Probamos la Daelim S3 250

Daelim entra en el segmento GT de cilindrada media con un S3 que crece hasta los 250 cc. Una alternativa económica pero en la que no se ha renunciado a nada en cuanto a equipamiento.

Andrés G. Dorado. Fotos: Lluís Llurba

Probamos la Daelim S3 250
Probamos la Daelim S3 250

Daelim ya nos dejó con la boca abierta a finales de 2010 cuando presentó en sociedad su S3 125. Un scooter de tipo GT de reducidas dimensiones, aunque sin llegar a ser compacto, pero en el que no se prescindió de absolutamente nada a la hora de equiparlo, de hecho ya incorporaba llave de proximidad, toma de corriente, cerradura de contacto multifunción, ópticas con LED y, eso sí, un precio muy inferior al de su competencia directa en el segmento. Partiendo de la base de este 125 y con la misma filosofía, se ha desarrollado la versión 250 que acabamos de probar y al que han puesto el sobrenombre de Advance. La cilindrada, lógicamente, asciende a 247 cc con unos nada despreciables 25 CV de potencia, además incorpora todo el equipamiento de su «hermano» de menor cilindrada y que te iré contando a continuación. Otro dato interesante es que Daelim lo acaba de lanzar al mercado en promoción a 3.399 € hasta el 31 de agosto, así que tienes algo más de un mes para pensártelo.

Aunque no sea nada nuevo, siempre me llama la atención los sistemas de proximidad de la llave de contacto. En este S3, al igual que en el 125, tu tienes un mando que puedes llevar en el bolsillo, al acercarte el scooter te reconoce y te permite desbloquear la dirección y dar al contacto. Es algo muy extendido en el mundo del coche pero no tan frecuente en las motos y menos aún en scooter. En el contraescudo del S3 se ha aprovechado al máximo el espacio, a la ruleta de contacto multifunción e indicada con leds le acompañan dos guanteras -una de ellas con cerradura y toma de corriente-, la boca de llenado del depósito, un gancho portabolsas y el botón para abrir el asiento. Todo muy bien integrado pero demasiado cerca de las piernas cuando vas en marcha, de hecho si eres «patilargo», es decir, de 1’80 en adelante, igual tienes problemas de espacio. El asiento es confortable, tiene un mullido muy blando, quizá demasiado porque al apoyar el trasero te hundes como en un sofá, pero cómodo al fin y al cabo. Además cuenta con respaldo y la posibilidad de estirar las piernas en marcha, lo que es de agradecer. Para ser un GT pequeño recibe muy bien al pasajero, con espacio en el asiento, asas integradas e  incluso un respaldo que viene de serie, algo que deberías tener muy en cuenta si habitualmente viajas en compañía.

Normalmente cuando para desarrollar un scooter de 250 se parte de un 125, la diferencia en cuanto a prestaciones es muy notable. En este caso se aprovecha la liviana estructura de su gemelo de octavo de litro para prácticamente doblarle la potencia, el resultado es un GT ligero y muy ágil pero con una contundente aceleración y aceptable velocidad punta de 136 km/h reales. Ahora sí se puede salir fuera de ciudad y circular por carretera y autovía como un vehículo más. El tacto del motor no es muy fino pero al menos no vibra demasiado y el consumo es bastante bajo: 3,9 litros a los 100 km. La protección al viento tanto del escudo como del parabrisas es buena, desvía el aire y no se producen turbulencias a altas velocidades.

Como es habitual en la firma coreana, el esquema de frenada es combinado, al accionar la maneta izquierda entran en funcionamiento los discos de ambas ruedas haciendo algo más de fuerza con el trasero. El blando tarado de las suspensiones contribuye a la comodidad en marcha en líneas generales, solo peca de demasiado blando en curvas rápidas porque flanea. Algo que se produce en mayor o menor medida en muchos scooter de media y alta cilindrada, sean económicos o no.