Hay personas que atesoran un empuje y una capacidad de superación que las hacen especiales. Y un buen ejemplo de ello fue Thierry Sabine, el creador del rally más famoso del mundo, el París-Dakar.
Y es que este intrépido francés nacido el 13 de junio de 1949 en Neuilly-sur-Seine fue capaz de organizar una prueba que ha pasado a la historia del motor en apenas un año y después de haber encontrado “iluminación” al perderse en el desierto.
Thierry Sabine y su amor por el motor
Procedente de una familia acomodada, Sabine era un enamorado del deporte que pronto puso su mirada en las competiciones de motor, llegando a participar en el Rally de Montecarlo. Sin embargo, lo que realmente le cautivaba eran las motos off road. Así que en 1977 se decidió a participar en el Rally Abiyán-Niza, o lo que es lo mismo, una prueba que llevaba desde la Costa de Marfil hasta Francia. Y aquello fue el inicio del Dakar.
Perdido en el desierto
En una de las etapas, Sabine se extravió. Por aquel entonces todo dependía de la orientación personal y de la ayuda de mapas y brújulas, pero no fue suficiente y el piloto se perdió en las arenosas montañas del desierto de Teneré.
“Cuando me perdí en aquel Rally Costa de Marfil-Niza y estuve cuatro días en el desierto pensé en el suicidio, pero lo cierto es que a lo largo de aquellas jornadas, que pudieron haber sido las últimas de mi vida, me dejé ganar por el encanto del desierto. Me repetía continuamente que si salía con vida organizaría una prueba en el marco incomparable de la arena del desierto”. Con estas palabras recordaría después su experiencia, la cuál sería el germen del Rally que comenzaría por primera vez el 26 de diciembre de 1978.

Sabine tiene un sueño
Así que, ni corto ni perezoso, el francés se dedicó a idear la carrera más espectacular y aventurera que era posible. Y lo haría recorriendo el desierto hasta las playas de Senegal. “En la época en que nació el París-Dakar solo tres personas trabajábamos en su organización: un colaborador, mi mujer y yo. Como ya existían competiciones de este tipo en Europa, nos decidimos a cruzar el Mediterráneo al grito de África para nosotros”, explicó Sabine una vez que el rally se hizo popular.
Y lo cierto es que no tardó mucho en hacerlo, ya que atraía a pilotos de todo el mundo. En moto o coche por el desierto, sin límites de potencia y con cientos de peligros alrededor; sin duda era una receta perfecta para los amantes de la adrenalina.
El primer París Dakar
Cabe señalar que la primera prueba tuvo un precio de inscripción de 4,5 francos (1 dólar de la época), se recorrían 10.000 kilómetros por seis países y participaron 90 motocicletas, 80 coches y 12 camiones, de los que llegaron solo 74 unidades.
Aquello marcó lo que sería la prueba durante los años siguientes, en los que Sabine puso todo de su parte para que el rally mantuviera su espíritu inicial en el que los pilotos debían superar todo tipo de impedimentos para llegar a la meta. “El Dakar no es un juego de destrucción… En el Dakar se arriesga el que quiere”, aseguraba.
Thierry Sabine no pudo comprobar hasta dónde llegaría la trascendencia de su creación, ya que en el año 1986, mientras supervisaba el desarrollo de una carrera, el helicóptero en el que viajaba se estrelló contra una duna. De ese modo, el desierto que le había insuflado de vida terminó por arrebatársela.