Kawasaki Z 1000

Contundente. La nueva Z1000 ya está entre nosotros. Por diseño, arquitectura y comportamiento nada tiene que ver con la anterior versión. Son tocayas, pero en poco más coinciden. Su respuesta contundente y sus buenas maneras nos han sorprendido. Bienvenida sea.

Texto: Víctor Gancedo | Fotos: Juan Sanz

Kawasaki Z 1000
Kawasaki Z 1000

Desde que en 2003 se puso en escena la primera Kawasaki Z1000, nunca ha llegado a alcanzar el éxito deseado por su fabricante. A pesar de contar con un precio irresistible para tratarse de una «mil», las ventas de este modelo siempre han sido escasas, algo que ha contrastado mucho con la enorme popularidad de la que goza la Z750, una auténtica superventas.

Pero Kawasaki no "ha arrojado la toalla" y como ya os hemos venido anunciando desde principios del mes de octubre pasado, vuelve a la carga con una nueva Z1000. Con una estética muy futurista y totalmente renovada , ahora incluye un espectacular chasis de dos vigas de aluminio que discurren por encima de la culata (como en la ZX-10R) y a él se ancla un motor inédito de cuatro cilindros en línea y 1.043 cc que no deriva de ningún otro y que ha sido realizado específicamente para propulsarla. Según declara "Kawa", la nueva Z1000 no ha sido diseñada "en busca de la mejor velocidad o de unas prestaciones de infarto", si no que se ha desarrollado con el objetivo de que transmita muchas sensaciones al conducirla y de que su comportamiento deportivo no defraude. Para ello incorpora suspensiones multirregulables, discos lobulados con pinzas de anclaje radial y, nada más subirte a su asiento, el conjunto se siente claramente más ligero y compacto, con unas reacciones mucho más directas, tanto a la hora de acelerar, como en el momento de insinuarse sobre su dirección. El tarado más firme de las suspensiones, sin apenas recorridos muertos, también contribuye a que esta nueva "zeta" sea tremendamente espontánea.

Kawasaki ha preparado un nuevo conjunto que rebaja en cerca de 15 kilogramos el peso de la anterior versión, y esta es una cantidad considerable y de agradecer. Su sistema de escape, con una salida desdoblada por cada lado, sigue la tradición de las Z1000, aunque lógicamente, el diseño de los silenciadores es nuevo.

Desde que recorres los primeros metros a sus mandos, compruebas que el comportamiento y las sensaciones que transmite son totalmente acordes con la agresiva y futurista estética del modelo. Está claro que es otra moto. Quizá por concepto se asemeje un poco a su antecesora por eso del manillar alto y la ausencia de protección, pero por lo demás, esta Kawasaki se puede decir que sólo comparte denominación con su antecesora.

Más rabiosa
Desde la primera vez que enroscas el puño del acelerador te das cuenta que dispone de una gran "pegada". En la forma de responder desde bajo régimen recuerda a la MV Agusta Brutale 1078R del año pasado, probablemente la moto con la respuesta más instantánea de todas las que han pasado por nuestro garaje. En esta "Kawa" puedes engranar las sexta y circular prácticamente como si fuera una moto automática. Donde no se parece a la italiana mencionada anteriormente es en el funcionamiento. En este aspecto es mucho más suave. Transmite una ligeras vibraciones, pero éstas son hasta gustosas. Luego su sonido es muy bonito. Resulta agradable escuchar cómo cambia cada vez que abres y cierras el acelerador. Su ronquido cuando aspira es excitante. Desde 4.000 rpm ya responde con cierta contundencia, pero lo mejor llega cuando alcanza las 6.000 rpm.

A partir de ahí, impresiona enlazar marchas sin necesidad de subir más allá de las 9.000 rpm. A este régimen empuja mucho y ya se puede ir muy rápido entre curva y curva. Si quieres y como es lógico, hay más motor; pero entre 10.000 rpm y el corte de encendido ya no sube de vueltas tan rápido, aunque su forma de aullar a alto régimen no deja de ser excitante. De hecho, la Z1000 nunca deja de serlo. Con respecto a la caja de cambios y al embrague, también la nota es alta. Presionar la maneta del embrague o empujar la palanca de cambios no supone ningún problema. Las operaciones de cambio se realizan sin apenas esfuerzo y el recorrido de la palanca se puede decir que es el ideal. El nuevo motor de 1.043 cc no demuestra puntos flacos. Los desarrollos de su caja de cambios se perciben un poco cortos (232 km/h en sexta sobre el banco de potencia), pero para una moto de este tipo, la verdad es que no hace falta más.

Compacta y firme
Como demuestra su diseño y a pesar de ser una naked, esta moto no tiene huecos. Todo en ella está muy bien encajado y gracias a ello su tamaño es contenido para su cilindrada y se siente estrecha entre las piernas debido a que las vigas del chasis discurren por encima de los cilindros y que el depósito no es muy grande (15,5 litros declarados de capacidad). Sólo si eres más alto que la media tendrás complicaciones a la hora de acoplarte a ella. Su asiento es suficientemente largo como para desplazarte sobre él sin problemas dependiendo del momento y del tipo de conducción de conducción que desees practicar. No te sientes encajonado como en otras naked. Además, apoyarte detrás sobre el asiento del pasajero es incluso agradable.

El manillar es más bien estrecho, pero a pesar de ello puedes mover la moto de un lado a otro con rapidez. Quizás los puños se aproximen más de lo acostumbrado al depósito a la hora de girar al máximo en maniobras a baja velocidad, pero esto no es un problema una vez acostumbrado y demuestra lo apretado que está todo en la Kawasaki. Por otro lado, aunque posee una pantalla sobre el faro, estos dos elementos se encuentran tan bajos que se puede decir que la protección es prácticamente inexistente en la parte alta de nuestro cuerpo. En el momento de aprovechar el motor en marchas largas debes tensar tu cuello al máximo para ganarle la batalla al viento.

Por ello lo mejor de esta Z1000 lo encuentras cuando evitas vías rápidas y trayectos largos a alta velocidad. En carreteras de curvas es muy divertida. Hay que agarrase fuerte a su manillar porque todo es muy directo. El tarado de sus suspensiones es firme y ello aumenta la sensación de respuesta al puño del acelerador. Para circular con alegría no resulta necesario apenas bajar a segunda. Su respuesta es tan generosa, que ya en tercera te saca de cualquier ángulo con viveza. También la facilidad con la que la rueda delantera se despega del asfalto al acelerar en las marchas más cortas te "obliga" a circular en una marcha más de lo habitual. Con el neumático anterior en el suelo, los cambios de dirección se efectúan con rapidez y a pesar de la sensación del ligereza del tren delantero, no se muestra nerviosa. Sólo en aceleración y sobre firmes irregulares deberemos estar pendientes y cortar un poco para seguir disfrutando. Pero para ser una moto tan compacta, corta y potente, se puede decir que su aplomo es sobresaliente. Con respecto a los frenos no hay nada que objetar. Tienen buen tacto y se dosifican muy bien.

A lo mejor puedes notar un recorrido un poco largo en frenadas fuertes, pero esto es debido a que, como buena japonesa, no monta latiguillos inextensibles ("metálicos") en origen, pero como he comentado, frena más que de sobra.

En la Z1000 Kawasaki ha conseguido reunir dos mundos que en otras monturas parecen estar reñidos. Es agradable y fácil de conducir, perfecta incluso para ser utilizada a diario, pero si quieres sensaciones fuertes, también es capaz de transmitírtelas. Todo dependerá de tu mano derecha y de hasta dónde quieras llegar. Con la Z1000 no te vas a aburrir. Con ella la diversión está garantizada, aunque, como digo, no es una moto que te obligue a circular "con el cuchillo entre los dientes" de forma permanente.