Probamos la KTM 125 Duke Power

La 125 Duke fue el año pasado una de las motos más solicitadas de 125 cc con 540 unidades vendidas.

Victor Gancedo. Fotos: Lluis Llurba

Probamos la KTM 125 Duke Power
Probamos la KTM 125 Duke Power

La 125 Duke llegó el año pasado, convirtiéndose en la moto más deseada de su categoría. Es un modelo muy completo y atractivo, pero se puede mejorar gracias a los accesorios del catálogo Power Parts de KTM.

La 125 Duke fue el año pasado una de las motos más solicitadas de 125 cc con 540 unidades vendidas, una cifra importante y más teniendo en cuenta que consiguió alacanzarla en poco más de seis meses, pues su comercialización comenzó a mediados del mes de julioEstá claro que la más jovial de la saga Duke causó una gran expectación antes de su llegada y esto se tradujo en el éxito comercial anteriormente citado. Además, en el acumulado de los primeros cinco meses de este año ha estado a punto de alcanzar las 300 motos matriculadas, lo que quiere decir que sus ventas no «han sido flor de un día». Las más de mil unidades de 125 Duke que a día de hoy deben circular por nuestro país así lo demuestran.

Se puede decir que la 125 Duke fue concebida a imagen y semejanza de sus hermanas mayores, y por ello es una moto muy llamativa y atractiva para tratarse de una 125 cc. Cuenta con una parte ciclo muy robusta, con un chasis multitubular de acero que se apoya delante en una horquilla invertida WP con barras de 43 mm y detrás en un basculante de dos brazos de aluminio con los nervios a la vista, acompañado de un monoamortiguador central, también WP y muy aparente. Además, el gran disco de freno delantero está mordido por una pinza Brembo de cuatro pistones y anclaje radial. Ahí es nada.

Y todo se adereza con una estética muy sugerente, un manillar alto que permite un gran control en todo momento y un monocilíndrico de diseño muy moderno que se encuentra en el «límite del bien», pues su potencia verificada supera por poco los 15 CV, y eso es lo máximo que puede rendir un 125 cc de acuerdo a la normativa actual y si se pretende conducir con el carné A1.

La 125 Duke es la primera moto de la marca austriaca fabricada en la India, pero eso no impide que sea una KTM con todas las de la ley, con los estándares de calidad habituales de la firma que luce en su carrocería. Además, gracias a ello se ha podido fijar un precio muy competitivo para ella de acuerdo al tipo de moto que es. Por 3.789 euros está claro que no hay nadie que nos dé tanto en el segmento de 125 cc.

Además, con los accesorios del catálogo Power Parts, KTM consigue que la 125 Duke adquiera un mayor magnetismo y que sus propietarios se sientan más atraídos por ella. Un aliciente más para que se mantenga entre las motos más vendidas de su clase.

Si hay una palabra que defina el funcionamiento de la 125 Duke, esa es la de agradable. El accionamiento de su caja de cambios está muy logrado y enlazar marchas exprimiéndolo hasta superar por poco las 10.000 rpm no resulta inapropiado. Quizás el silenciador Sebring que monta la unidad de estas páginas le resta algo de respuesta a bajo régimen, pero luego gana un poco arriba a base también de algo más de sonido (éste nos recuerda un poco al de las Moto3 actuales).

Hablando siempre en términos de 125 cc, la moto de serie no necesita ir muy alta de vueltas para responder con cierta prontitud en cualquier marcha. Ahora es mejor mantener el monocilíndrico girando por encima de 7.000 rpm, especialmente en marchas largas, para que la alegría no decaiga. Digamos que hay que conducirla de forma más deportiva, lo que también puede ser más excitante. Además, hay que recordar que su velocidad máxima roza los 120 km/h reales, lo que no está nada mal para ser una 125 cc, y siempre manteniendo consumos que superan por poco los 3 litros/100 km. De este modo, es fácil recorrer más de 300 km con un solo depósito.

Aunque por prestaciones te permite circular por carreteras y autopistas, la pequeña de la saga Duke es eminentemente urbana. Con solo 136 kg en orden de marcha y gracias a su acertada configuración, extremadamente ágil y manejable. Se mueve entre coches a las mil maravillas gracias a que puede girar en muy poco espacio, y aunque tiene empaque y es un poco alta para su categoría, desenvolverse con ella es sumamente sencillo. Su manillar alto es un tanto campero, sin embargo los estribos se anclan altos y retrasados, por lo que en este aspecto también tiene cierto carácter deportivo, aunque sin llegar a incomodarnos en ningún momento.

Otra cosa buena que tiene y que conviene destacar es que ergonónomicamente está preparada para admitir pilotos de diversas tallas. Incluso acepta sin problemas a los que su tamaño está por encima del de la media, algo interesante de acuerdo a cómo crecen los jóvenes de hoy en día (y lo rápido que lo hacen).