Por qué corrí el TT de la Isla de Man

La Isla de Man ha sido una de las locuras más grandes que he hecho, pero también la mejor carrera que he corrido nunca.

Sergio Romero. Fotos: mpib

Por qué corrí el TT de la Isla de Man
Por qué corrí el TT de la Isla de Man

La Isla de Man ha estado siempre presente en la competición de dos ruedas, prácticamente desde el inicio de las motos, porque la carrera se celebra desde 1907. No sé exactamente en qué momento se encendió la luz de esta idea en mi cabeza, pero la primera vez que vi imágenes del TT, a mediados de los noventa, me quedé totalmente impactado. Al principio ni siquiera entendí lo que estaba viendo: motos de superbike entre muros, aceras y árboles.

Cuando entendí que era el famoso Tourist Trophy empecé a generar una imagen mental de cómo sería correr ahí, pero era sólo un sueño en una parte de mi cerebro. Los años de carreras en España, en circuitos normales, me dieron la habilidad para llevar una moto a ritmo decente y el poder montar en carretera con César Agüí, el tristemente desaparecido Director de La Moto, me enseñó otra dimensión de pilotar en carretera. César iba muy rápido pero sabía como hacerlo, cuando nos bajábamos de la moto después de un tramo me decía que no podía ir como en el circuito. Incluso hablábamos del TT, donde pensaba que podíamos terminar en la mitad de la clasificación. Algo que luego se cumplió... Los años de pruebas en la revista sirvieron para pulir la técnica que hace falta para correr en carretera. Tienes que ir rápido pero sin llegar a tu límite, especialmente si quieres salir ileso, ahora si quieres ganar tienes que arriesgar tu vida.

Con el paso de los años la idea fue cobrando fuerza ¿cómo sería correr la carrera más difícil y peligrosa de la historia? Era un reto que siempre estaba en mi cabeza y cada vez las carreras en circuito me parecían más monótonas. La adrenalina crea adicción y en este deporte te acabas volviendo muy yonki, así que el siguiente paso era el TT. Pepe Burgaleta fue la chispa que acabó de encender ese proyecto y juntos ideamos "el año que corrimos peligrosamente".

La idea era correr el TT en el centenario, 2007, pero como no nos aceptaron tuvimos que correr un año entero en las carreras que son la antesala del TT, el Manx GP en la Isla de Man, el Ulster GP y el North West 200 en Irlanda. Todo esto supuso un año de locura, en el que pasábamos periodos de casi un mes viviendo en una autocaravana entre Irlanda y la Isla de Man. Pepe y yo nos hacíamos las motos, la comida, el marketing y escribíamos los artículos. Viéndolo con la perspectiva que da el tiempo no entiendo cómo se nos fue tanto un proyecto de las manos, aunque acabamos haciendo un sueño realidad. Conseguí llegar al TT después de muchas aventuras en 2008, a lomos de una Honda CBR 600 RR y terminé las dos carreras de Supersport de aquel año con dos réplicas de bronce. La sensación fue increíble, sobre todo cuando me dieron la bandera la primera vez después de 240 kilómetros de curvas entre casas, rasantes, baches, saltos a más de 200 km/h y un repostaje. El circuito de la Montaña, con más de 220 curvas es único y te obliga a estar siempre concentrado, ya que ruedas en sus más de 60 km por encima de los 200 km/h. Es exigente física y mentalmente y requiere poner la moto a punto para que gire bien en las curvas de cuarta y quinta, casi todas, pero también para que sea estable en los constantes cambios de rasantes. Realmente hay que ir allí para entender lo que supone el Tourist Trophy, de hecho cuando volví en 2014, en el centenario de los pilotos españoles en el TT, a verlo desde fuera pensé que era una locura...