Enlazamos dos de los destinos de montaña de mayor interés turístico de Cataluña: la Vall d’Aran y la Cerdanya, y lo hacemos subiendo y bajando puertos de montaña disfrutando de un auténtico festival de curvas siempre rodeados de un incomparable entorno paisajístico.
Recorrer el Pirineo y las Tierras de Lleida en moto es ya un auténtico placer por sí mismo. Si a ello le sumamos la posibilidad de enlazar tres fantásticas colecciones de motos y las facilidades que nos ofrece a quienes viajamos sobre dos ruedas la iniciativa “Moturisme Ara Lleida", pocas rutas encontrarás con tantos atractivos vinculados al mundo de la moto como esta.
Nuestra querida piel de toro está plagada de vías no tan conocidas y habituales que la comunican atravesando parajes tan inhóspitos como atractivos. Nos ponemos a los mandos de la Husqvarna 701 Enduro, una máquina perfecta para seguir descubriendo la Alcarria más desconocida, así como recorrer una buena parte del más salvaje Parque Natural del Alto Tajo.
Viajar a Marruecos con la moto es lo más parecido a experimentar una aventura de esas con la que siempre soñaste. Y si además de disfrutar de este gran país, lo haces a los mandos de una BMW GS, la combinación es ya perfecta.
El viento, testigo inmemorial del paso de los siglos, ulula al filtrarse entre las aspas del molino. La maquinaria de madera cruje mientras muele el cereal bajo la atenta mirada del molinero. Esperando nuestra harina desde tan elevada atalaya, podemos contemplar la perfecta armonía de la llanura manchega, que soportó la herida de nuestro arado, el filo de nuestra guadaña y el dolor de una espalda siempre inclinada hasta conseguir la ansiada espiga madura.
Es ineludible hablar de la Alcarria sin mencionar a Cela, irredento vagabundo y escritor. Tanto como no disfrutar a lomos de nuestras modernas monturas como el disfrutó de su andarín viaje. Un épico y sin igual trazado en constante sube y baja nos lleva a través de la historia, frondosos valles y la espectacular geografía esculpida en su montes por el masivo poder del agua.
Este variopinto paisaje que atraviesa tanto páramos ganaderos, reliquia de tiempos de la Mesta, como frondosos bosques que no dejan pasar en todo el año la luz del sol, tiene en común la locura de un pobre ingeniero de caminos que se las tuvo que idear para poder salvar una complicada orografía a base de una intricada red de curvas.