Sobre el papel (o la servilleta), el Circuit of the Americas –COTA para los amigos- de Austin (Texas) es, posiblemente, uno de los trazados más bonitos y completos del calendario actual del Mundial de MotoGP. Desgraciadamente, también es uno de los más peligrosos. Quizás el que más.
Lo es desde su propia concepción: tras la majestuosa dificultad que supone la frenada de la curva uno, las enlazadas culminan un primer sector de auténtico videojuego. Es un auténtico gustazo ver a Marc Márquez o Maverick Viñales bailar con la moto de un lado a otro empalmando cambios de dirección, hasta el punto de hacernos pensar que planean sobre algún majestuoso y liviano ave rapaz, olvidando que dominan bestias de más de 150 kilos.
Pero como sucede con algunas especies, la belleza de dichas enlazadas sólo es comparable a la peligrosidad que encierran.
Ya hemos tenido un par de avisos: el año pasado, Niccolò Antonelli cayó en las mismas… y la propia inercia devolvió su moto a pista unos cuantos metros más adelante. Arón Canet pudo esquivar la Honda del italiano apenas por unos cuantos centímetros. El miedo fue palpable en la afición.
Ayer, el wild card mexicano Gabriel Martínez-Abrego sufría una caída similar. Esta vez nadie estuvo a punto de atropellarle, porque nadie venía detrás. Pero en carrera, ya se ha visto el peligro que suponen las enlazadas, también llamadas ‘eses’. Desde el plano aéreo, la vista del circuito, con las escapatorias de asfalto pintado ‘Made in USA’, resulta preciosa.
Desde abajo es una trampa. El diseño del circuito y el material de las escapatorias propician esa posibilidad, algo que MotoGP no se puede permitir. De acuerdo que el riesgo es inherente al deporte de las dos ruedas, pero algunos riesgos son innecesarios. Y Austin es un riesgo.
Un riesgo que aumenta año a año por los crecientes baches, que convirtieron la FP3 en una suerte de sálvese quien pueda que propició una decena de caídas y que dio con los huesos de Álex Rins en el hospital. Para colmo, la pista va a peor, y en 2018 podría propiciar situaciones cada vez más peligrosas.
Todo esto coincide con la entrada, para el año que viene, de dos circuitos nuevos en el mundial: el retorno de Finlandia y, como se confirmó hace poco, la llegada de Tailandia. Y como la idea de Dorna es aumentar el calendario a 19 citas, para que entren las dos tiene que salir una. Y la prueba texana es una de las candidatas, debido a la escasa afluencia de público.
Ojalá fuese ese el mayor problema. Si algo invita a pensar que sobra en el calendario, es el peligro potencial de su trazado, conflictivo desde su concepción y que, lejos de corregir sus carencias en seguridad, empeora cada temporada.
Por eso, y aunque, sobre una servilleta o en la Xbox, seas un trazado precioso, tengo que decírtelo. Por el peligro que encierras: Austin, estás nominado a abandonar MotoGP.