Yamaha XJ6

Prueba de la nueva naked polivalente de Yamaha. Simplicidad de líneas, facilidad de conducción evidente, comportamiento amable y precio de derribo, la XJ6 tiene todo lo que hay que tener. Una verdaderamente buena primera moto que gustará también al motorista experto.

Thomas Baujard/G.A. / Fotos: Alex Krassovsky

Yamaha XJ6
Yamaha XJ6

Sábado por la mañana, hace un frío severo en Paname (n. del t.: París en argot): ¡apenas un grado! Lo menos que se puede decir es que el tráfico no está incómodo. Tres depilados a fuego en la Isla de San Luis, dos esquilados en la Plaza de los Inválidos. Irreal, pero agradable.

A dúo sobre la XJ6 tomo mis medidas. Una altura del asiento de 785 mm: no hay problema, midiendo 1,75 y visto el hundimiento de las suspensiones sobre las que se sujeta la bestia, tengo los dos pies apoyados por completo en el suelo y las piernas un poco dobladas. Incluso una chica que midiera 10 cm menos estaría encantada. La Yamaha es menuda, corta, ligera pero no exigua, hay suficiente espacio para las piernas una vez en marcha y el depósito no separa demasiado las rodillas. El mismo comentario para el pasajero, que también se siente cómodo. El asiento del piloto no está hipermullido, pero es suficiente, las suspensiones blandas al principio de su carrera útil y después bien amortiguadas (una rareza en un modelo destinado a servir de entrada en la gama de la marca), buen ángulo de giro del manillar: una moto cómoda.

Y más aún, el nuevo pequeño cuatro cilindros de 600 cc y 78 caballos proveniente de la Fazer 600 S2 está lleno de buena voluntad. Su par motor desde 3.000 rpm, un sonido agradable y una flexibilidad… «de cuatro patas», te hacen rey en ciudad. Cambia la receta de la Kawasaki ER-6 con sus «puñetazos» a bajo régimen. Sólo la dosificación del embrague, que engrana bastante tarde cuando se suelta la maneta, te exige un poco de concentración.

¡Mierda! Llueve

Después de cincuenta kilómetros por ciudad, dirección al campo para evaluar el comportamiento dinámico del motor. Ni media broma, justo antes de nuestra salida de París se pone a llover. 2º C, lluvia, va a estar complicado inclinar la moto aunque los Bridgestone BT 21 no hayan derrapado ni una vez en toda la mañana de temperaturas polares. No es grave, sin desmontar atacamos la N12 en dirección al Euro, después de los bellos encadenamientos de la D933. Sobre las cuatro vías, con la moto a 130 km/h de reloj, el azote del viento acabará molestando.

Como en cualquier «roadster» de este tipo, un pequeño quitavientos de plexiglás sería bienvenido para proteger tus cervicales en recorridos largos. A esta velocidad se rueda a 7.000 rpm, a más de 4.000 rpm de la zona roja (comienza a 11.600 rpm), y ninguna vibración viene a molestarte. Más aún, una Z 750 o una CBF 600 no lo hacen mejor. Después de 190 km a un ritmo tranquilo me encuentro con sólo un indicador de nivel de combustible en el tablero: sin «trip» de reserva, así que, por prudencia, me paro para repostar (según Yamaha el último segmento del indicador se pone intermitente cuando se entra en reserva). Consumo medido: 6,1 litros a los 100 km, es decir, una autonomía de 285 km, reserva incluida, con los 17,3 litros contenidos en el depósito. Suficiente.

Inspección de las tropas: haciendo recuento de la flota después de cincuenta kilómetros y, visto cómo quedó la chaqueta de mi pasajera, una aleta trasera más eficaz no habría sido un lujo innecesario. Aparte de esto, RAS, y después de haber secado nuestros guantes ante la mirada burlona de los camareros, reemprendemos la ruta.

Carreras en mojado

Sorprendentemente, sobre mojado, se tiene en seguida la impresión de estar a los mandos de una MotoGP, de tan precario que es el grip. Una pizca de gas en los ángulos, nalgas apretadas, para negociar las rotondas cubiertas de gasoil, y es como si estuvieras en el tramo mágico de Houdan-Oulins (n. del t.: típica carretera de curvas usada los fines de semana por los moteros parisinos para desfogarse, «La Croix Vert», vamos…) con sus falsos aires de montaña del Tourist Trophy. Grandes tramos hilados, a veces deslumbrado a causa del relieve, negociados a fondo, decoración lunar y buen asfalto. Un momento de puro brillo, incluso bajo el diluvio.

En estas circunstancias, la pequeña XJ6 convence. Despegues rabiosos del cuatro cilindros en las curvas, estabilidad sobre los ángulos, motricidad correcta vistas las condiciones: da gusto. Una vez tomada confianza, me atrevo a exigir francamente al doble disco delantero, que responde con progresividad pero con suficiente potencia, como sobre terreno seco. De todos modos, no dejaremos de probar la versión ABS, que representa una más que notoria mejora en la seguridad, sobre todo en estas condiciones.

De vuelta al redil, al día siguiente, me digo a mí mismo que esta locomotora me habría colmado cuando era un joven conductor (en mis tiempos no existía el permiso de conductor de primerizo limitado a 34 CV) y que, visto su precio, se arriesga a contentar a un buen número de moteros. ¡Bienvenida!