Valentino Rossi, no vuelvas “lo antes posible”

Rossi no necesita una recuperación rápida. No necesita demostrar nada.

Nacho González

Valentino Rossi, no vuelvas “lo antes posible”
Valentino Rossi, no vuelvas “lo antes posible”

Cuando el pasado jueves, MotoGP 2017 se fracturó una de las cinco patas que componen el taburete de la lucha por el título, muchos pensaron en cómo soldarían los huesos de su dueño: Valentino Rossi. Horas después, el susto se había transformado en una multiplicidad de epopeyas, prologadas por el mensaje de optimismo disparado por el protagonista desde la horizontalidad a la que su maltrecha pierna le condenaba.

Al tiempo que empezaban a cantarse gestas futuras, aparecían las calculadoras y las inevitables comparaciones con 2010. Cabales cábalas que sitúan a Rossi en Japón; e incluso intrépidas corazonadas que le colocan en la parrilla de salida de Aragón. Motivadas, evidentemente, por un fuerte deseo que, a su vez, empaña todo atisbo de lógica.

Cavilemos: Rossi está a 26 puntos de Andrea Dovizioso. A 17 de Marc Márquez. A 13 de Maverick Viñales. Unas distancias que aumentarán dentro de nueve días en Misano. Y que se harán insalvables dentro de 23 días en Motorland. Aunque Rossi hiciera el milagro de la división de los plazos a prácticamente la mitad, con el actual nivel y la igualdad que hay en MotoGP, sería impensable que pudiera rascar más de un puñado de puntos.

Después, quedarán 100 puntos en juego. Incluso, -en ese milagroso supuesto-, el italiano encararía la gira asiática, fácilmente, a medio centenar de puntos de distancia.

Además de tener que hacer un póquer final prodigioso, necesitaría poco menos que una extraordinaria escalera de color, una carambola que hiciese fallar a los tres rivales que ahora mismo tiene por delante en la general.

La razón se impone: si el otro día, un Rossi sano se auto-descartaba para ser campeón (y pese a ello seguía apareciendo de forma legítima en todas las quinielas); ahora, pensar en que un convaleciente Rossi todavía puede ganar el título de 2017 es simplemente un insano ejercicio de ficción.

Por eso, y por la admiración que profeso a alguien de la entidad de Rossi, cuya capacidad de seguir en lo más alto ante pilotos de varias generaciones posteriores sencillamente me abruma año tras año, deseo que su deseo –valga la redundancia- de “volver lo antes posible” a su moto no sea más que un mensaje de positivismo a sus aficionados y la detención inmediata de cualquier posible duda sobre una posible retirada.

Con 2017 lamentablemente perdido, Rossi tiene que pensar como lo hace en la moto: mientras traza esta amarga curva en forma de lesión de tibia y peroné, fijar la vista en el horizonte de la siguiente. Las prisas son peores consejeras que su querido ‘Uccio’ Salucci (que ya es decir); y su objetivo ahora mismo no debe ser otro que 2018. Rossi no necesita una recuperación rápida. Rossi necesita una recuperación total.

No necesita demostrar nada en Japón, ni muchísimo menos necesita hacer la machada de presentarse en la parrilla de Aragón. Quizá sea más cauto, coherente y sensato pensar en Australia, o incluso en Malasia. Tiene que ponerle un silenciador a su loco corazón de enamorado de las motos, el que le llevaría con los ojos cerrrados a presentarse en la salida de un gran premio con el hueso a medio soldar; y, en su lugar, escuchar a la razón del inteligente súper campeón que vive con el décimo título entre ceja y ceja.

Porque si, el próximo 2018, sigue manteniendo el excelso nivel de las últimas temporadas, querrá poder disputarlo en plenas condiciones físicas. Y sería una lástima que no fuera así.

Porque si, dentro de un año, vuelve a llegar al tercio final de temporada metido de lleno en la lucha por el título (y lo hecho en este 2017 nos hace pensar que perfectamente puede volver a ser así en 2018), lo que necesitará por encima de todo es que ningún hueso de su propio cuerpo le recuerde que ya tendrá 39 castañas.

Porque el elixir secreto de la eterna juventud de ‘Il Dottore’ no es otro que no creerse la edad que marca su carné de identidad y, sobre todo, que su estado físico avale esa creencia y le permita interiorizarla. Hasta ahora le ha funcionado de una forma prodigiosa, desafiando el paso del tiempo y alcanzando una pervivencia en la élite sin precedentes en la historia de la máxima categoría del motociclismo de velocidad. Y precisamente por eso, una mala curación podría hacerle envejecer una década de golpe.

Así que, me permito pedirte un favor, Valentino: recupérate del todo. Deja que ese clavo fije el hueso hasta que se te olvide que alguna vez estuvo roto. Piensa en 2018. No te precipites. Todos te queremos de vuelta, porque el taburete de 2017 se ha quedado cojo. Pero, por tu bien y por el bien de todos los aficionados al motociclismo, que queremos disfrutarle el mayor tiempo posible: no vuelvas “lo antes posible”. Vuelve lo mejor posible.