Moto clásica: Benelli 250 2c Elettronica

Si no puedes con tu enemigo, ¡únete a él! Esta fue la máxima de Alejandro De Tomaso, el industrial argentino que tomó las riendas de parte de la industria italiana a principios de los años 70.

Pepe Burgaleta. Fotos: Juan Sanz

Moto clásica: Benelli 250 2c Elettronica
Moto clásica: Benelli 250 2c Elettronica

Benelli hoy en día todavía sigue fabricando motos, pero hasta llegar aquí, la firma italiana ha tenido una azarosa vida. Su nombre como constructor de motos es el más antiguo de todos los que hoy sobreviven en Europa, y aunque ha habido épocas en las que ha cesado su actividad, lo cierto es que se estableció en 1911 en la ciudad de Pésaro. La viuda Teresa Benelli invirtió su hacienda en un negocio del que pudiesen vivir sus seis hijos: Giuseppe, Giovanni, Francesco, Filippo, Domenico y Antonio, y después de ser poco más que un taller de reparaciones, en 1920 la compañía presentó su primer motor propio, un 75 cc de dos tiempos. Desde entonces ha llovido mucho y la marca ha cambiado de manos varias veces, incluso puede que ahora sea más conocida por sus escopetas, pero lo cierto es que bajo la propiedad de la compañía china Motor Group Qianjiang, sigue fabricando sus tricilíndricas en línea de alta cilindrada.

Los japoneses

Como para otras muchas compañías de motos europeas, a la crisis que supuso la llegada masiva del automóvil en los 60, se sumó poco después la de las motos japonesas, que combinaban efectividad con buenos precios. Benelli sobrevivía a finales de los 60 de mala manera, aunque se había hecho incluso con compañías que lo pasaban aún peor, como fue el caso de Motobi, adquirida en 1962 cuando Benelli contaba con casi 600 empleados. Al final de la década había lanzado la Tornado 650, una bicilíndrica en paralelo de clara inspiración británica. Pero la presión nipona y la llegada de las tetracilíndricas orientales acabó por llevarla a la bancarrota. En ese momento, en septiembre de 1971, fue adquirida por un industrial argentino afincado en Italia, Alejandro De Tomaso. Éste había dejado su empresa de automóviles, que había sido comprada por Ford en su totalidad, y decidió entrar en el mundo de las dos ruedas. De Tomaso era un enemigo declarado de los japoneses, que clamaba por gravar con más y más aranceles sus productos para salvar a la industria europea. Poco después, a finales de 1972, De Tomaso compró también SEIMM Moto Guzzi y fusionó las empresas.

Aunque Moto Guzzi disponía de una gama particular debido a sus motores V2 de cigüeñal longitudinal, De Tomaso decidió unir esfuerzos con Benelli y producir algunos modelos idénticos con los dos nombres. En las motos de mayor cilindrada Moto Guzzi continuó con sus V2 y Benelli empezó a trabajar sobre motores de cuatro tiempos con cilindros en línea. La primera 500 cc, a pesar de las reticencias de su propietario hacia los fabricantes japoneses, era una flagrante copia de la Honda CB500F, y tras ella se creó una 750 cc de seis cilindros al añadirse otros dos al motor de la medio litro. Pero antes de ellas, los primeros productos de la nueva época fueron las más pequeñas, para las que se mantuvo el motor de dos tiempos, de nuevo con una estructura similar a la de los productos japoneses, diseñándose primero las 125 cc, que se pusieron a la venta a principios de 1972, y luego, un año más tarde las 250 cc de dos cilindros paralelos, que se acabaron vendiendo bajo el nombre de Benelli y el de Moto Guzzi. Más tarde se crearon unas 250 cc tetracilíndricas de cuatro tiempos sobre el mismo diseño del resto de la gama.

Longeva

La verdad es que las Benelli de la época de De Tomaso siempre fueron una fuente de problemas mecánicos, sobre todo las cuatro tiempos, pero también estas dos tiempos, que de sencillas que eran los causaban a veces los componentes eléctricos. Las Benelli 250 anunciaban en su libro de usuario 32 CV, los rebajaban a 30 CV en la información a la prensa y se reducían a unos 25 CV con los carburadores de 22 mm de las primeras versiones de encendido por platinos, pero en cualquier caso, sus prestaciones no eran malas. Tenían la ventaja de contar con un diseño italiano, más atractivo que el japonés, y también los clásicos componentes de la parte ciclo de los fabricantes transalpinos, con muy buen comportamiento.

En nuestro país, que por entonces estaba completamente cerrado a los productos japoneses, las Benelli 250 bicilíndricas eran una buena opción y se vendieron bien. Una prueba de la validez del modelo fue que estuvo en producción desde su nacimiento, poco después de que De Tomaso se hiciese con el control de la firma, hasta su cierre a finales de los 80. En España hubo motos de la última serie a la venta hasta principios de los 90. La moto llegaba a unos 150 km/h y su comportamiento general era bastante bueno, era fiable y de hecho aún hay bastantes en orden de marcha.

La producción de Benelli acabó en 1988 y con ella tanto la de la 250 cc como la del resto de sus hermanas. En ese momento se creó Guzzi Benelli Moto S.p.A. y se vendió la factoría de Pésaro. El industrial Giancarlo Selci intentó en 1989 resucitar Benelli sin conseguirlo y finalmente en 1995 Andrea Merloni se hizo cargo de la firma creando los modelos actuales, que continúan tras la venta a Qianjiang