RFME: 100 años haciendo carreras (II). Títulos y más títulos

Los años sesenta marcan un cambio de ritmo en el motociclismo español, una realidad que se verá confirmada en la década de 1970 en la que los éxitos de nuestros pilotos serán repetidos.

Juan Pedro de la Torre

Salvador Cañellas celebra con Ángel Nieto su título en 1970.
Salvador Cañellas celebra con Ángel Nieto su título en 1970.

La presidencia de Soriano, la más larga de todas al frente de la RFME, desde 1967 hasta 1985, estuvo marcada por el despegue del motociclismo español. Gracias a los éxitos deportivos de Ángel Nieto y por extensión de todo el motociclismo nacional, la RFME logró incrementar su presupuesto a través de mayor número de subvenciones por parte de la Delegación Nacional de Deportes, antecesor del actual Consejo Superior de Deportes (CSD), destinando buena parte de esos ingresos a la promoción motociclista, creando una red de campeonatos secundarios en los que pudieran formarse los pilotos antes de dar el salto a la competición absoluta. Así, en 1975 se crea la Copa Junior de motocross, y el Trofeo Senior, y a partir de 1977 esos dos conceptos, Trofeo Senior y Copa Junior, se trasladan al resto de las espacialidades, aunque no siempre se consigue que tengan validez porque, o no se alcanza el número mínimo de inscritos, o no se llegaban a disputar la cantidad necesaria de competiciones para que el campeonato fuera reconocido. Pero la actividad motociclista se multiplicó.

Otra decisión vital de la RFME, personalizada en el presidente Soriano, una figura autoritaria y discutida, fue el apoyo condicional a la figura de Ángel Nieto. Entre 1974 y 1976, la intervención directa de la RFME, financiando a Derbi para que regresara al campeonato, alquilando las Kreidler del equipo Van Veen, y adquiriendo el departamento de competición de Piovaticci, resultó ser siempre la decisión adecuada que ayudó a encauzar la carrera de Nieto en un momento de incertidumbre.

El presidente Luis Soriano.
El presidente Luis Soriano.

El esquema de los campeonatos nacionales se mantuvo hasta 1985 bajo la misma estructura, y la representación internacional de motociclismo español fue creciendo y multiplicando sus resultados. Con Nieto como referencia de todos, surgen nuevos pilotos que también dejan huella, como Ricardo Tormo o Víctor Palomo, en velocidad, Manuel Soler, Toni Gorgot o Jaume Subirá en trial, Narcís Casas en todo terreno, o Fernando Muñoz y Toni Elías en motocross. Mediada la década de 1980 el motociclismo español en su conjunto asistirá a una profunda transformación.

Nuevos tiempos

Para empezar, en 1985 se realizan las primeras elecciones democráticas en la RFME, en las que sale elegido como nuevo presidente Toni López, un hombre procedente de la Penya Motorista Barcelona, que fue acogido con entusiasmo porque representaba el aire renovador y modernista que necesitaba el motociclismo español, pero desgraciadamente en 1987 tuvo que salir por la puerta de atrás debido a una nefasta gestión llena de irregularidades que dejó a la RFME con enormes pérdidas.

En lo deportivo, el motociclismo español florece. Nieto, en el cénit de su carrera, ve cómo surge una nueva generación que empuja con fuerza, con unos objetivos mucho más ambiciosos que los que él llegó a marcarse en sus comienzos. La llegada de los fabricantes japoneses resultará fundamental para que la generación de los “Aspar”, Pons, Cardús, Garriga, Herreros… triunfe. Por el contrario, el aterrizaje de los japoneses es a costa de la industria nacional, que desde a segunda mitad de la década de los años 70 sufre una crisis estructural fruto de la caída de las exportaciones, la mala gestión, unas plantillas innecesariamente sobredimensionadas, y la conflictividad laboral derivada de la dura reconversión industrial de la época. Montesa, absorbida por Honda, y Derbi, salvada gracias al mercado del ciclomotor, serán los únicos fabricantes que sobrevivan.

Pons (15) y Cardús (8) abanderados de una nueva generación.
Pons (15) y Cardús (8) abanderados de una nueva generación.

La velocidad siguió siendo el puntal del motociclismo español a nivel internacional. A los títulos de Nieto le sucedieron, solo con el vacío de 1985 de por medio, los de Jorge Martínez “Aspar”, Sito Pons, Alex Crivillé y Manuel Herreros, entre 1986 y 1989, en 80, 125 y, por fin, 250, la categoría “prohibida” para los pilotos españoles. Pero además, el trial, que ha dejado de tener hegemonía española en las máquinas, la alcanza con el pilotaje de Jordi Tarrés, que irrumpe en el Mundial en 1985 con una nueva técnica que revoluciona la especialidad, logrando el primero de sus siete títulos en 1987.

El Campeonato de España vive su máximo esplendor, con un número creciente de competiciones en todas las especialidades. La Federación impulsa el desarrollo de los equipos nacionales. El equipo de los Seis Días de 1985, que por segunda vez se disputaban en España, en La Cerdanya, es el ejemplo a seguir, un trabajo coordinado y bien planificado sitúa al enduro español en su mejor resultado histórico: segundo puesto tanto en el Trofeo Mundial como en el Vaso de Plata. El Equipo Nacional de Trial también se distinguirá por sus buenos resultados y en 1989 dará a España su primera victoria en el Trial de las Naciones.

Jordi Tarrés revolucionó el trial.
Jordi Tarrés revolucionó el trial.

La travesía del desierto

La moto de campo experimentará un crecimiento exponencial a lo largo de la década de 1990, especialmente en trial, y también en el enduro y los raids. El motocross seguirá siendo la asignatura pendiente, aunque comenzarán a llegar resultados prometedores en el Campeonato de Europa.

Los peores momentos se viven en la velocidad, donde poco a poco se ven reducidos los éxitos, llegándose a la situación de que en 1993 solo se consiguieron cinco podios en los Grandes Premios, un resultado tan pobre que habría que remontarse a 1967 encontrar una situación similar. Hay una decidida apuesta por el Mundial de 500, donde Alex Crivillé logrará la primera victoria española en 1992, pero durante años no habrá opciones de luchar por el título en ninguna categoría.

Alex Crivillé celebra con Sito Pons la primera victoria española en 500.
Alex Crivillé celebra con Sito Pons la primera victoria española en 500.

En 1993 el Nacional de velocidad se comercializa pasando a denominarse Open Ducados, bajo a gestión del promotor RPM Exclusivas. Fueron tres temporadas en las que la inyección económica de jugosos premios y la televisión en directo relanzó el campeonato, con la incorporación de numerosos mundialistas, aflorando nuevos talentos que casi de inmediato se incorporaron al Mundial conformando una nueva generación, pero en 1996 y 1997 la actividad volvió a decaer. Solo la entrada en escena de las copas de promoción, como la Copa Aprilia, permitió seguir promoviendo nuevos talentos. Ante la necesidad de reactivar la competición nacional, en 1998 la RFME llega a un acuerdo con Dorna, ya entonces promotor del Mundial de Velocidad, para que se hiciera cargo de la gestión. El resultado fue excepcional.

El nuevo Campeonato de España de Velocidad (CEV) aglutina a la realidad de la velocidad española, a los talentos procedentes de las copas, y a un gran número de pilotos extranjeros atraídos por la competición y los atractivos premios. Se dará en directo por televisión, y se convertirá en un fenómeno sin precedentes. Al CEV se le suma en 1999 la Movistar Activa Joven Cup, una nueva fórmula promocional que será todo un éxito, y de la que saldrá toda una generación de pilotos.

El CEV y los nuevos circuitos revitalizaron la velocidad nacional.
El CEV y los nuevos circuitos revitalizaron la velocidad nacional.

En paralelo, durante la década se produce un nuevo fenómeno: los circuitos. En 1987 Zaragoza acogió la última prueba del Nacional de velocidad en un circuito urbano. Hasta 1989 solo había tres circuitos operativos en España: Jarama, Calafat y Jerez, que desde 1987 acoge el Gran Premio de España. Pero a lo largo de la década de 1990 se multiplica el número de instalaciones: Albacete (1990), Catalunya (1991), Cartagena (1994), Circuit Ricardo Tormo (1999)… Esto, unido al CEV y al interés de los patrocinadores, será el caldo de cultivo para la completa transformación del motociclismo español con la llegada del siglo XXI.

La última frontera

Quizás el hecho definitivo que marcó la transformación fue el título de 500 que, por fin, cayó en manos de un piloto español en 1999. Ese año Crivillé se coronó campeón, culminando una década dedica a ese objetivo, primero con el salto a 500 protagonizado por Sito Pons y Joan Garriga en 1990, y posteriormente con el proyecto desarrollado por el propio Pons con su escudería, por la que pasaron el propio Crivillé, Alberto Puig, Carlos Checa, Juan Bautista Borja… Fueron muchos los pilotos españoles que le perdieron el miedo a la máxima categoría, y Crivillé, el primero que consiguió acceder a una moto de fábrica en 1994, terminó haciéndose con tan ansiada corona, en un año redondo que se completó con el título de Emilio Alzamora, un piloto que se descubrió al mundo en el Open Ducados, en 125.

Emilio Alzamora y Alex Crivillé celebran sus títulos en 1999.
Emilio Alzamora y Alex Crivillé celebran sus títulos en 1999.

Al mismo tiempo que se recupera el nivel de la velocidad nacional, se inicia el despegue definitivo del trial. Tarrés seguirá su racha de éxitos, y el excelente planteamiento formativo de la RFME permitirá que detrás de él se desarrolle una numerosa cantera, que conseguirá una proyección internacional de inmediato logrado numerosos títulos europeos. Desde la segunda mitad de la década de 1980, una cuidada estructuración de las competiciones de base, con diferentes categorías en base a nuevas licencias de competición que permitían correr desde muy temprana edad, será la clave para que los jóvenes pilotos vayan adquiriendo experiencia de forma progresiva, en un entorno controlado y acorde con su edad, algo que se trasplantó también a las otras especialidades motociclistas.

Tarrés y Gas Gas culminaron el sueño del trial español
Tarrés y Gas Gas culminaron el sueño del trial español

Además, con Tarrés se culmina el sueño eterno nunca conseguido por los grandes nacionales. De la mano de Gas Gas, la marca creada por Narcís Casas y Josep Mª Pibernat en los años ochenta, Tarrés ganará tres mundiales consecutivos. A ese logro se sumará la sucesión en la corona por parte de Marc Colomer, sobre una Montesa. Y esa pugna entre Montesa y Gas Gas será la referencia del trial en los años sucesivos.

El enduro también despegará. Después de varios títulos europeos, en 1998 Marc Coma logra la Copa del Mundo Junior 250, y ese año el Equipo Nacional ganará el Trofeo Junior de los Seis Días, repitiendo título en 1999. El motocross, a pesar de los títulos europeos que se van sumando, será la asignatura pendiente del motociclismo español.

Próximo capítulo: la primera potencia

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