KTM 125 Duke y Yamaha MT-125, dos motos naked para los que empiezan

La KTM 125 Duke y la Yamaha MT-125 son baratas de mantener e ideales para iniciarse en el mundo de las motos de carretera.

Luis López. Fotos: Jaime de Diego. Colaboran: Bego Calvo y Marcos Blanco

KTM 125 Duke y Yamaha MT-125, dos motos naked para los que empiezan
KTM 125 Duke y Yamaha MT-125, dos motos naked para los que empiezan

La KTM 125 Duke y la Yamaha MT-125 son dos propuestas dignas de ser valoradas, especialmente si lo que de verdad te motiva es montar en una moto «de verdad» y no en scooter, independientemente de la utilidad y precio de cada modelo que hayas anotado. Aquí te proponemos eso, pilotar, porque también puedes hacerlo con 11 kW entre las piernas, y porque considero que la vida son dos días y gastar más de dos, o tres, o cuatro, pensando en sacarte el carné y buscando la forma de pagar la millonada que cuesta, en realidad no merece tanto la pena teniendo a tiro dos motos como estas; pequeñas grandes naked divertidas, fáciles de pilotar, económicas hasta en consumo de gasolina y muy a la moda en estética o soluciones técnicas.

La KTM 125 Duke, la primera en llegar

Una de las primeras marcas, si no la más espabilada, en plantearse la comercialización de una naked de corte deportivo fue KTM. La herencia en competición ha sido vital para lograr la simbiosis idónea entre prestaciones y fiabilidad en un motor limitado por ley. La estética calca la de sus hermanas mayores. De hecho, cuando la tienes ante ti debes fijarte en algún que otro detalle para comprobar que, efectivamente, estás ante la «octavo de litro». Cierto es que el rango de «duquesas» de la marca austríaca es amplio incluso antes de llegar a la 690, donde de verdad comienzan a «cocerse las castañas»...

Lo más fácil es consultar los logos del depósito para ver su cilindrada. Ya cerciorados de que podemos pilotarla con el carné B de coche, nos subimos a ella. Llama la atención lo bajita que es de asiento. A poco que alcances la talla estándar del «hispánico medio», llegarás al suelo sin problema alguno. No cabe duda que la primera impresión es la de sentirte seguro a sus mandos, ya que no solo el asiento es bajo y hasta cómodo de mullido, sino que también las manos quedan a una altura muy correcta, ni altas ni bajas. Si todavía no la has arrancado te dará la impresión de que te he engañado; vamos, como si en realidad no fuera tan deportiva como te la he descrito. Espera a ponerla en marcha y verás...

El ruido al ralentí es discreto. Apenas notas cierto sonido «abierto» proveniente del discreto silenciador escondido bajo el motor. Todo parece indicar que la agresividad se le sigue suponiendo, pero al meter primera y comenzar a estirar marchas las tornas cambian. El sonido se vuelve más agudo y la garra comienza a aparecer al mismo tiempo que giras el gas aprovechando todo su recorrido. Insertas segunda y la ascensión sigue su curso imparable; de hecho, es momento de mirar hacia delante y dejar solo al rabillo del ojo el cuentavueltas, para no pasarla de vueltas, y el velocímetro para no caer en el típico fallo de «junior»: pasar por delante del radar municipal rebasando la velocidad permitida rodando por el carril bici... ¡Pleno!

La verdad es que su motor monocilíndrico es tan agresivo, siempre con ganas de subir de vueltas amenizado por un sonido «marca de la casa», que hasta que no te acostumbras a él parece que estás practicando salidas de semáforo en semáforo. Se muestra nerviosa mientras emprende su ascensión hasta la zona roja del cuentavueltas digital, y lo cierto es que no tarda mucho en iluminar el testigo que nos avisa de la proximidad del corte de encendido. Mientras tanto, las suspensiones realizan su trabajo pensando en pisar terrenos hostiles, cuidando cierta dulzura especialmente en el tren delantero, donde el recorrido de la horquilla permite realizar una conducción al ataque sin miedo a hacerte castañear los dientes en chapuceros parches de asfalto. Solo notarás de verdad el hundimiento frenando a tope con la mano derecha, pero no llega a ser crítico; vamos, que te quedará mejor sabor de boca por lo que frena que por cualquier otra circunstancia.

La Yamaha MT-125 sorprende por su buen funcionamiento

Si KTM ha sabido dar en la tecla con la familia Duke, ¿qué podría decirse del clan MT en el catálogo de Yamaha? Como tantas veces sucede con otros modelos, era cuestión de tiempo que la firma de los diapasones trasladase el carácter de estas dos letras plasmándolo en una versión apta para el carné B. Por supuesto, la situación ha obligado a mantener la línea y el estilismo de otras MT, por lo que seguro que tendrá un largo listado de seguidores con la nariz pegada al escaparate del concesionario.

Y es que le sucede lo mismo que a la Duke: cuando estás frente a ella no parece ni mucho menos una 125, llevando incluso todavía más lejos la agresividad en el diseño que su compañera de prueba. Fíjate en la zona trasera donde, por cierto, el asiento se monta un poco más alto, con el del pasajero siguiendo la misma tónica. Si eres un piloto de cierta envergadura y te encuentras «raro» a los mandos de una 125, prueba a subirte a esta. Te sorprenderá lo bien que te puedes compenetrar con ella. Las piernas no las encoges tanto como en otras y, eso sí, las manos caen un poco más abajo que en la Duke, por lo que la sensación de deportividad es algo más acentuada en la japonesa que en la austríaca; justo al contrario sucede con los estribos, donde quedan más retrasados y altos en la KTM.

Sin embargo, tanto en una como en otra la facilidad de conducción se repite casi en cualquier circunstancia. Tal vez el carácter de esta MT sea un poco más cercano a aquellos que no busquen prestaciones puras, sino cierta linealidad en su comportamiento. La discreción del motor es total al ralentí, pero tampoco explota en emociones como el de la Duke. Se toma su tiempo en la escalada hacia el techo y aunque parezca que no le cunde, sí que lo hace. De hecho, la cifra de velocidad máxima conseguida por esta Yamaha refrenda lo dicho.

Resulta curiosa la mezcla de sensaciones a los mandos. Mientras la horquilla resulta algo más condescendiente con el piloto sobre firmes irregulares, algo que tiene su contrapartida en fuertes frenadas con un hundimiento excesivo, sin embargo atrás nos encontramos con falta de progresividad y un tacto más bien recio, que no tosco, lo que unido a un mayor perfil y menor anchura de neumático trasero la convierte en una «rara avis» difícil de clasificar... o no tanto. Si te das cuenta, el hecho de picotear un poco en todos los frentes le lleva a alcanzar cualquier tipo de meta, por pretenciosa que esta sea. En el equilibrio está el secreto, eso lo tenemos todos claro, pero tal vez Yamaha se ha dejado algún que otro cabo por atar en una moto completa, sí, pero con puntos mejorables como el trato al eventual pasajero. Bien es cierto que un acompañante «aniquila» las bondades de una moto de prestaciones ajustadas, pero no por ello vamos a renunciar al gozo y disfrute a dúo de una extraordinaria ciudadana como es esta MT...

Comparamos la KTM 125 Duke y la Yamaha MT-125

Dicen que cuanta mayor es la competencia en un sector, más se enriquece. No sé si opinarán lo mismo los responsables de cada una de las marcas implicadas en esta prueba, pero lo que sí es cierto es que no debería ser complicado encontrar tu favorita entre ambas. Uno de los detalles con el que tendríamos que quedarnos, o al menos valorarlo en su justa medida, es el tiempo que lleva la KTM Duke 125 entre nosotros, siendo además la primera en ofrecer ABS de serie. Pasan los años, vienen nuevos modelos a hacerle frente pero ella resiste... Dice mucho a su favor. Parece que no pasa de moda y su validez queda una y otra vez demostrada sea cual sea la moto que venga a enfrentarse con ella. El hecho de haber aparecido primero también ayuda, ya sabes aquello de «quien da primero, da dos veces», pero si además consigues un buen producto en la primera tirada, el éxito está garantizado. Otra cuestión es si te parece racional el hecho de reclamar 3.940 euros de nuestra cuenta corriente por una moto de 11 kW; pero hasta aquí nos encontramos con cierta lucha en el terreno de juego, ya que Yamaha ha dedidido ofertar su MT-125 por nada menos que 4.349 euros, sin incluir gastos de matriculación pero con la promoción de seguro a todo riesgo por un mes... y condiciones especiales si renuevas la póliza.

Vemos que la batalla por el precio ya ha habido quien se la ha querido adjudicar. En realidad, KTM ha elegido mejores componentes para equipar la Duke, ABS de serie incluido, mientras que Yamaha prefiere explotar el terreno de la novedad y, cómo no, el tirón de la saga MT en busca de sensaciones agresivas que se ven reflejadas, sin ir más lejos, en su publicidad. Lo más curioso de todo ello es que el público al que va dirigida la moto no tiene por qué ser necesariamente trasgresor, sino más bien todo lo contrario: un usuario que busca cierto grado de deportividad sin olvidar un alto componente utilitario y, no olvidemos, una economía lo más ajustada posible en mantenimiento.

Ya hemos visto que en cuanto a precio de compra Yamaha no parece haberlo conseguido del todo, pero atención a esta cifra: 2,7. Son los litros que consume cada 100 kilómetros... ¡Menos de «tres a los cien»! Ni con mi scooter he logrado esta cifra. De todos modos, tampoco la Duke se muestra mucho más bebedora, obteniendo unos buenos 3,3 litros, lo que le permite alcanzar una autonomía, apurando todo, de 346 km. Una vez comprobada la capacidad del depósito de la Yamaha nos llevamos otra sorpresa: tiene 1,5 litros más de lo declarado, por lo que finalmente la autonomía se dispara hasta casi, casi los 500 kilómetros. ¡Y olvídate de parar para repostar!

En ambos casos, la facilidad de conducción es una de las tónicas dominantes en motos que así lo requieren. No olvidemos al destinatario, aunque incluso aquí la Duke sabe cómo tratar con algo más de cariño a su propietario. Además de ofrecer ABS de serie, suspensiones WP con calidades y recorridos ajustados a la realidad que le toca vivir o una posición de conducción confortable, en detalles como los giros de dirección también da la talla, necesitando poco espacio para «trialear».

KTM 125 Duke y Yamaha MT-125, ¿cuál me compro?

No me extrañaría que parte del público al que va destinado la KTM 125 Duke y la Yamaha MT-125 busque un «aparato» que le cueste mucho menos dinero de mantener que su «cuatro latas», por muy «TDI» que sea. Ahora bien, si además de querer hacerte con los servicios de una moto barata de compra y mantenimiento quieres disfrutar moviéndote con ella, ten en cuenta que lo conseguirás con cualquiera de estas dos; a los mandos de un scooter tal vez no sientas lo mismo. Así, nos encontramos con dos caracteres diferenciados, al menos, por pequeñas pautas de comportamiento: mientras la KTM 125 Duke es más agresiva de carácter y comportamiento, que no de posición de conducción, la Yamaha MT-125 prefiere tomarse las cosas con un grado superior de calma, pese a que la posición en marcha nos da la impresión de ir más integrados en la moto que sobre la KTM 125 Duke. Si eso es o no positivo para ti deberás valorarlo tú mismo.

Lo que sí debemos agradecer a la firma austriaca es el esfuerzo realizado al incluir un sistema ABS de serie desarrollado por la compañía alemana Bosh; toda una garantía en este aspecto, mientras que Yamaha ha preferido jugar las bazas de un carácter propio de la familia a la que pertenece, donde en realidad es la estética la gran protagonista, lo que junto con una campaña agresiva de publicidad permiten encasillar esta MT en un ámbito al que no debería ceñirse. Así, esta Yamaha consigue acercarse a todo tipo de usuarios precisamente por su facilidad extrema de conducción, apenas turbada por una altura de asiento algo elevada para neófitos no muy altos. Corre bastante para su capacidad interna y ofrece una linealidad de comportamiento que seguro sabrá apreciar su propietario. Sin embargo, cuando hablamos de pasión y «desenfreno», KTM sigue estando un paso por delante, con sensaciones de conducción más agresivas y pasionales. Seguro que también habrá quien lo demande, cómo no...

Potencia y par de la KTM 125 Duke y de la Yamaha MT-125

Con las fuerzas muy igualadas, sin embargo cada marca interpreta y gestiona la potencia disponible a su manera. Mientras la KTM 125 Duke ofrece un poco más en la zona alta, sin embargo la escalada es más limpia en la Yamaha MT-125. Ambas sí coinciden en mostrar un pequeño bache entre 4.000 y 5.000 rpm. La batalla del par es para la japonesa, consiguiendo su máximo valor a menor régimen que la austriaca, claramente más «nerviosa» en este aspecto.

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