Yamaha FJR 1300. Prueba a fondo

Desde su llegada en 2001, la FJR ha demostrado ser una GT un tanto extrema de acuerdo a su talante sport. Este año se ha renovado, y además de haberse suavizado su funcionamiento, se ha reforzado aún más su lado deportivo.

Víctor Gancedo. Fotos: Juan Sanz

Yamaha FJR 1300. Prueba a fondo
Yamaha FJR 1300. Prueba a fondo

En los últimos años he probado muchas motos y he recorrido un número importante de kilómetros, pero recuerdo que en los tres viajes más largos que he realizado durante la última década, siempre me ha acompañanado una Yamaha FJR1300. Dos de ellos han sido con la versión con cambio manual, y el otro con la «AS» de cambio semiautomático, así que es un modelo que tengo bien controlado. Del viaje que tengo un mejor o mayor recuerdo fue el que realicé hasta Croacia en el verano de 2007 con motivo de la comparativa de Gran Turismo de aquel año. Fueron cerca de 5.000 km en cinco días, así que nos pegamos una buena «panzada» de montar en moto.

Eso sí, no hice todo el recorrido a los mandos de una Yamaha FJR manual de entonces, sino que fui cambiando de montura con cierta regularidad, como es lo habitual en nuestras comparativas. De este modo pude probar la Gran Turismo de Yamaha en todo tipo de ambientes asfálticos y compararla con sus rivales del momento. De lo que guardo un mejor recuerdo, aparte de su elevado confort de marcha, es de la contundente respuesta que tenía su propulsor de Yamaha YZF-R1 «engordado». Tampoco me he olvidado de su buena manejabilidad, tanto al maniobrar a baja velocidad, como a la hora de desenvolverse en las carreteras más reviradas, de esas que abundan en las islas croatas de la gran bahía de Kvarner. Sin embargo, también recuerdo un par de peros. Uno es que no dimos con el reglaje correcto para la horquilla, a pesar de ser multirregulable, y la unidad que utilizamos tenía tendencia a «cabecear» más de los deseado a la entrada de las curvas y en especial a ritmo rápido. El segundo aspecto criticable era el accionamiento duro de su acelerador. La verdad es que a última hora del día notaba que mi antebrazo derecho se había cargado en exceso y por las mañanas daba un poco de pereza comenzar la jornada a los mandos de la Yamaha. Pero bueno, también era una buena forma de calentar...

Cuando vi la información de prensa de la versión 2013 de la Yamaha FJR1300A me agradó leer un par de apartados. Uno era el que hacía referencia a que se habían sustituido los muelles de la horquilla por unos más duros y también se había actuado sobre las válvulas de sus hidráulicos. En la parte trasera, para compensar, se había efectuado un trabajo similar en el monoamortiguador. Por otro lado, se había sustituido el acelerador de accionamiento mecánico por uno electrónico RbW, lo que también había permitido incorporar un sistema de control de tracción, algo que siempre es bienvenido. Además, se anunciaba una remodelación estética del carenado, una nueva instrumentación y un motor afinado en su funcionamiento, entre otros pequeños detalles. Quedaba claro que la nueva versión de la Gran Turismo de Yamaha no era una novedad absoluta, pero todo apuntaba que las modificaciones que había recibido eran las necesarias, por lo menos sobre el papel.

Y así he podido comprobar durante la realización de esta prueba. Está claro que muchas cosas de la nueva Yamaha FJR1300A te resultan familiares desde el principio, pero también se nota rápidamente que su tacto general es más agradable y que, sin haber perdido confort de marcha, su rodar es siempre más firme, independientemente del ritmo o de la carretera escogida.

Pero no solo el accionamiento del acelerador es más sutil. El funcionamiento del motor es claramente más agradable. Desde los primeros metros que recorres a sus mandos, la sensación que te transmite es que todo está mejor ajustado y las vibraciones son ínfimas. Bien es verdad que en nuestro banco, tanto el valor de potenica máxima, como el de par, se han rebajado ligeramente con respecto a los datos que tenemos de su antecesora, pero aun así sigue rindiendo unos jugosos 125 CV a 8.200 y la curva de par es realmente plana y desde apenas susperadas las 3.500 rpm, hasta casi las 8.000, se mueve muy cerca de su valor máximo (11, 6 kgm a 6.600 rpm). Con unos valores de par tan generosos, Yamaha sigue confiando en una caja de cambios de solo cinco relaciones, e incluso así, la forma de recuperar en su marcha más larga es uno de los aspectos más destacables. Del mismo modo, te permite circular en 4ª y 5ª realmente despacio y con el motor muy bajo de vueltas sin el más mínimo problema.

Como he dicho al principio, la Yamaha FJR1300 es una excelente Gran Turismo, pero también tiene un lado deportivo incuestionable. Por eso, aunque su protección es muy buena, su pantalla frontal no es tan amplia como en otras motos de su segmento y ello hace que nos tengamos que agachar un poco para beneficiarnos de la máxima protección. Aunque por otro lado, los rebufos que se crean al circular a alta velocidad con otras GT y que sentimos en nuestra espalda, en esta Yamaha son prácticamente imperceptibles.

Al conducirla por carreteras muy sinuosas es fácil que nos olvidemos de los 300 kilos que pesa con gasolina y maletas (que no aparecen en las fotos), y sorprende por  su potente frenada, así como por la ayuda del freno motor en reducciones, a la que al hay que habituarse. También su agilidad sorprende, y aunque su tren anterior todavía nos obsequia con ciertos balanceos al conducirla de forma deportiva, la verdad es que a sus mandos es difícil creerse que estamos sentados sobre una «enorme» Gran Turismo. Aunque también nos podremos preguntar cómo hemos podido gastar un depósito (350 km) tan rápido y estando tan frescos. Está claro que la nueva Yamaha FJR es una moto muy lograda y completa. La verdad es que ya tengo ganas de probar la versión AS, con cambio semiautomático y suspensiones electrónicas. ¿Será la moto total?

La personalidad doble que posee la Yamaha FJR1300A no es fácil de conseguir. Cuenta con un motor muy agradable, es confortable y protege bien. Al mismo tiempo, es capaz de transmitir sensaciones fuertes. La respuesta al acelerador es inmediata, incluso excesiva para una GT. Su gran tetracilíndrico sube de vueltas con alegría y al conducirla de forma deportiva, sus 300 kg parecen desaparecer en gran parte.