“Qué manera de aguantar, qué manera de crecer, qué manera de sentir, qué manera de soñar…” dice el popular himno del Atlético compuesto por Joaquín Sabina. Hace ya dos décadas que se produjo una de las mayores sinergias que se han dado en España entre fútbol y motociclismo, con el Atlético de Madrid como club protagonista de una quincena gloriosa.
El 28 de abril de 2002, certificaban su ascenso a Primera tras dos añitos de infierno. El 12 de mayo ganaban su primera carrera de motos. Un adolescente Álvaro Bautista batía por 58 milésimas a Fabrizio Lai en la carrera del CEV de 125GP en Albacete con una Aprilia rojiblanca patrocinada por el club colchonero y el 9 de Fernando Torres en el carenado.
Esa alianza entre fútbol y motociclismo no duró mucho, así que el Atleti y Bautista tuvieron que seguir sus respectivos caminos por separado. El talaverano, fan declarado del equipo madrileño, llegó al Mundial de 125cc y se proclamó campeón en 2006. Después llegaría el subcampeonato mundial de 250cc en 2008 y el esperado salto a la categoría de MotoGP allá por 2010.
Había ido creciendo a la sombra de la incipiente rivalidad entre Dani Pedrosa y Jorge Lorenzo, que tras convertirse en pilotos oficiales de Honda y Yamaha, respectivamente, habían pasado a representar una especie de Madrid-Barça para la afición de las dos ruedas. Bautista también llegó como piloto oficial, pero lo hizo en Suzuki. Lo que vendría a ser el Atleti de las marcas japonesas.

“Qué manera de aprender, qué manera de sufrir, qué manera de palmar, qué manera de vencer, qué manera de vivir…”, continúa la canción. Y, como les sucede a los atléticos, los fans de Bautista han tenido que sufrir de lo lindo durante las dos últimas décadas, sobre todo a lo largo de sus últimos años en la categoría reina de MotoGP.
Una Suzuki que se iba, Honda utilizándole como conejillo de indias, una Aprilia en pañales y una Ducati obsoleta. Nunca tuvo una moto ganadora, hasta que llegó a Superbike en la temporada 2019. Y, según la tuvo, ganó. El problema siempre había sido la flecha, no el ‘indio’. Pero claro, no todo iba a ser fácil, que para algo es del Atleti.
Se le escapó el título y tuvo que conformarse con otro subcampeonato mundial que supo a muy poco. Todavía fue a peor: una mala decisión a nivel ‘despacho’ le costó pasar dos añitos en el infierno de Honda antes de volver a reencontrarse con la Ducati Panigale V4R. En un abrir y cerrar de ojos estaba de vuelta en lo más alto del podio.
“Qué manera de subir y bajar de las nubes”, entona Sabina antes de lanzar el “Que viva mi Atleti de Madrid” que clausura el estribillo. Bautista sabe muy bien lo que es eso y, después de muchos vaivenes a lo largo de las dos últimas décadas, ahora mismo vive en una nube tras ser campeón yendo partido a partido. Vamos, carrera a carrera.
*Las frases entrecomilladas pertenecen a la canción 'Motivos de un sentimiento', de Joaquín Sabina.