KTM 200 Duke

Llega la KTM 200 Duke, una atrevida urbana que la marca austriaca se saca de la manga sobre la base de su 125 Duke. Realmente divertida, te lleva un paso más allá de la mera funcionalidad.

Óscar Pena. Fotos: Jaime de Diego

KTM 200 Duke
KTM 200 Duke

La KTM 200 Duke es un purasangre de iniciación. Un potrillo con genes deportivos,  capaz de ofrecer las gratificantes sensaciones en ciudad y en carretera que le cuestan alcanzar a su hermana pequeña de  125 cc. Comparte absolutamente todos sus componentes con ella, salvo el motor. Y la diferencia mecánica se aprecia considerablemente  al rodar a sus mandos. Mucho más que los «apenas» 200 € más que cuesta al ir a comprarla al concesionario. Eso sí, la del Duke del «cuarto de litro» puede ser conducida con carné de coche, y nuestra protagonista de hoy  no. Un matiz importante que a buen seguro tienen en cuenta los afortunados propietarios de las pequeñas de esta saga. Sea como fuere, la nueva Duke ofrece multitud de ventajas, y solo algunos matices mejorables. Veamos cuáles.

El poderío de los monocilíndricos de KTM está fuera de toda discusión. Actualmente su motor de 250 cc es el referente en la nueva categoría de Moto3 del Mundial de Velocidad. Pero además, sin ir más lejos, la 690 Duke, la hermana mayor de nuestra protagonista de hoy, ofrece un verdadero torrente de prestaciones y sensaciones deportivas. Y precisamente en ella se inspira esta pequeña y muy accesible «doscientos».

La base de partida es el monocilíndrico de cuatro tiempos y refrigeración líquida de la versión de 125 cc. Este experimenta una subida de cilindrada de un 60 por ciento, además de recibir nuevos componentes. Así, son inéditos los árboles de levas, las cuatro válvulas de mayor tamaño, y el pistón más grande. Además tiene un cigüeñal totalmente nuevo, caja de admisión del aire y escape. Éste, compuesto por tres cámaras y dotado de catalizador, se localiza en posición central, bajo el motor, lo que favorece la centralización de masas. El resultado es un propulsor capaz de rendir 26 CV a 10.000 rpm (15 CV la 125 cc) en nuestro banco de potencia, y un par de 1,9 kgm a 8.000 rpm. Unos valores que, en conjunción con su enorme ligereza y manejabilidad, la hacen realmente divertida en cualquier ambiente.

 

Entre sus características más señaladas, sobresale por su capacidad para salir desde parado con soltura, mucha más que la 125 cc, al punto de no tener necesidad de abusar del embrague en ningún momento. Después es capaz de subir de vueltas con bastante soltura, para explotar a partir de las 7.000-8.000 rpm y hasta el corte del encendido, que le cuesta alcanzar en casi cualquier velocidad. Además, cuando se acerca a él el sonido cambia, y las vibraciones, que no llegan a ser molestas en ningún momento, aumentan, lo que nos anima a subir de velocidad antes de alcanzarlo. En este sentido, casi te guías por el oído, ya que el cuentarrevoluciones del cuadro no se lee demasiado bien debido a lo pequeño que son sus dígitos. De hecho la dificultad de lectura de un cuadro sumamente completo, es uno de los detalles mejorables de la 200 Duke. Sea como fuere, el cambio, tanto en su tacto como en sus desarrollos, nos ha parecido muy acertado, y con una calidad a la hora de jugar con él digno de motos mayores.
El consumo, con 3,4 l a los 100 km de media en la prueba, es igualmente destacable, sobro todo pensando que es una moto orientada en gran medida hacia el uso cotidiano. Algo que, sin duda, es el resultado de un buen trabajo en la inyección y también producto de su bien escalonado cambio cerrado de seis velocidades.

Como ya hemos comentado, la parte ciclo es compartida con la versión de 125 cc. En lineas generales soporta perfectamente el trabajo extra propiciado por su nuevo motor con más potencia, y te permite una conducción atrevida en zonas viradas sin comprometer el confort en ciudad o autopista. La posición a los mandos es muy agradable, el mullido de su asiento correcto, y la rigidez y geometría de su chasis tubular de lo mas acertados, dirigiéndose de un lado a otro con facilidad. Gracias a su ligereza (139 kg llena), se mueve en parado y a baja velocidad como una bicicleta.

Las suspensiones, de reglajes ciertamente suaves, terminan por ser insuficientes al aumentar el ritmo, y se echa de menos la posibilidad de regular la horquilla en precarga de muelle e hidráulicos. Este pequeño inconveniente es sin embargo anecdótico comparado con el punto más débil de la KTM 200 Duke: los neumáticos que monta de origen. De nombre impronunciable, es lo primero que hay que cambiar si le vas a dar un uso más allá del meramente ciudadano, ya que la adherencia que muestras es ciertamente limitado, tanto al rodar sobre suelo seco como mojado. De este modo, se podría aprovechar con mayor seguridad la potencia y mordiente de su frenada, y las buenas cualidades que en general ofrece su parte ciclo.
La pata de cabra es muy larga, cuidado al estacionar. Este aspecto también lo mejoraríamos.
Con todo, la KTM 200 Duke es entre las de su segmento (de 200 a 250 cc), la moto con mejor relación peso/potencia, y al tiempo económica de adquisición. Un esfuerzo realizado por parte de la firma austriaca que seguro se verá recompensado.