Nos apasiona viajar, siempre mejor si es en moto, y con el firme objetivo de seguir descubriendo todos esos atractivos rincones que en forma de tesoro componen nuestro vasto y variado territorio. Pero también hacerlo sin necesidad de usar las vías principales, sin duda, más cómodas pero carentes del atractivo para los que nos gusta disfrutar de la moto y toda la esencia del viaje en sí mismo, y que además permiten un contacto más directo con las propias zonas y sus habitantes.
Así que el objetivo de la ruta estaba claro y no era otro que alcanzar el Parque Natural del Alto Tajo pero esta vez a través de los caminos rurales que comunican Madrid con el paraíso natural castellano manchego. Eso sí, las actuales restricciones de circulación con vehículos a motor por la Comunidad de Madrid obligaron a tomar como punto de partida la provincia de Guadalajara, que gracias a pertenecer a Castilla-La Mancha su regulación es más permisiva e invita disfrutar de sus zonas rurales sin la preocupación de jugarse una multa medioambiental.
En este sentido, el acceso de vehículos a motor al medio natural en Castilla-La Mancha está regulado, como se recoge en la Ordenanza de Áreas Protegidas de Castilla-La Mancha, y permite circular hasta tres vehículos en el mismo grupo (entre otras normas) así que nos dividimos al exceder dicha cantidad. Evitando, además, el incómodo polvo que se genera en esta época del año al encontrarse el terreno especialmente seco. Lo más recomendable es que cada uno disponga de la ruta en su navegador y así no estar pendiente de los demás en la infinidad de desvíos que se hacen y realizando agrupaciones periódicamente.
Viaje a la Alcarria
La cita era en El Casar y sin madrugar demasiado. Una vez reunido el grupo de "ruteros campestres" tomamos la entretenida N-320 en dirección a la capital alcarreña. Aunque apenas recorrimos un escaso kilómetro de carretera al desviarnos enseguida para empezar a disfrutar del principal objetivo del viaje y que no era otro que la propia ruta off road. Aquella zona es principalmente de cultivo por lo que está plagado de caminos de todo tipo y condición que comunican las muchas explotaciones agrarias. Al diseñar la ruta para el GPS decidimos escoger los caminos menos principales en la medida de lo posible. Un trabajo minucioso y en el que Fernando demostró, una vez más, ser un consumado creador cual sastre con un traje a medida.
A pesar de la avanzada hora de la mañana, nos sorprende la presencia de alguna manada de venados.
El trazado de los caminos se ciñe a la suave orografía que protagoniza aquella zona. Vamos distanciados para evitar ese polvo todavía algo perezoso por la acción del rocío mañanero pero que inevitablemente nos acompañaría durante toda la calurosa jornada. Coronando las accesibles elevaciones del terreno para a continuación profundizar hasta los cauces de los arroyos que riegan esta zona limítrofe alcarreña. Apenas tocamos el pueblo de Galápagos y a continuación cruzamos un accesible río Torote y más adelante su afluente el arroyo Baltajar. A pesar de que la hora estaba ya bien metida en la mañana nos sorprende la presencia de alguna manada de venados surcando las laderas soleadas. Algo que incide en lo salvaje de la zona a pesar de encontrarnos relativamente cerca de capitales como Madrid y mucho más próximos a Guadalajara.
Atravesamos Usanos y más adelante Fontanar, donde el río Henares pasa muy próximo y da nombre al valle y a la famosa ciudad complutense. En Tórtola de Henares afrontamos una importante ascensión hasta Torija. Aquí tenemos un punto de encuentro y parada técnica muy importante ya que en la ruta programada no hay más pasos previstos por gasolineras durante el resto de la jornada –en la Alcarria no abundan las estaciones de servicio y además vamos por campo, lo que obligaría a desviarse bastante para ir a su encuentro– hasta Zaorejas, donde tenemos previsto acabar la etapa. En el primer repostaje con la Husqvarna 701 Enduro comprobamos el parco consumo de gasolina con un registro de tan sólo 4 litros de media, por lo que nos hacemos a la idea de que contamos con algo más de 300 km de autonomía yendo a este ritmo tranquilo y a pesar de contar con sólo 13 litros de capacidad en su particular depósito ubicado bajo el asiento. Una autonomía que no está nada mal y permite adentrarse en zonas inhóspitas, como era nuestro objetivo, sin tener que llegar a modificar y ampliar su capacidad. Como sabrás, para este año el modelo se ha renovado y además se ha sumado la versión 701 Enduro LR (Long Range) con casi el doble de capacidad de combustible al incorporar un depósito delantero. Por cierto, éste se puede instalar en la versión estándar en el caso de disponer ya de ella.
Al otro lado
La autopista A-2 es un buen punto de referencia que divide de manera salomónica a la provincia de Guadalajara. La cruzamos y bordeamos Torija para acceder a una vasta planicie surcadas por las impolutas vías del AVE. Pequeñas poblaciones salpican esta zona, como Valdesaz, donde un poco más adelante superamos el río Tajuña, Romancos, Yélamos de Arriba y San Andrés del Rey. El paisaje ha cambiado por completo y de las extensiones abiertas jalonadas por los campos de cultivo hemos pasado a un bosque más tupido. Allí encontramos caminos que se van olvidando y en los que nos sorprenden algunas trampas naturales en forma de pendientes pronunciadas, giros bruscos o charcos perpetuos. Nada que suponga un impedimento para nuestra Husqvarna 701 Enduro pero donde los modelos más voluminosos y pesados sufren sus consecuencias. En este tipo de excursiones no buscamos la complicación del terreno sino más bien recorrer el mayor número de kilómetros, como decimos, alejados de las vías principales.
Esta zona está protagonizada por las amplias vegas, que vamos superando en un constante subir y bajar por la orografía alcarreña. Más adelante nuestro horizonte es cada vez más amplio y al llegar a una extensa ladera en bajada a lo lejos divisamos el río Tajo, con sus aguas azules embalsadas en el pantano de Entrepeñas. Al llegar a Gualda tomamos brevemente la N-204 pero que enseguida abandonamos para dirigirnos a Trillo por el camino más corto. El monte bajo protagoniza la zona y enseguida nos topamos con la monumental Central Nuclear de Trillo. Una edificación que rompe arquitectónicamente con el entorno natural donde se encuentra con sus dos descomunales y humeantes chimeneas pero que tanto beneficia económicamente a esta apartada zona de Guadalajara.
En Trillo hicimos la obligada parada para comer. Actualmente no cuenta con gasolinera pero a 11 kilómetros podemos encontrar la de Cifuentes. La tarde se presentaba un tanto calurosa para la época primaveral en la que nos encontrábamos, y el lógico posterior momento en el que se junta con la digestión no facilitaron precisamente continuar con los planes de ruta. Pero lo mejor estaba por llegar con el reclamo del aún más salvaje entorno que forma el vasto Parque Natural del Alto Tajo. Así que continuamos pero sin llegar a cruzar el río Tajo que divide al pueblo de Trillo y fuimos hacia el interesante enclave del Monasterio de Santa María de Óvila.
Monasterio de Santa María de Óvila
Los orígenes del monasterio cisterciense de Santa María de Óvila datan del Siglo XII pero actualmente sólo quedan sus ruinas. Tras siglos de decadencia su total abandono lo provocó la conocida desamortización de Medizábal en el Siglo XIX. En el año 1928 el Estado se lo vendió a Fernando Beloso, director del Banco Español de Crédito en Madrid por 3.000 pesetas de la época, dueño entonces del Coto San Bernardo de Óvila situado en el entorno del Monasterio. Éste vendió el Monasterio por partes al famoso magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst –que Orson Welles llevó a la gran pantalla en la producción no menos famosa Ciudadano Kane–, quien lo mandó desmontar piedra a piedra y envió a Estados Unidos para instalarlo en su mansión californiana situada en Wyntoon. ¡Increíble el expolio!
Actualmente los vestigios del Monasterio se encuentran dentro de una finca privada que está principalmente dedicada a la agricultura y la actividad cinegética. Por lo que la ancestral servidumbre de paso del Camino Real que daba acceso a Santa María Óvila desde Trillo y continuaba hasta Carrascosa de Tajo se encuentra actualmente interrumpida. Motivo por el que desde hace una década una vez a año se organiza una marcha de peregrinación hasta el Monasterio promovida desde los pueblos colindantes afectados con el objetivo de reclamar el derecho al paso y que ha sido reconocido hasta por el Tribunal Superior de Justicia. El acceso a la finca lo encontramos abierto y sin ninguna restricción, por lo que continuamos con el objetivo de atravesarla, con la sorpendente compañía de la caza mayor que allí se explota hasta que el guarda de la finca ¡y de muy malas maneras! nos interceptó e increpó. Así que salimos por donde habíamos entrado. Ningún problema. ¡Será por caminos! Tomamos uno de los que bordean la finca y alcanzamos nuestro siguiente destino en Carrascosa de Tajo.
Encuentro con el Tajo
Continuamos y el siguiente punto de referencia era el cruce del río Tajo, donde su puente alerta que es un paso inundable. Morillejo y, más adelante, Arbeteta nos adentran en los inmensos bosques de coníferas que pueblan esta zona tan salvaje del Alto Tajo. Pero antes tuvimos un lamentable incidente…
Fernando, nuestro diseñador de la ruta, se tragaba una pronunciada curva que salvaba un barranco y caía, afortunadamente dentro del camino pero con la desgracia de romperse el peroné, como posteriormente le confirmarían. Al menos pudo llegar a nuestra meta en Zaorejas por sí mismo pero con el lógico espantoso dolor que le provocaba la fractura. La conclusión es que las indicaciones visuales del GPS son también una fuente de distracción, así que lo más recomendable es que las instrucciones nos lleguen vía audio, por ejemplo, mediante un intercomunicador instalado en el casco. Algo que sin duda evitaría desviar la mirada del trazado de manera tan asidua.
Durmiendo en el Alto Tajo
El hotel Peñarrubia nos dio cobijo en Zaorejas, donde una abundante y suculenta cena puso fin al programa de la jornada. Al día siguiente quedaba otro plato fuerte en el que teníamos previsto recorrer una buena parte del Parque Natural del Alto Tajo.
A la mañana siguiente la prioridad era ir a repostar a la gasolinera más cercana. Como apuntábamos al principio, las estaciones de servicio no abundan precisamente por la zona -debido a que el Alto Tajo también forma parte de esa España vaciada- y tocaba peregrinar hasta el pueblo de Beteta, localizado en la provincia de Cuenca y ¡a 43 kilómetros de distancia yendo por carretera! Echamos gasolina y continuamos disfrutando de la jornada. Volviendo hacia Zaorejas pero de manera más directa por campo y que de esta manera la separan 34 km.
El Mirador Zaorejas ofrece unas magníficas vistas sobre el río Tajo, que en esta zona su curso se abre paso de manera serpenteante sobre el angosto valle y que también está protagonizado por los abruptos cortados como en el que nos encontramos nosotros. Si vas a primera hora de la mañana o a última de la tarde lo más probable es que en ese espectacular escenario además te encuentres con el vuelo de abundantes rapaces y que llegan a pasar muy cerca nuestro e incluso bajo nuestros pies. ¡Impresionante!
El Parque Natural del Alto Tajo está perfectamente comunicado por un conjunto de pistas sin asfaltar que la recorren y permiten alcanzar sus tesoros más apartados. Un poco más adelante del Mirador, continuando por la CM-2015 está el Puente de San Pedro, que además de salvar las aguas del Tajo dispone de una zona de recreo a modo de playa fluvial que está muy animada en verano. Antes de llegar a ese enclave sale una pista a mano derecha que comunica esta carretera con la CM-210 más al sur y ya muy próximos a Poveda de la Sierra. Esa pista es muy recomendable recorrer, por lo cercana que discurre junto al río y las espectaculares vistas sobre éste y de los riscos cercanos; algunos son como auténticas agujas clavadas en el azul del cielo. La pista es muy sencilla pero según en qué época del año se recorra podemos encontrar algo de tráfico, sobre todo de ciciclistas. Mucho ojo en sus curvas ciegas.
En Poveda de la Sierra se puede comer y muy bien. Eso sí, por la zona no abundan los establecimientos de restauración y los fines de semana puede ser complicado encontrar sitio a hora punta. Más adelante, en dirección a Molina de Aragón, otra pista que sale a mano derecha y da acceso al Salto de Poveda, una cascada de foto también muy frecuentada. Ascendemos por la pista hasta adentrarnos en una zona muy boscosa y que enlazamos para desembocar en la Laguna de Taravilla, un lugar también pintoresco y al que no le falta ni su propia leyenda.
Con un consumo de apenas 4 litros la Husqvarna 701 Enduro ha demostrado que cuenta con una buena autonomía.
De nuevo salimos a la CM-210 y tomamos una de las numerosas pistas para ir al encuentro de otro de los muchos miradores que hay pero de los situados al otro lado del río Tajo. Son pistas muy sencillas de recorrer, sin nada de tráfico y que tienen como recompensa una perspectiva diferente sobre el cañón que ha formado el río a lo largo de los siglos. Y no nos cansamos de contemplarlo. Eso sí, nosotros habíamos repostado el estómago a medio día y las motos también empezaban a reclamar su ración de alimento. Podríamos ir directos de vuelta al hotel pero ya sabemos que no supondría encontrar allí el combustible. Así que programamos en el navegador la gasolinera más próxima y que está en el polígono industrial de Los Tobares, situado en la N-211 entre Molina de Aragón y Rillo de Gallo. A poco más de 30 km de donde nos encontramos pero que nos permiten seguir disfrutando de las pistas y recorrer el no menos impresionante e interesante Barranco de la Hoz, un cañón con sus paredes teñidas de rojo oscuro debido a la formación se sus piedras de composición arenisca y que además hace millones de años estuvo inmerso bajo las aguas del océano y que también cubrían prácticamente la península ibérica. Es sus paredes quedan vestigios en forma de fósiles que así lo atestiguan.
Gran compañera de viaje
Gasolina y vuelta a Zaorejas por campo, naturalmente. A esa hora tan idílica como es la del ocaso. Con conclusión de cómo nos gusta esta manera de hacer turismo no de masas y, por supuesto, cómo nos ha encantado la Husqvarna 701 Enduro. Que a pesar de contar con un gran rendimiento de motor también permite hacer excursiones de lo más tranquilo, despreocupándonos de aspectos tan importantes en estos ambientes inhóspitos como es el de la autonomía, y donde registramos un consumo medio tras unos 700 km de apenas 4 litros y que en ningún momento pasaron de los 4,1 litros y que llegamos reducir incluso hasta los 3,9 litros. Por supuesto, al ritmo tranquilo que invita a realizar cuando se va en plan turismo y más contemplativo. Además, ofreciendo la suficiente comodidad teniendo en cuenta que se pasan muchas horas a los mandos. Ya estamos deseando volver.