Una de las mayores quejas que se suelen achacar a las motos es el ruido que emiten sus motores desatados cuando se rueda, especialmente en las ciudades, donde el nivel de decibelios ya de por sí es elevado y hay una gran contaminación acústica.
Más allá de que en ocasiones la queja sea exagerada (un autobús, por ejemplo, puede llegar a emitir sonidos mucho más estridentes), sí que es cierto que se trata de un aspecto que debe cuidarse. Por un lado, se pone el granito de arena correspondiente para que las ciudades sean sitios más agradables para los viandantes (menos ruido y menos gases contaminantes); y por otro, se evitan posibles multas que cualquier agente pueda poner como causa de superar los decibelios permitidos. Porque sí… existen sanciones para aquellas motos que exceden los límites establecidos por la normativa.
¿Qué tipo de multas hay?
Las multas por superar los decibelios permitidos son eminentemente económicas y pueden llegar hasta los 600 euros si el nivel supera con creces los 91 dB máximos. Hay que tener muy presente que según la OMS ya se produce contaminación acústica cuando la cifra se eleva por encima de los 65 dB durante el día y de los 55 por la noche. Así que los 91 que hay como límite ya exceden sobradamente esas cantidades.
Por lo tanto, en el caso de que la moto circule haciendo un ruido superior, cualquier agente podrá pararla, poner la consiguiente multa y, claro está, inmovilizarla, ya que no puede seguir circulando en ese estado. Dicho de otro modo, el dueño deberá llevarla hasta un taller del modo que sea posible para que o pongan un silenciador nuevo o cambien el escape que está creando el estruendo. Es decir, a la multa habrá que sumar los gastos derivados de la sanción, lo que no resulta recomendable para ningún bolsillo.
No obstante, cada municipio puede regular este aspecto de la ley en cuanto a horas de mayor o menor ruido e incluso respecto a cuantías que pagar.

Multas más habituales
En cuanto a las multas más habituales que se suelen pagar se deben a llevar el silenciador o silencioso estropeado, de manera que la moto emite un mayor ruido del permitido. En otras ocasiones los agentes se encuentran con que esa pieza ha sido desinstalada de la moto, lo que implica una falta que suele suponer una multa de 200 euros.
Sea como fuere y a pesar de que pueda gustar o incluso emocionar sentir y escuchar el motor de la motocicleta trabajando a tope, lo cierto es que no merece la pena exponerse a este tipo de multas, a tener que hacer cambios para pasar la ITV (con un escape que emita ruidos superiores a los permitidos es imposible superar la inspección) y a molestar a los vecinos solo por un momento de excitación. En este caso lo más recomendable es dar rienda suelta al poder de la moto realizando alguna tanda en un circuito cerrado, donde no va a haber ningún agente con un sonómetro.