Ducati Scrambler Urban Enduro. Prueba

Con su marcada personalidad, su estética cuidada de tintes camperos y su predispuesto motor 803 Desmo, la Scrambler X es una moto que imanta. Pura «calamita» -imán, en italiano- que nos atrae hacia un uso dual asfalto/tierra en el que nunca falta la diversión.

Santi Ayala Fotos: Jaime de Diego

Ducati Scrambler Urban Enduro. Prueba
Ducati Scrambler Urban Enduro. Prueba

Scrambler, el concepto de Ducati para imantar hacia la marca a usuarios «fun» que no necesariamente sean ducatistas, se presenta en cuatro formatos diferentes, cada uno enmarcado en un ambiente particular. Por nuestras manos ya ha pasado la versión Icon, la llamada a ser la más popular y vendida, y ahora lo hace la Urban Enduro.

La más aventurera merced a una configuración en la que se guiña al uso de campo mediante la monta de elementos como el guardabarros alto de plástico, cubrecárter de aluminio, protectores envolventes de la horquilla, rejilla metálica protectora del faro delantero, llantas de radios y manillar con barra de refuerzo central. Todo aliñado con el toque estético que nos evoca al campo con el color «wild green» -verde salvaje- en la carrocería/depósito y el asiento cubierto con una funda en color marrón tierra, en tejido técnico resistente y con la superficie en acabado estriado. Por todo ello hay que pagar 1.500 euros más que por la Icon.

Cuan importante resulta la seducción, ese arte para persuadir e inducir en la voluntad del otro y atraerle, capacidad en la que la Scrambler es una maestra. Ducati consigue con esta moto que entre por los ojos, llamándonos la atención y logrando llamarla a los que la ven. Con la Icon la gente nos miraba pero con la Enduro más ojos se han quedado fijos en la moto. La X tiene un innegable encanto por sus formas pero también por lo que consigue transmitir de transgresora, de moto divertida, la nueva «cowbike», al estilo vaquero inconformista, para ser domada.

El argumento de esta Scrambler es el de disponer de una movilidad urbanita sólida merced a una cómoda posición de conducción, sobre un asiento amplio, de buen mullido aunque algo blando, que se hunde con el tiempo de uso, dejándonos algo encajonados. El manillar anchito y largo de puntas -enntre coches, molesta algo-, nos aporta buen dominio y confort, aunque resulta fundamental dedicarle tiempo a escoger su posición. Muy elevado, como nos vino a nosotros, tipo «chopper», puede acabar cargando los antebrazos, optando nosotros por una altura intermedia, sin perder manejabilidad. La corta distancia al suelo del asiento se agradece en ciudad para subir y bajar bien de ella, además de poder echar fácilmente el pie a tierra. Eso sí, en carretera, a los que midan más 180 cm., la posición les puede cansar algo en las ingles, al quedar algo elevadas las rodillas –por momentos hemos optado por sentarnos atrás, en el cómodo espacio del pasajero-.

La mecánica Desmo es la innegable razón diferencial por la que comprar una Scrambler, merced a su carácter y sonido singulares. Y eso que para ser una Ducati el nivel de ruido es muy contenido, quizás demasiado para los puristas de la marca boloñesa que gustan de oír bien el motor. Otro guiño claro de que esta moto va para un público más universal. Idea que se percibe también con el tacto de la mecánica de 803 cc, bondadosa en la entrega de sus 75 CV, con abundante par abajo. Hay empuje suficiente para tener buenas sensaciones pero sin sentir un golpe en la espalda que nos tumbe. El tacto del gas es óptimo -salvo algún «tosido/vacío» que aparece esporádicamente a pocas vueltas si abrimos el puño rápido en recorridos urbanos- y la linealidad motriz aporta confianza como para dejar al motor rodar en modo pacífico, sabiendo que está guerrero si se lo pedimos.

Urbanita agreste

En ciudad el buen escalonamiento del cambio, con un tacto suave para ser una Ducati, ayuda a la buena movilidad, lo mismo que en carretera, donde la Enduro sabe correr y sin vibrar demasiado. Los trayectos interurbanos los completa la X con solvencia de la misma manera que lo hace por carreteras secundarias así como si nos escapamos por alguna pista, no muy complicada y de buen suelo. La mecánica siempre es noble, agradecida, incluso a la hora de derrapar en tierra, permitiendo deslizar bien la rueda trasera para guiar la moto haciendo abanicos con el tren posterior, a pesar de llevar una rueda ancha y tener bajo el centro de gravedad.

Eso sí, cuidando por dónde pasamos para no comprometer el golpear los bajos del motor, apenas a 15,5 cm del suelo. Por cierto que en el campo hay que mirar la posición del manillar pues, para ir de pie, habría que elevarlo. La dualidad es lo que tiene, que puede costar encontrar algunos reglajes idóneos para ese pretendido uso mixto. Lo mismo nos puede pasar con la presión de los neumáticos, más baja para campo; gomas que, por cierto, en campo, se defienden dignamente.

En carretera la Scrambler nos consigue atraer por su buena estabilidad combinada con un gran agarre de los neumáticos Pirelli Dual Sport, por encima de las prestaciones mecánicas, permisivos y abogados del diablo. Tal es la capacidad que nos ofrece para tumbar, incluso en asfalto que no sea abrasivo, que acabamos rodando muy deprisa, con la limitación en el lado derecho de la facilidad que hay para rozar el silencioso sin llegar a inclinar a lo bestia.

La seguridad en marcha que tiene la Urban nos deja llevar buenos ritmos con un espíritu constante juguetón, e incluso sabiendo que a la hora de frenar hay buena retención con unos frenos contundentes para el espíritu de la moto, sobre todo el monodisco delantero de 330 mm, apoyados por el ABS -bien tarado en uso «on» pero demasiado intrusivo en uso «off road»-.

En el saludable sentir de la Scrambler interfiere la suspensión, material Kayaba que nos agrada, más la horquilla (sólida y cómoda) que el amortiguador. Éste, además de tener una presencia no del todo conseguida para esta moto, aporta un tacto algo seco en compresión, sobre todo en golpes fuertes.

Imantados nos deja la Scrambler Urban Enduro, moto para fetichistas y «fashionistas» que gustan de tener la «it» girl del momento, con detalles «cool» como el enchufe USB bajo el asiento para cargar dispositivos móviles

Conclusión

Por sus obras y por sus frutos la conoceréis… La Urban Enduro es una moto divertida y para divertir, con la que ganas confianza y pierdes complejos, moto real que no de pega para la vida en la ciudad con escarceos camperos ligeros para la quema de adrenalina.

Por ese motivo, además del estético, la X incorpora una serie de protecciones en aquellas partes de la moto más expuestas a golpes en uso «off road». Una buena embaucadora para pasarlo bien. Buena habilidad urbana, divertida en rutas, aunque sin protección alguna del viento y, con óptima capacidad para ir acompañado. Una moto de espíritu muy divertido.