Llevo ligado a las motos desde pequeño, y ya tengo mis años, así que puedo decir que tengo bastante experiencia en el mundo de las dos ruedas. Mi primera moto fue una Mobylette, luego tuve alguna que otra Vespa y lo que fue el sumun para mí en aquellos tiempos: una Montesa Impala 175 cc. Después vino la mili, los hijos y también las japonesas (me refiero a motos) y me enamoré de una flamante Yamaha XJ 600 que había en el escaparate del concesionario Yamaha de mi pueblo (Alcalá de Guadaira). Convencer a la que entonces era mi mujer para poder comprarla costó más trabajo que juntar el dinero para pagarla. Pero todo se consiguió. Sin embargo, tuve que desprenderme de ella por un loco automovilista que me llevó por delante y me tiré un tiempo sin moto… y sin poder andar en condiciones. De las secuelas que me quedaron puedo compararme con los pilotos de velocidad, ya me rompí el famoso astrágalo.
Una vez recuperado vuelta a empezar, otra vez a convencer a la parienta; esta vez me costó más trabajo y alguna que otra concesión. Como estaban empezando a pegar fuerte las trail, pero las trail de verdad y además tenían muy bien de precio, me embarqué en una Yamaha XT 600, de las que había que arrancar a fuerza de patadas. A mi ex le gustaban bien poco las motos y mucho menos las concentraciones, y yo, iluso de mí, no tuve otra ocurrencia que convencerla para ir a Faro, cuando los que iban a Faro se podían contar con los dedos de las manos.
A la vuelta se vino en coche con unos amigos con los que coincidimos allí y al llegar a casa me prometió que no se volvía a montar más en moto. Luego vinieron otras motos, otras circunstancias, incluida una separación. Empecé a aficionarme a asistir a concentraciones cada vez más distantes de mi domicilio. Así mataba dos pájaros de un tiro, viajar en moto y hacer turismo. Por entonces tenía una BMW F600 y se me quedaba pequeña para viajar con equipaje.
Me propuse cambiar de moto, necesitaba una moto más rutera y que pudiera cargarla con lo necesario para largos trayectos. Gracias a los consejos de unos colegas y a que me cuadraba el presupuesto, Me decidí por una Yamaha XJ 900 Diversion. Fue un acierto. Al principio me parecía un poco grande para el uso cotidiano, y bastante pesada. Mis colegas mas jóvenes dicen que es una moto para hombres, y con el tiempo fui acostumbrándome a ella y a empezar a aventurarme con largos viajes.
También apareció en mi vida una nueva mujer, que no conocía el mundo de las motos, pero que no tuvo reparos en probar y no le disgustó, sino todo lo contrario. Además dice de la Yamaha XJ que va muy cómoda en ella. Le costó más trabajo acompañarme a alguna concentración, hasta que un buen día decidió acompañarme a Almería a una y le encantó el ambiente. Desde entonces no hemos parado de viajar juntos; vamos, que solo me deja las escapaditas cortas con los colegas de los domingos por las mañanas.
Desde que estamos juntos aparte de conocer bastantes lugares de España hemos dado el salto a Europa, aprovechando las concentraciones que organiza la FIM, como los Motocamp que para quien no lo sepa les diré que el ambiente que allí se respira es cien por cien motero con gente de todas las edades, aunque predominen los que pasan de los 40, con muchos kilómetros a sus espaldas y venidos de todos los lugares de Europa. Suelen celebrarse en zonas habilitadas para acampadas, así que tienes que ir con todos tus bártulos. Imaginaros un viaje de 15 días, dos personas, ropa y enseres, tienda, colchón hinchable y sacos de dormir encima de una moto. Pues para mi Yamaha XJ no es ningún problema. Ya la tengo acostumbrada, aunque la pega (es no contar con un depósito con algo más de autonomía. Lo que he descubierto viajando fuera de nuestras fronteras es el respeto enorme que los automovilistas tienen a los motoristas. Nunca me imaginé que cuando llegara a un atasco, los coches se desplazarían hacia los lados para dejarte pasar sin dificultad por entremedio de ellos. O como en Chequia que se meten en el arcén, para facilitarte el adelantamiento.
La verdad que es una moto que me ha hecho disfrutar del placer de viajar con ella, tanto yo como mi pareja que siempre me dice que va bastante cómoda; y nunca nos ha dado ningún problema. Además son muchos años juntos y le tengo cogido mucho cariño. ¡Que me dure otros 100.000 más.