Triumph Speed Triple R: Prueba a fondo

El nombre de la Triumph Speed Triple Res sinónimo de streetfighter polivalente, plena en términos de diversión y prestaciones. Ahora estas cualidades se acentúan, y mantiene su excelente validez en multitud de escenarios.

Óscar Pena / Fotos: Juan Sanz

Triumph Speed Triple R: Prueba a fondo
Triumph Speed Triple R: Prueba a fondo

Triumph vuelve a sorprendernos con una versión «R» de lo más completa. En esta ocasión, toma como base la conocida Speed Triple, a la que equipa con componentes de mayor calidad y una serie de detalles estéticos  que la hacen más exclusiva, tanto desde el punto de vista dinámico, como del equipamiento.

El precio, lógicamente, se resiente, quedando establecida la diferencia entre las versiones básica y «R» en torno a los 2.700 €.

La Speed Triple R es una Streetfighter muy dinámica y accesible, con la que puedes salir a pasear una tranquila mañana primaveral, ir a rodar en circuito para dar lo mejor de ti y quemar un poco de adrenalina, o utilizarla a diario para tus quehaceres ciudadanos. Y todo ello disfrutando de una moto con una estética muy lograda, bien rematada a todos los niveles y con profusión de piezas de carbono de alta calidad.

A esto hay que sumar la presencia de firmas tan conocidas como Brembo, que aporta sus pinzas radiales monobloque y discos de gran diámetro para asegurar una gran frenada. No falta Öhlins, que propone un excelente amortiguador trasero TTX36 y una horquilla NIX30 bien reglada para asegurar la máxima efectividad en conducción deportiva, sin detrimento del confort.

Además de todo esto, Triumph monta en su Speed Triple R unas llantas de aluminio forjado de gran resistencia y ligereza, que reducen el peso del conjunto ostensiblemente. Y, por supuesto, existe, como en la versión estándar, la posibilidad de adquirirla con ABS.

En definitiva, la Speed Triple R ha sido equipada para superar, desde el punto de vista dinámico, a la versión básica, y ciertamente lo consigue, erigiéndose como unas de las mejores deportivas «desnudas» del mercado.

En carretera, sea muy virada o muy rápida, es toda una delicia, y a poco que tengamos una puesta a punto de suspensiones equilibrada se convierte en una moto tremendamente efectiva y divertida. Es muy estable a alta velocidad a pesar de su desnudez, es noble, precisa, intuitiva y rápida en los cambios de dirección. Con su manillar ancho éstos se hacen prácticamente con el pensamiento, y los frenos te permiten apurar hasta el último milímetro gracias a su progresividad y potencia.

Rodando fuerte se echa de menos un amortiguador de dirección para los posibles movimientos del tren delantero en fuertes aceleraciones, pero esto solo ocurre en momentos muy puntuales o rodando en circuito. También es cierto que si vas tan rápido como para necesitarlo, fácilmente encuentras en el mercado un modelo que se adapte a tus gustos.

La Speed Triple R también ofrece polivalencia. Ergonómicamente es cómoda, algo durilla de asiento (normal buscando un tacto deportivo), y a pesar de carecer de carenado, sus faros y cuadro de instrumentos, muy completo por cierto, deriva el aire hacia arriba de forma que ofrece cierta protección aerodinámica, especialmente en la zona del pecho. Además, la suavidad de su motor a bajas revoluciones y el tacto agradable de su embrague te permite circular con fluidez entre el tráfico o en el extrarradio.

A esto hay que sumar la ligereza, brío y carácter desenfadado, que te animan a cogerla con cualquier finalidad, y el resultado es una moto realmente muy completa. Solo en maniobras a baja velocidad o entre el tráfico se echa en falta mayor radio de giro de manillar. Éste es su mayor defecto en este ambiente, mientras que la firmeza de las suspensiones, con muelles ligeramente más duros que en la versión estándar, repercuten ligeramente en el confort al circular por zonas muy bacheadas.

El tricilíndrico de Hinckley no deja de sorprender. Con 130 CV empuja con fuerza a cualquier régimen, mostrándose realmente muy veloz y poderoso. Con unas curvas de potencia y par realmente lineales, pocos «peros» se le pueden poner. Quizá, y esto es más un gusto personal que otra cosa, podría depurarse la gran inmediatez de reacción del motor ante las insinuaciones sobre el puño del gas. Para rodar en circuito o conducción deportiva es excelente, sin embargo para moverte por carretera, y sin ir buscando tiempos, quizá sea excesiva.

También se echa de menos, ya que es la versión «R», un cambio semiautomático como el de la Daytona R. Puede que lo veamos en futuras versiones de la Speed Triple. El trabajo del cambio es preciso, aunque algo duro, y el consumo bastante contenido. A nosotros nos ha gastado 6,0 litros a los 100 km de media en la prueba.

Sin duda, la Speed Triple R satisface las expectativas, al ofrecer una imagen y comportamiento más deportivo todavía que el de la versión básica.