Objetivo 100.000 kms: BMW R 1200 ST

La moto me llegó en 2007, días antes de las vacaciones, y las aproveché para ir cogiéndole el a ir en moto, porque aunque tengo el carnet desde los 18 años, nunca me había planteado tener una.

Joan Llaveria I Arasa

Objetivo 100.000 kms: BMW R 1200 ST
Objetivo 100.000 kms: BMW R 1200 ST

Para mí la moto era una experiencia nueva, un juguete que sin duda tenía su parte seria. Todo el mundo me animaba a desistir en mi empeño, utilizando toda clase de argumentos que podais imaginar. Seguro que tenían su parte de razón.

Antes de comprarla había estudiado otras posibilidades. De hecho, fui a verla con un familiar entendido en estos temas, y recuerdo que sentenció: «es demasiada moto para empezar». Pero me gustó. Tenía algo de las BMW clásicas, pero con cierto aire deportivo. Me pareció bien diseñada, y aun siendo arriesgados, nunca me molestó ni el faro vertical ni la parte delantera. Pasaron los meses y llegado el momento de decidir ya se sabía que la iban a dejar de fabricar y el comercial intentó orientarme hacia la R 1200 GS. Pero estaba decidido. La ST sería mi moto, así que la encargué de color negro y con todas las opciones disponibles.

Empecé a hacer salidas de fin de semana con unos compañeros de trabajo y, poco a poco, fui cogiendo experiencia. El entorno ayuda mucho, los alrededores de Valencia, el interior de la provincia de Castellón, la parte Este de Teruel y el Norte de la provincia de Alicante son zonas agradecidas para ir en moto. Las comidas son el complemento o la excusa perfecta para salir, como ir de Valencia a Segovia a comer cochinillo en Casa Cándido. Mientras, realicé el siempre recomendable cursillo en Montmeló, para conocer de forma segura las posibilidades de la moto. 

Arranco la moto exclusivamente para salidas y para viajar. Sin la moto no hubiera conocido muchos lugares. El primero viaje fue uno en grupo por Marruecos, con experiencias memorables, bordeando el límite de la moto y mi capacidad de aguante.

Viajar solo

La moto invita y facilita la experiencia del viaje en solitario. En mi corta experiencia, me encuentro cómodo viajando solo. Vas como te pide el cuerpo en cada momento, te fías de tu intuición, sin necesidad de pactar nada. El viaje adquiere su propio ritmo y las sensaciones llegan de manera plena.

Mi primer viaje en solitario fue a Cabo Norte. Tres semanas era el tiempo previsto. Por circunstancias de trabajo el viaje llegó a peligrar, pero antes de resignarme a la frustración que suponía renunciar a él, me decidí por la aventura aunque fuera en solo unos pocos días. Cargué las maletas con los pertrechos de supervivenciay me lancé a la carretera con la lógica impaciencia e ilusión del que va en busca de una experiencia con cierta aura mítica. El viaje a pesar del poco tiempo del que pude disponer fue una delicia, una experiencia completa, viendo cómo a tu alrededor se suceden los cambios y el tiempo cobra forma en la luz y el paisaje. El día clave, me desperté a las dos de la madrugada, y como no podía dormir más, cogí la moto y me fui al punto mágico. No me encontré con nadie, salvo el cobrador del peaje en el túnel. Llovía, había algo de niebla y la tenue luz y el ambiente tenían un punto irreal.

Al bajar, de regreso por Suecia, pasé por la isla de Ölan, un lugar especial. Pasé un día en Berlín y de vuelta a Valencia. El viaje duró 11 días e hice unos diez mil kilómetros utilizando un sobre-sillín hinchable que mejoraba notablemente el confort.

Otro viaje en solitario fue al Sur de Portugal, Algarve y Alentejo, bordeando la costa atlántica. Entornos bien diferentes pero igualmente interesantes. En los Pirineos y en grupo, aprovechamos la experiencia de Alberto, quien nos guio por las mejores rutas. Un viaje inolvidable fue a Elefantentrefen. Creo que a poco que se pueda, hay que ir alguna vez allí. Hay allí algo de auténtico, aunque tengamos que aceptar, como es natural, la componente escenográfica del evento. Los circunstanciales compañeros de viaje, Jordi, Ramón y Jose, fueron un auténtico lujo. Otro viaje fue a los Alpes centrales, con sus dimensiones monumentales, acompañados del frío, la nieve, el viento, la lluvia… sin olvidar la magnificencia de los puertos y pasos conocidos. Pasando por Suiza aproveché para conocer en vivo alguna arquitectura clave del suizo Peter Zhumtor. La concentración de BMW en Garmisch-Partenkirchen celebrando su 90 aniversario fue una auténtica fiesta. El parque nacional de Les Cévennes en Francia, también me impresionó; un sitio para perderse. También soy asiduo de los encuentros BMW, y a Estrella de Javalambre, por su ambiente cálido a pesar del frío de enero. Hay que sumar los viajes de tres o cuatro días por distintos lugares de España, sobre todo la parte Sur. En fin, éste es un recorrido esquemático de seis años de disfrute con la ST. No quisiera terminar sin dar las gracias a Encarna, quien siempre ha respetado y apoyado mis iniciativas aunque no comparta la afición.