Cuando se anunció el retorno de Álvaro Bautista a Ducati, me pareció un acierto tremendo. Sin embargo, consideré un tremendo error que -tal y como ha confirmado el propio Bauti- la marca de Borgo Panigale enseñase la puerta de salida de Scott Redding al tiempo que mantenía en el equipo a Michael Rinaldi.
Entendiendo el afán de la marca boloñesa por tener a un piloto patrio en parrilla, me parecía que conservar a Rinaldi era demasiado arriesgado; ya que suponía mandar a Bautista solo a la guerra contra Toprak Razgatlioglu y Jonathan Rea. En mi mente, una dupla Bautista-Redding hubiese sido la más poderosa de toda la parrilla: contarían con dos opciones al título y, en un momento dado, podrían jugar la baza de las órdenes de equipo para que uno restase puntos a los rivales del otro.
Un año después, tengo que reconocer mi error. No por la consecución del título de Bautista, que era algo que entraba perfectamente en cualquier quiniela. Tampoco por el rendimiento de Rinaldi, que ha estado más o menos en lo esperado: cuarto, a un mundo del top 3.
Mi error fue pensar que ese box con Bautista y Redding no hubiera sido un polvorín. Es cierto que ya fueron compañeros en MotoGP dentro del Gresini Honda en la temporada 2014, pero las circunstancias eran muy distintas: Redding era rookie en la categoría reina y llevaba la Honda RCV1000R, la versión Open de la Honda RC213V que llevaba el español. Competían en ligas distintas y no había rivalidad posible.
Esta vez hubiera sido muy distinto, y la actitud de Redding en los últimos meses lo demuestra. Su cruzada por la imposición de un peso mínimo -por muy legítima que sea (que lo es)- hubiese creado una situación insostenible de haber estado dentro del box del Aruba.it.
Una situación que, viendo el binomio que forman Bautista y la Panigale V4R, hubiese traído muchos más contras que pros. Así como en MotoGP saben que necesitan el mayor número posible de efectivos para luchar contra Fabio Quartararo, Marc Márquez y compañía -y por eso han cambiado a Jack Miller por Enea Bastianini-, en Superbike les basta con el talento de Bautista.
Rinaldi ha sabido entenderlo. Su relación con el manchego es fantástica, tal y como pudo verse en la celebración del título. Es un hombre de la casa, sabe que le debe mucho a Ducati, y en más de una carrera ha hecho labor de equipo metiendo la moto sin contemplaciones a Rea y Razgatlioglu.
En definitiva, me equivoqué pensando que Ducati hacía mal en renunciar a tener dos pilotos top en su equipo oficial del Mundial de Superbike. La apuesta por tener un líder claro y un escudero les ha salido de perlas, y por eso han renovado a Rinaldi. Por rendimiento quizás deberían haber subido a Axel Bassani, pero si tu escudero hace bien su trabajo, ¿para qué cambiarlo?
