Moto Guzzi V7 II Stone, una moto sencilla y exclusiva

La Moto Guzzi V7 II Stone es una Stone completamente renovada con seis velocidades, ABS, control de tracción y estética retro.


Ildefonso García | Fotos: Lluís Llurba

Moto Guzzi V7 II Stone, una moto sencilla y exclusiva
Moto Guzzi V7 II Stone, una moto sencilla y exclusiva

La Moto Guzzi V7 II Stone es parte de una trilogía en la que también se encuentran la Special y la Racer. La moto que nos ocupa es la más sencilla de las tres pero no por ello deja de ser exclusiva, como cualquier Moto Guzzi. Puedes estar seguro que no verás muchas por la calle.

Por imperativos de la marca que necesitaba la unidad de pruebas con urgencia, al final solo pudimos hacer 180 km con «nuestra» Stone. La cual llegó a mis manos con casi cero km, por lo que la traté con cuidado, siempre me ha dolido apretar un motor en rodaje. De todas maneras la italiana te pide «tranquilidad y buenos alimentos», es un modelo para pasear, oyendo el ronroneo del bicilíndrico en V con el cigüeñal longitudinal a la marcha. La italiana muestra la típica trepidación de estos propulsores y en parado al acelerar lo notas con claridad. Una característica que es parte del encanto del bicilíndrico refrigerado por aire. El fabricante de Mandello del Lario ha trabajado mucho en la saga V7. El propulsor ha sido adelantado en su ubicación en el chasis y ahora va algo más bajo.

Los estribos, asímismo, se han reposicionado y se encuentran 25 mm más cerca del suelo. Lo que supone una mejora en la posición de conducción. Encima de la italiana adoptas una postura relajada –como la personalidad de la Stone–. Para mis 174 cm la posición es natural y los cilindros no llegan a molestar en las rodillas, aunque puede que a un piloto muy alto este modelo le resulte algo pequeño. El manillar plano y de tamaño apropiado ayuda a gobernar la parte delantera. Ambas ruedas son de aleación (y no de radios como Special y Racer), pero el dibujo de las llantas es muy clásico y, en mi opinión, va muy bien con el resto del conjunto. Las medidas son muy conservadoras, 18/100/90 y 17/130/90. Las ruedas se sienten algo altas y estrechas, aunque en ciudad puedes moverte entre coches sin mayores problemas, aprovechando la docilidad de la Moto Guzzi. Lo que es una buena noticia pues la Stone ha sido diseñada para patrullar la ciudad. El posible salir con ella a carretera pero en nuestro limitado tiempo en el que disfrutamos de ella no pudimos salir de Madrid, ni falta que nos hizo. Te podías peleear con los scooter para llegar primero a los semáforos y luego aprovechar la ventaja de cilindrada para dejarlos atrás en la arrancada.

La horquilla convencional (no invertida) va protegida por unos fuelles que ayudan a dar el toque retro que persigue el modelo. Al igual que los dos amortiguadores cromados de imagen cuidada y con 111 mm de recorrido. Mientras que el chasis es un típico doble cuna de acero de lo más convencional. 
El trabajo de Moto Guzzi en la V7 II ha sido intenso y pocas piedras han quedado sin mover. Electrónica, alimentación, caja de cambios, lubricación… casi todo se ha puesto al día. Al contar ahora con seis relaciones de cambio es más fácil encontrar la marcha apropiada para cualquier situación, sin que se note un gran salto de una velocidad a otra. Aunque el recorrido es bastante largo, y es necesario acompañar con cariño la palanca, embragar con suavidad y soltar de la misma manera para que la italiana no se queje ni notemos nada raro. El embrague tiene un accionamiento suave y cuenta con un recorrido suficiente para modular a nuestro gusto la entrada de la siguiente marcha. Solo al fallar alguna relación por ir distraído o al realizar una reducción a lo MotoGP podremos notar la existencia del cardan. En el día a día la Stone se comporta casi como si emplease una cadena en la transmisión final pues no se notan reacciones parásitas salvo en momentos puntuales. El cardan no solo nos libera del engorro de engrasar, tensar y cambia la cadena, sino que además le da un aspecto más sólido y serio a la Moto Guzzi. Sea como fuere, no gusta de los cambios violentos o rápidos, lo que por otra parte no se corresponde con la personalidad del modelo que nos ocupa.

Los relojes son sencillos con dos clásicas esferas, cada una cuenta con un pequeño panel de cristal líquido. En el centro de los dos relojes se encuentran seis chivatos, entre ellos el de reserva. No hay aforador de gasolina, algo que siempre echo de menos en las motos que han prescindido de esta importante información. En cambio, la italiana cuenta con termómetro de temperatura ambiente, así llegué a ver 41° C rodando por el pueblo manchego que es Madrid.

Siempre que voy con una moto que emplea un propulsor refrigerado por aire sufro pensando en cómo lo estará pasando el motor cuando la temperatura ambiente es de más de 40 grados. Huelga decir que la Stone se movía tranquilamente mientras un servidor sudaba la gota gorda. El tacómetro está graduado hasta las 10.000 rpm pero no hay, curiosamente, ninguna línea roja por ningún lado. A 3.000 revoluciones la Moto Guzzi va trotando suavemente mientras el velocímetro marca 80 km/h y un pequeño giro del puño de gas te daba el empuje necesario para superar al vehículo que tuvieses delante. Estas es una de esas motos que hace que te sientes tranquilo y relajado. Las prisas no van con ella.

La estética retro tan de moda en la actualidad no es óbice para que Moto Guzzi haya echado el resto en lo que se refiere a seguridad activa. Así la Stone cuenta con ABS y además un sistema de control de tracción propio que ha sido bautizado con las siglas MGCT (Moto Guzzi Controllo Trazione). Todo suena mejor en italiano, ¿verdad? Quizá parezca exagerado contar con control de tracción en una moto propulsada por un motor de solo 45 CV, pero pensamos que en seguridad (como en medicina preventiva) todo lo que se haga es poco. Más aún si tenemos en cuenta que la Stone puede ser también una opción interesante para aquellos pilotos que cuenten con poca experiencia.

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