El Dakar le debía a Pablo Quintanilla, como poco, un segundo puesto. Y se lo ha dado. Desde hace un lustro, el piloto chileno siempre aparece en la terna de favoritos a la victoria final, pero todavía no ha llegado. No es sencillo: otros grandes nombres del cross-country como Joan Barreda o Adrien Van Beveren ni siquiera ha subido al podio, y él ya lleva dos.
Hace un año soñó más que nunca con el triunfo final, cuando arrancó en la etapa decisiva a tan solo un minuto y dos segundos del australiano Toby Price. Sin embargo, el desenlace no pudo ser peor para el de Husqvarna: Quintanilla sufrió una durísima caída en el kilómetro 10 de la especial al medir mal el corte de una duna y aterrizar contra su moto. Price, que había salido después, vio al chileno en el suelo y tras parar a interesarse por su estado, voló con su KTM para hacerse con la etapa y la general.
Fue un golpe que hubiese mandado a cualquiera al hospital. No a Quintanilla, que consiguió levantarse y recorrer cien kilómetros más para perder apenas 20 minutos con el australiano, lo que le hacía perder la segunda plaza ante Matthias Walkner pero le dejaba tercero y el consuelo de acabar en el podio final.
Un consuelo que duró entre poco y nada. Los minutos que tardó en anunciarse que la apelación que KTM había realizado para que se anulase una penalización a Sam Sunderland prosperase y situase al británico en tercera posición, desplazando a Quintanilla al cuarto puesto en una de las medallas de chocolate más amargas de la historia.
La caída fue dura en todos los sentidos: más allá del físico –donde estuvo meses en el dique seco y tuvo que pasar dos veces por el quirófano para reparar el tobillo-, a nivel anímico el impacto tuvo que ser enorme al llegar en un momento en el que por fin estaba refrendando las expectativas que había comenzado a crear casi un lustro atrás.
Cuarto en 2015 y tercero en 2016 –con una victoria de etapa en cada uno-, los dos títulos mundiales cross-country en 2016 y 2017 daban fe de su enorme calidad, pero su meteórica progresión dakariana se había truncado con el abandono en 2017 y el discreto octavo puesto en 2018.
Sobre todo porque siempre daba la sensación de necesitar que el resto fallase, que su regularidad en el Dakar le servía para estar siempre rondando la victoria pero que quizás no contaba con la endiablada velocidad de Price o Barreda. Tras dos años sin triunfos parciales, el pasado 2019 volvió a saborear la victoria de etapa y se vio, esta vez sí, luchando por la general.
De ahí que la duda de cara a este 2020 era saber si la versión de ‘Quintafondo’ sería la de un curso atrás o la anterior. Y cuando se dejó un cuarto de hora en la tercera etapa, ya pocos pensaban en verle peleando por la victoria. Sin embargo, los días pasaron y fue ganando posiciones hasta llegar a la jornada de descanso segundo. Eso sí, a más de 20 minutos de un Ricky Brabec que parecía inabordable.
Una vez más estaba en la zona alta de la tabla y, también una vez más, se veía teniendo que esperar el fallo de otro piloto. Pero en esta ocasión tenía claro que por él no iba a quedar, y demostró que también sabe correr al ataque, haciéndose con la victoria en la novena etapa y repitiendo en la undécima, siendo la primera edición en la que conseguía repetir victoria.
Así pudo llegar a situarse a menos de 14 minutos de Brabec, pero poco más. La victoria tendrá que esperar al menos un año más, pero por lo menos volvió al podio del Dakar cuatro años después del tercer puesto de 2016 y son ya cuatro de los últimos seis años en el top 4, lo cual tampoco está nada mal.
Y sobre todo, lo hacía en la segunda posición, la que se ganó a pulso un año atrás y perdió por ir a por todas. Ha tenido que irse lejos de Sudamérica para igualar el mejor resultado de un piloto sudamericano: el segundo puesto del argentino Kevin Benavides dos años atrás. No es moco de pavo: la primera victoria para el subcontinente parece estar al caer y cada vez son más los candidatos a ella.
Quintanilla parecía haber perdido terreno y en este 2020 lo ha recuperado, trepando un peldaño más en la historia del Dakar con los dos pesos que lleva años cargando a la espalda: por un lado el de Husqvarna, cuyos dos podios llevan su nombre. Y por otro, el de Chile, que desde que Carlo De Gavardo fuese tercero en 2001 siempre habían encontrado ahí su techo: con Francisco ‘Chaleco’ López en 2010 y 2013 y el propio Quintanilla. Ya solo falta el de arriba.