Probamos la nueva Yamaha R3

Yamaha amplia su gama con esta pequeña deportiva, la YZF-R3, que tiene todo lo necesario para que los jóvenes den sus primeros pasos en el mundo de las deportivas.

Sergio Romero. Fotos: Jaime de Diego.

Probamos la nueva Yamaha R3
Probamos la nueva Yamaha R3

  • Ficha técnica y precio de la Yamaha R3

Nada más ver la nueva creación de Yamaha piensas que estás ante una deportiva de gran cilindrada, dado que a cierta distancia su línea se confunde con la de la también renovada R1. Estéticamente está pues muy conseguida y viendo el frontal puedes apreciar el trabajo que han hecho los japoneses para entrar con fuerza en el segmento de las pequeñas deportivas, donde tiene como competencia a la Kawasaki Ninja 300 y la KTM RC390.

La R3 es atractiva en el primer contacto visual, pero lo sigue siendo cuando te colocas a sus mandos, debido a que se trata de una moto con unas medidas muy acertadas. Destila deportividad pero la posición de conducción es cómoda, ya que los semimanillares están relativamente elevados y el tronco queda en una posición natural.

Los estribos están un poco elevados y hacia arriba en su parte final, pero el asiento está bajo y tiene un diseño cómodo. La instrumentación por su parte es completa con datos relativos a los consumos, luz de aviso de sobrerrégimen, indicador de nivel de gasolina y parciales. Así que en este aspecto está cuidada, al igual que los acabados de la carrocería.

Práctica

Si la utilizas en ciudad descubres su lado más práctico, ya que como hemos dicho te permite ir cómodo, llegar muy bien al suelo y manejarla con la soltura de una moto pequeña. De hecho pesa solo 171 kg con todos los llenos, una cifra que da una idea de lo fácil que es controlarla. El tacto del embrague, del cambio y del motor en bajos es una delicia. El bicilíndrico de 321 cc, de nueva factura, tiene un tacto muy fino en bajos y medios, que hace que su conducción sea muy agradable.

Además, el cambio tiene una relación corta y eso hace que encuentres buena aceleración en todas las marchas. De hecho puedes cambiar pronto, como si se tratase de una moto de mayor cilindrada, y siempre responde bien. Los 42 CV declarados se han convertido en 39 CV reales en nuestro banco, de manera que su potencial es elevado, teniendo en cuenta su bajo peso. Esta combinación, además de conseguir buen tacto de motor, se traduce en un consumo de gasolina muy reducido. En nuestras pruebas los consumos han quedado por debajo de cuatro litros a los 100 km, tanto en el medio de la prueba como a 120 km/h mantenidos.

De modo que con estas cifras se convierte en una moto muy económica para el día a día, al nivel de un scooter de menor cilindrada. Ahora, si buscas el lado divertido, se lo puedes encontrar al motor con mucha facilidad. Basta con subir de 8.000 rpm para encontrar un contundente respuesta, siempre teniendo en cuenta su cilindrada, y una estirada rápida hasta las 13.000 rpm. Lo bueno es que por mucho que busques sus máximas prestaciones el consumo se mantiene siempre dentro de unas cifras contenidas.

ADN deportivo

Las prestaciones del bicilíndrico te permiten ir donde quieras, de modo que puedes salir de ruta por carretera como cualquier otra moto. En vías rápidas a cruceros legales, que alcanza enseguida y holgadamente, el motor produce ligeras vibraciones que llegan a los estribos, pero en general es suave. La protección aerodinámica es correcta, incluso buena, teniendo en cuenta el afilado diseño de la parte frontal. Y eso hace que llegues a tu destino rápidamente y sin que suponga un trámite incómodo. Un destino que puede ser perfectamente una carretera de montaña donde aprender como se lleva una moto de verdad y disfrutar de sus prestaciones.

La parte ciclo es sencilla de diseño, con un chasis tubular de acero que parece un doble viga, suspensiones sin grandes alardes y frenos de gama media. Lo bueno, como sucede habitualmente en las motos japonesas, es que en la práctica todos estos elementos funcionan en armonía y consiguen un comportamiento intachable. La R3 como es de esperar, es muy ágil y fácil de mover, al no tener apenas inercias, lo que te hace sentir dueño de su conducción. También es estable, incluso a alta velocidad, que puede alcanzar a poco que te apliques. De manera que cualquier sección de carretera enlazada se pasa en un instante con altas dosis de disfrute. Las suspensiones son «blanditas», así que transmiten al piloto las reacciones de la moto y la hacen muy predecible.

Si apuras la frenada notas como se comprime la horquilla, pero en su parte final aguanta bien el esfuerzo. Puedes llegar incluso a levantar un poco la rueda trasera si lo buscas al forzar la frenada, un síntoma de que el tren delantero soporta toda la carga que le quieras dar sin problemas. Y también de que el ABS, que incluye de serie, está ajustado de manera que entra en acción muy tarde. Esto no es habitual en las motos de pequeña cilindrada y permite explorar más sus límites que en otros casos con sistemas más intrusivos. El tacto en la maneta es solo correcto, pero el sistema es efectivo.

Así que el balance de su comportamiento es muy bueno. La YZF-R3 sobresale como pequeña deportiva porque además de prestaciones ofrece una posición de conducción nada radical, un motor es capaz de circular a cualquier régimen sin problemas y una parte ciclo fácil de entender. De manera que es mucho más práctica que las deportivas de 2T que suponían la puerta de acceso para la generación anterior.

Conclusión

La R3 tiene todo lo necesario para satisfacer a los poseedores del carné A2, sobre todo a los que tienen debilidad por las deportivas. El motor es utilizable en todas las situaciones, potente para su cilindrada y de bajo consumo. Por otra parte es una moto manejable y fácil de llevar, pero que se comporta bien en una conducción deportiva. Y, como se puede ver en las fotos, tiene una estética muy conseguida. En resumen es perfectamente válida para los que acaban de sacarse el carné y quieren aprender y de paso tener las sensaciones más parecidas a las de una deportiva. Con su llegada la categoría de las deportivas ligeras se pone muy interesante.