Objetivo 100.000: Suzuki GSX-750F

Pues si resulta que mi mutada «Susi» ha conseguido cumplir los 100.000 km, y eso que yo como dueño no es que haya ayudado mucho, porque hemos tenido juntos mucho trote y mala vida…

Álex Amadó

Objetivo 100.000: Suzuki GSX-750F
Objetivo 100.000: Suzuki GSX-750F

En diciembre de 2001 y nada más salir del concesionario, nos largamos de concentración (o esa era la idea) a la Invernal de Arguis. Resultó que aquel año hubo un temporal de nieve sin parangón que provocó un colapso monumental en las carreteras catalanas. Pero como casi todos en el Moto Grup Druïdes andamos algo faltos de cerebro, salimos nevando y el resultado fue que la moto acabó haciendo noche en el arcén de la autopista AP-2 cubierta de nieve acompañada de la de los amiguetes más «faltos», mientras nosotros dormíamos como indigentes en el suelo de un área de servicio. Una aventura muy resumida pero memorable.

A partir de ahí empezamos nuestro trajín diverso por las carreteras. Con el cambio de año hicimos Pingüinos y de ahí en adelante con todas las que se ha podido ir. En una de estas conocí a una mozuela motorista de Lérida del Moto Grup Sheriffs (actualmente mi pareja para los restos, la cual sigo amando tanto como a las motos), y claro, pues más kilómetros para la «Susi» desde Barcelona a Lérida. Entre otros sitios hemos ido a Elefantreffen y nos hemos pateado toda Italia juntos.

La elección

Fue difícil de escoger entre el abanico de motos turísticas pero su «casi» indestructible motor y precio me hicieron decantarme por ella. Lo de «casi» viene porque la pobre moto no podía tener peor dueño que yo, que se me ocurre adentrarme en el insondable mundo de la mecánica con un destornillador y una cerveza. El resultado fue que a los 91.000 km le hice el reglaje de válvulas quedando finísima y corriendo unas tandas libres en Montmeló de la concentración de las 24 Horas.

¡La GSX se portó de fábula! Al no tener una llave dinamométrica para calibrar el par de apriete sobre las contratuercas de las válvulas, se les ocurrió aflojarse viniendo de Lérida y terminó por fundirse la cabeza del pistón con la válvula, destrozando asientos y demás. Después de sopesar precios de reparación y de la moto, conseguí milagrosamente un motor legal y la gente de una escuela de mecánica de Barcelona me lo sustituyo gratuitamente. ¿Una persona trasplantada deja de ser la misma persona? Pues mi moto igual.

A fecha de hoy la moto ha estado parada casi 18 meses ya que un tropezón me rompió la cabeza del radio y estuve enyesado y sin moto. Un año en blanco por culpa de problemas en las muñecas y en el túnel carpiano, motivo por el cual monté unas torretas de motocross y manillar plano para seguir dando guerra. Pero esas no son las únicas modificaciones. Cambié el escape por uno de carbono para no quemar las alforjas (y de rebote pelea con la parienta por apoyarse sobre ellas), tengo cambiados los logotipos laterales por los que se ponen en Japón y usa los genuinos de Katana, modelo mítico y originario de la saga.Además del súper tapizado y mullido del asiento para hacer kilómetros a «cascoporro», de este modo tengo una moto a mi medida y necesidades, algo que es muy habitual más allá de los Pirineos, donde saben mucho de motos.

Por cierto, el contador digital no sobrepasa los 99.999 km bloqueando los parciales que dejan de contar y no pudiendo ser reseteado. Este problema hizo que me pusiera en contacto con Suzuki Barcelona (Oriol Motos) donde me sustituyeron los relojes en garantía excepcional sin coste alguno, «chapeau» por ellos.

«Mea culpa»

Sobre el comportamiento de la moto, no tengo pegas. Hay que cambiar el filtro del aire cuando toca o te quedarás tirado por exceso de consumo. El aceite no da problemas con los minerales, los sintéticos se los bebe que da gusto. Sobre averías, cambié el embrague a los 45.000 km, por abusar de las quemaditas de rueda. Retenes de la horquilla delantera a los 30.000 km y subsanado poniendo unos protectores de la industria auxiliar. Discos de freno rayados y substituidos. Latiguillos metálicos inextensibles, porque si de algo peca esta moto es de falta de frenada, algo que en mi caso solucionó el carné por puntos.

Una vez hice el cambio de aceite antes de salir de concentración hacia La Rioja y a los pocos kilómetros todos mis compis de detrás iban salpicados de aceite de mi moto. Resulta que el tapón de relleno salió volando. Lo solucionamos metiendo tres litros de aceite de coche y un tapón de corcho y ¡1.000 km entre ida y vuelta a Logroño sin problemas! A la vuelta encontré el tapón en el parking. Y como esta, ha habido más, como aquella en Pamplona que se partió la cadena por poner el clip de cierre mal, u otra en Bolonia donde salió volando la bujía quedando sujeta por la pipeta. Ahora me río pero en el momento…