Triumph Trophy

La nueva Trophy representa la visión que los ingleses tienen de una Gran Turismo, y es que la moto cumple con los cánones de la categoría pero lo hace con su inseparable tricilíndrico en línea.

Sergio Romero. Fotos: Juan Sanz.

Triumph Trophy
Triumph Trophy

Acaba de llegar la última y flamante creación de Triumph, la Trophy. Se trata de una GT que ha nacido tomando como base el motor de la Tiger Explorer, algo similar a lo que ya hizo en su día BMW, fabricando con el mismo motor una trail, la GS, y una turismo, la RT. Los ingleses han seguido este camino, pero a diferencia de sus rivales más directos han hecho un chasis específico para la Trophy y han preparado una carrocería y un equipamiento totalmente nuevo. Es cierto que a primera vista se pueden encontrar algunos parecidos con su competidora, pero una vez empiezas a rodar con la Trophy te demuestra que tiene su propia personalidad, como sucede con todas las motos que salen de Hinckley.

Colocarte en el puesto de conducción significa encontrar a tu disposición todo lujo de detalles que te hacen la vida más fácil. Tu mano izquierda es la que tiene más funciones que controlar, y es que en esta versión SE el equipo de música se maneja desde una ampliación de la «piña» izquierda. Junto a ella están los mandos que te permiten navegar por la completa información del cuadro y ajustar las numerosas posibilidades que ofrece. También se encuentra en este lado del manillar el botón para regular la altura de la pantalla y la de los puños calefactables. Así que la mano izquierda toma un protagonismo poco habitual en las motos normales. Es cierto que la ergonomía de estos mandos no es tan buena como en algunas de sus rivales, ya que una vez en marcha tienes que soltar el manillar para ajustar cualquier parámetro de la radio. A cambio hay que decir que el equipo dispone de Bluetooth y toma USB, además es compatible con iPod. Tampoco queda en el sitio justo el mando de la pantalla, pero es cierto que ésta te ofrece unas posibilidades magníficas.

Desplegada en su posición más alta la protección aerodinámica es total, tan solo se aprecia un mínimo rebufo en la parte trasera del casco, mientras que si la bajas del todo, te deja el campo de visión totalmente libre. La protección es uno de los puntos mejor conseguidos de la parte exterior de la Trophy y es que no solo la pantalla te aísla, también lo hacen la parte superior del carenado y la inferior, de modo que en un día de lluvia parece que no te mojas... Por no decir que apenas sientes el castigo del aire. La posición del cuerpo también es un aspecto logrado, desde el punto de vista de alguien que mide 175 cm, dado que los brazos y las piernas tienen la extensión justa, y el tronco queda a una buena distancia del manillar. De todos modos, el asiento ofrece la posibilidad de variar su altura en dos posiciones, con el práctico sistema de anclajes que ya hemos visto en las trail de la marca. Una vez visto todo esto parece que estás listo para salir, pero no es así...

Giras la llave de contacto y tocas un poco los botones, enseguida descubres que el menú de configuración es completo pero también intuitivo, con una mínima explicación que recibas. Así que antes de iniciar la marcha puedes modificar bastantes cosas, especialmente en la versión SE que cuenta suspensiones electrónicas. Es posible elegir la precarga de éstas, para ir solo, con equipaje o acompañado, y además los hidráulicos de extensión entre confort, normal y sport. También se puede desconectar el control de tracción, aunque no es necesario a menos que te quedes atascado en terreno resbaladizo, y cambiar parámetros como que los intermitentes sean automáticos, además de un largo etc.

El caso es que por fin te pones en marcha y cuando llegas a la primera curva, rotonda o cambio de dirección te quedas pasmado con la rapidez de reacciones de la Trophy. Parece que va ser incluso nerviosa de lo rápido que se cae al interior de la curva, siempre pensando que es una GT de 300 kg declarados, pero luego demuestra que también es estable. Desde luego que el trabajo de diseño y puesta a punto de chasis es muy destacable, dejando ver el «toque» del equipo de ingenieros y de los hermanos Córdoba. Así que tienes esa curiosa sensación de que los kilos desaparecen una vez comienzas a rodar. El equilibrio entre la mencionada agilidad y la estabilidad tiene como aliado unas suspensiones WP muy bien taradas. Al inicio de la prueba estaban en el modo normal y lo cierto es que ahí funcionan ya perfectamente en todas las circunstancias. Es cierto que en carreteras muy bacheadas va mejor en modo confort, dado que van un poco más sueltas. Otra sensación curiosa es que la rueda delantera y la pipa de la dirección parecen estar lejos del piloto, si bien cuando te encuentras dentro de la curva tienes suficiente información de lo que sucede con el neumático anterior. Así que ya sean en curvas rápidas de autopista o garrotes en puertos de montaña, te sientes conectado a la parte ciclo de la nueva GT.

El núcleo de la Trophy es el mismo que el de la Tiger Explorer, el tricilíndrico de 1.215 cc, que tan buen resultado ha dado en la trail. Las características de esta configuración son acertadas para una moto de turismo y es que hay par en toda la gama y una entrega de potencia muy predecible. Puede que incluso demasiado, dado que a pesar de ser potente es tan lineal que no da la sensación de serlo tanto. Eso sí, es una delicia de funcionamiento, por suavidad, ausencia de vibraciones y respuesta del acelerador electrónico. Incluso el robusto cardan tiene unas reacciones bastante conseguidas, de modo que trabajar con el cambio no es ningún problema. Aunque tampoco hay que hacerlo demasiado gracias a la elasticidad del gran tricilíndrico.

A la hora de recuperar en sexta y con la pantalla en su posición más alta se echa de menos algo más de pegada, pero en el resto de las situaciones el motor rinde a la perfección. Si la intención es viajar tranquilamente a velocidad constante el control de crucero es un aliado indispensable, ya que con solo pulsar dos botones dejas ajustada la velocidad y la moto la mantiene perfectamente. A 120 km/h el consumo se sitúa en 5,6 litros, con la pantalla en su posición baja, un buen dato teniendo en cuenta sus dimensiones. Si el ritmo es variado puede oscilar entre 6,5 y 6,8 litros cada 100 km, de modo que con los 26 litros del depósito se pueden recorrer cerca de 400 km. Viajar en moto es sencillo con ella y lo mejor es que también es placentero, dado que se trata de una GT con alma de sport-turismo y con ese toque inglés al que ya se pueden asociar los tricilíndricos.