin de semana. Una extraordinaria confianza en sí mismo que durante el último año y medio le ha granjeado algunas críticas, pero que no ha variado un ápice su discurso. Lo que sucede es que en el motociclismo las palabras sirven para rellenar tiempo y espacio entre que cae la bandera a cuadros de una carrera y se apaga el semáforo de la siguiente. Los mensajes que perduran en el tiempo son los que se emiten lejos de los micrófonos, en pista. En Phillip Island, el de Rosas empleó su M1 como si fuese un altavoz y se llevó una victoria incontestable para gritar, en el idioma del motor, el mismo mensaje de siempre.
Cuenta pendiente
Cuando Ducati anunció el fichaje de Jorge Lorenzo, se generó de inmediato una especie de competición por ganarse la renovación entre Andrea Iannone y Andrea Dovizioso. Fue elegido el segundo, que desde entonces ha cosechado sus mejores resultados en MotoGP. Mientras tanto, el otro se fue a Suzuki, donde no cumplió las expectativas y, pese a algunos podios este año, ya había perdido su sitio rumbo a Aprilia, por ahora la última marca de MotoGP. Trayectorias contrapuestas que hacían que el mano a mano entre ambos por la segunda posición en Phillip Island escondiese una cuenta pendiente entre ambos, y que se llevó el que seguramente más necesitaba esa pequeña victoria para reivindicarse: Iannone. Quién sabe cuándo volverá a pisar un podio.
Cambio de paradigma
Tres caídas y unas 50 horas después de subirse por primera vez a la Ducati Desmosedici GP18, Álvaro Bautista ponía en pie al público oceánico y a los madrugadores/trasnochadores continentales luchando por el podio con su improvisada vestimenta roja. Un cambio de colores excepcional por la lesión de Lorenzo, previo al cambio definitivo de paradigma que experimentará en menos de un mes, cuando se despida de MotoGP para irse a Superbike. Y entre tanto cambio fue, precisamente, un problema con el cambio el que le impidió seguir a Iannone y Dovi en el penúltimo giro, conformándose con una cuarta posición que deja patente que el talaverano sólo necesita una moto ganadora para estar con los mejores pilotos del mundo. Más allá de Viñales, sin duda es el gran ganador del fin de semana.
Maldito rebufo
Si hubo un momento que cambió el devenir de la carrera de MotoGP fue el del inicio de la sexta vuelta, cuando Johann Zarco era absorbido por el doble rebufo de Jack Miller y Marc Márquez, perdiendo la referencia de frenada y no pudiendo evitar el impacto contra la Honda del campeón. El galo se vio descabalgado a casi 300 por hora y deslizó por la escapatoria para salir ileso, mientras que el español tuvo que abandonar debido a los daños sufridos en su máquina por una colisión que por suerte se saldó sin consecuencias físicas pero que extiende un año más la maldición del 93 en Phillip Island, donde no ha terminado en ninguna de las tres veces que ha llegado allí tras proclamarse campeón de MotoGP en Japón.
PÍLDORA EXTRA
Los límites de la isla
Que Phillip Island es uno de los mejores circuitos del calendario de MotoGP parece estar fuera de toda duda. La espectacularidad de sus carreras y la belleza de sus paisajes lo colocan entre los favoritos de casi todo el mundo (aunque hay excepciones como Dani Pedrosa); lo que sumado a la peculiaridad de tener que dormir en casas particulares ante la ausencia de hoteles convierten al Gran Premio de Australia en una cita única.
Sin embargo, como buena isla también tiene sus límites. En este caso no son orográficos, sino en lo que al trazado se refiere. La presencia de césped en las escapatorias hace que cualquier mínimo error se convierta en una caída, por lo que no se puede fallar. Los pilotos están pidiendo escapatorias pintadas, y sería de justicia que así fuera, ya que resulta injusto que un pequeño error te lleve irremediablemente al suelo.