"¿Qué le ha pasado este año?" Fue la primera pregunta que me hicieron en Twitter cuando compartí la noticia que daba la organización del Dakar: “El líder de carrera, Joan Barreda, se ha subido al helicóptero y ha abandonado la carrera".
Una pregunta que nos rondaba la cabeza desde hacía horas a todas aquellas personas que pasamos el Dakar colgando del live timing, y que veíamos el tiempo del castellonense clavado en el WP3. Las horas de espera atenuaron el golpe final, que ya no fue shock sino decepción. “Otra vez", era el pensamiento unánime.
Ya van nueve. Hace ya muchos años que el nombre de Joan Barreda está entre los lugares más altos de todas las quinielas en general, y como gran esperanza española en particular. Sin embargo, desde su debut cinco pilotos han ganado el Dakar y hasta 16 han subido al podio final. Incluso dos lo han logrado con Honda: sus actuales compañeros Paulo Gonçalves y Kevin Benavides, segundos en 2015 y el pasado 2018, respectivamente.
Se trata de un hombre que ha ganado 23 etapas en el Dakar en moto. Con su triunfo en la primera etapa de este 2019, Joan Barreda se convirtió en el piloto con más etapas ganadas en moto en Sudamérica, desempatando con el pentacampeón Marc Coma, que logró 22.
No sólo eso: si contamos también las de África, con sus 23 parciales ganados Barreda ocupa ahora mismo la sexta posición histórica en este apartado tras pilotos como los franceses Stephane Peterhansel y Cyril Despres con 33 triunfos, los españoles Jordi Arcarons (27) y Marc Coma (25), y el francés Hubert Auriol.
Cinco pilotos que acumulan 18 triunfos finales en el Dakar y 32 podios. De ellos, Arcarons fue el único que jamás ganó la prueba, pero acabó seis veces en el podio (cinco de ellas consecutivas), cuatro como subcampeón. En nueve años, Barreda tiene un quinto puesto en 2017 como mejor resultado y con sólo otro top ten: el séptimo de 2014.
Es decir: mientras gana etapas a un ritmo que hace pensar que en 2-3 años podría desbancar de la primera posición a Peterhansel y Despres, todavía no ha pisado el podio. Sin duda se trata de la dualidad más extraña que ha conocido el Dakar desde el austriaco Heinz Kinigadner, ganador de once etapas en los años novena –incluidas cinco en la edición de 1995- y que jamás logró terminar el Dakar.
No es el caso de Barreda, que ha terminado cinco de sus nueve participaciones, cuatro de ellas de forma consecutiva. El problema de Barreda es que siempre se topa con algún tipo de barranco oculto, ya sea metafórico o literal. Sobre todo estos últimos cuatro años, donde ha abandonado en tres ocasiones.
Algunos años, sus barrancos se han llamado caídas y lesiones. En otros –sobre todo cuando el desarrollo de la Honda estaba todavía por pulir-, han recibido en nombre de averías mecánicas. El barranco de 2017, seguramente el más doloroso a nivel moral, el particular barranco fue el de la sanción a todas las Honda por un fallo del equipo. En 2019, su barranco se ha llamado barranco. El Dakar es una prueba llena de barrancos de toda índole, y Barreda los ha pillado todos.
Este mismo lunes, una amiga me preguntaba por Whatsapp qué estaba sucediendo en la etapa. Al decirle que se la llevaba Barreda, nos pusimos a hablar de sus opciones y me comentaba sus ganas de que el castellonense por fin se llevase el triunfo final, y antes de comentar que su año era el de 2017, me dejaba una frase que se tornaría amargamente premonitoria: “Me recuerda un poco a Dani en las lesiones", en referencia a Dani Pedrosa.
Ayer, mientras esperábamos que las noticias de que Barreda estaba parado no se acabasen tornando en abandono, nos enteramos de que Dani Pedrosa tenía que pasar por el quirófano para operarse la clavícula, rota en un ejercicio de fuerza. Ni habiendo colgado el casco acaba su mala suerte. Mi compañero Chechu Lázaro lo sintetizaba así: "Dani Pedrosa y Joan Barreda. Dos de los pilotos con más clase y menos suerte".
A diferencia de Pedrosa, Barreda parece tener cuerda para rato. Sabe que es el más rápido, y aunque eso no baste, no hay mejor motivación interior. Tantas etapas y días liderados dan esperanza. Que uno de tus principales rivales, el austriaco Matthias Walkner, acabe la etapa y le cuente al mundo que no ha sido un error tuyo, sino mala suerte, reconforta.
Es por eso que muchas personas pensamos que Barreda se merece ganar un Dakar. No sabemos si lo logrará, de momento tiene tiempo. A sus 35 años, la velocidad exhibida en estas dos primeras jornadas habla por sí sola: sigue en plena forma. El problema es que su coleccionismo de etapas siempre acaba en algún tipo de barranco.
Quizás debería replantearse la estrategia de salir tan a fondo: dejar pasar etapas, que sean otros los que coleccionen etapas y aborden en cabeza los barrancos y guardar el ataque para los últimos días. Por probar cosas nuevas.