Historias de la moto de campo: del speedway al dirt track

El speedway es una modalidad motociclista que nos parece lejana e incluso arcaica, pero sus fundamentos no distan mucho de algo tan cercano a nosotros como pueda ser el dirt track. Tan lejos y tan cerca.

Texto: Juan Pedro de la Torre: Fotos: FIM Pictures

Historias de moto la campo: del Speedway al Dirt Track
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Y más ahora que tenemos nada menos que un campeón del mundo de Flat Track, una de las disciplinas del dirt track. Gerard Bailo se proclamaba en la temporada 2022 campeón del mundo, después de acumular un amplio palmarés sobre los óvalos de tierra, con un par de subcampeonatos del mundo en su haber y un título británico, lo cual dice mucho de este piloto tarraconense, máximo exponente español de la especialidad.

Los orígenes al arte de derrapar sobre un óvalo de tierra se remontan a los primeros días del siglo XX en Estados Unidos, donde siempre ha priorizado el espectáculo. Aquello de las carreras en línea de cientos de kilómetros y la búsqueda de la máxima velocidad no iban con su estilo.

A algún avispado empresario que enseguida se dio cuenta del enorme interés que despertaban las carreras, no se le ocurrió otra idea mejor que encerrar a un puñado de motoristas en un óvalo de tierra, en torno al cual levantar unas gradas para llenarlos de entusiastas espectadores que pagaran religiosamente su correspondiente entrada. Negocio asegurado.

Los estadios no tardaron en convertirse en el escenario propicio para este tipo de carreras, y mucho menos peligrosos que los velódromos, donde también se intentó hacer rentable el negocio de las carreras, pero sus pistas de madera terminaban frecuentemente dañadas, y lo que es peor, las astillas de sus paneles de madera ponían en peligro a los pilotos en caso de accidente.

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Entre 1929 y 1932 las carreras de speedway y dirt track se hicieron muy populares en Madrid y Barcelona.

Antihorario

No tardó en regularse la especialidad. Sin tener muy claro por qué, desde el primer momento se estableció que el orden de giro sería antihorario, es decir, siempre girando hacia la izquierda, y puede que ese fuera el único aspecto de aquel motociclismo primitivo en el que hubo unanimidad, porque igual que en otras competiciones las cosas se hacían de forma diferente a ambos lados del Atlántico, e incluso a ambos lados del Canal de la Mancha, el speedway fue asumido de igual manera en todos los países del planeta, incluso en su esquina más austral, donde, por cierto, el speedway tuvo un especial arraigo. 

Lo cierto es que el speedway como tal no alcanzó esta denominación oficial hasta 1928. El 19 de febrero de ese año se organiza en el Crystal Palace de Londres la primera competición oficial de speedway, y el éxito de aquella carrera fue clamoroso, porque acudieron 30.000 espectadores.

A partir de ese momento se popularizó en todo el mundo, incluso en nuestro país, que en aquellos días todavía tenía un motociclismo raquítico y subdesarrollado, falto de apoyos y sin el respaldo de una industria nacional, que era la que había impulsado la competición en países como Italia, Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, Francia o Bélgica, que en aquellos días pasaban por ser lo más potentes en el mundo del motociclismo.

Un promotor inglés quiso introducir el speedway en Madrid y Barcelona en 1929, y consiguió sacar adelante varias carreras, pero en nuestro país se le denominó dirt track, un término de origen estadounidense, aunque en esencia era la misma cosa, solo la especialización de cada una, con motores más potentes y pluricilíndricos en el dirt track estadounidense, por imperativo de Harley-Davidson, mientras que el speedway terminaría limitándose a monocilíndricos de 500 cc, terminaría diferenciándolas, pero en aquellos días speedway y dirt track eran dos formas de llamar a un mismo deporte.

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John F Parck, de Speedway Racing, propuso a la federación española hacer carreras en el estadio Metropolitano de Madrid y en el estadio barcelonés de Montjuïc, en este caso enmarcadas en los fastos de la Exposición Universal que tenía lugar en la Ciudad Condal. Al principio, solo con pilotos ingleses, porque eran los que conocían la especialidad, la técnica, y disponían de las motos, adecuadas, pero en cuanto los hombres de casa vieron que en esto del speedway, o el dirt track, reportaba unos buenos ingresos, no dudaron en sumarse a la moda.

El primer piloto español que se metió en faena fue el barcelonés Nogueras, pero por la nueva especialidad pasaron figuras emergentes, como los jóvenes Fernando Aranda y Federico Viñals. Sin embargo, tras la notable acogida de aquella primera carrera en agosto de 1929, el público barcelonés no pareció tan impresionado en los eventos posteriores, y las carreras del estadio de Montjuïc quedaron un tanto deslucidas por la falta de espectadores en el marco monumental del Estadio Olímpico.

En Madrid se hicieron carreras en el estadio Metropolitano y en el de Vallecas, y las carreras no tardaron en extenderse al País Vasco, el tercer gran foco de actividad motociclista en España en aquellos años, disputándose carreras en Bilbao.

Los que acogieron con más interés las carreras fueron los moto clubes, que por fin tenían a su alcance instalaciones donde hacer las carreras con facilidad, sin lidiar con las prohibiciones administrativas de ayuntamientos y entidades, y con la sencillez que ofrecía los velódromos, canódromos y estadios de fútbol, donde además el espectador pasaba por taquilla. Pero las cosas se complicaron por diversas irregularidades entre promotores, clubes y pilotos, llegando a una situación en la que la Federación Española se desentendió de las carreras de dirt track, y estas poco a poco cayeron en desgracia hasta desaparecer. En 1933, prácticamente habían desaparecido en nuestro país.

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Campeonato del Mundo

Eso sucedió mucho antes del “Spain is different”, pero lo cierto es que era así, porque en el resto del mundo, el speedway se afianzó hasta tal punto que la FICM (Federación Internacional de Clubes Motociclistas) decidió convocar el Campeonato del Mundo en 1936. El speedway fue la primera competición que alcanzó rango mundial, mucho antes que la velocidad (1949) o el motocross (1957). El Campeonato del Mundo de Speedway se disputó de 1936 a 1938, y su difusión global se constata con el hecho de que esos primeros campeones procedían de fuera de Europa, habitual epicentro de las competiciones motociclistas.

En 1936 se disputó la primera edición, organizada a prueba única, en el estadio de Wembley, con 60.000 espectadores en las gradas. La sensación de aquel día fue el australiano Bluey Wilkinson, que ganó las cinco carreras que disputó. Sin embargo, el complejo sistema de puntuación de aquellos días lo relegó a la tercera posición final, y el título sería para su compatriota Lionel Van Praag.

Al año siguiente serán los norteamericanos los que cobren protagonismo, con Jack Milne adjudicándose el título, por delante de Wilbur Lamoreaux y del hermano del campeón, Cordy Milne. Y en 1938, Wilkinson, para muchos considerado el mejor piloto de speedway anterior a la guerra, se anotó el triunfo frente a Milne, Lamoreaux y Van Praag. Como vemos, la competición estaba dominada por los mismos hombres.

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Moore, Young y Williams, trío de animadores del Mundial de Speedway a principio de los años cincuenta del pasado siglo.

Los ingleses, como siempre, tenían su propia forma de hacer las cosas. Si hay algo que tenían en Reino Unido era hierba de sobra, así que se inventaron una modalidad del speedway sobre hierba a la que denominaron grass track. Estas carreras servirán de punto de partida para la carrera deportiva de grandes campeones, como Leslie Graham –el primer campeón del mundo de 500-, o Eric Oliver, gran dominador en la categoría de sidecares en las primeras ediciones del Mundial de Velocidad. Incluso un adolescente llamado John Surtees solía hacer de paquete a su padre Jack en las carreras de grass track con sidecar. Luego, el joven John decidió probar por su cuenta en solitario sobre el asfalto. Y no le fue mal…

Terminada la II Guerra Mundial, el Campeonato del Mundo retomó su marcha en 1949, y así ha proseguido hasta nuestros días. En 1961, siguiendo el ejemplo de los Seis Días y el Motocross de las Naciones, comenzó a disputarse un campeonato por equipos, y no tardaron en introducirse nuevas variantes de competición, como el Campeonato del Mundo por parejas, que se puso en marcha en 1968, o el Mundial de Long Track, sobre una pista de mayor longitud.

El Long Track se practicaba especialmente en Alemania y el Norte de Europa, así que no es de extrañar que algunos de los mayores campeones de esta categoría, que alcanzó el rango de Campeonato del Mundo en 1971, procedan de allí. La última novedad llegó en 1988 cuando se creó el Mundial Junior o Under 21, para promover y dar visibilidad a los pilotos más jóvenes, en una especialidad en la que la longevidad de sus participantes ha sido una constante a lo largo de su historia. El neozelandés Ivan Mauger, para muchos el mejor piloto de speedway de la historia, ganó su último título a los 40 años, y siguió compitiendo con regularidad hasta los 46.

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Gerard Bailo ha sido en una de las estrellas del Mundial de dirt track.

El speedway, como cualquier otra especialidad, ha vivido diferentes etapas de dominio. Australianos y neozelandeses tuvieron mucho protagonismo entre 1950 y 1980, pero serían suecos y fundamentalmente daneses sus principales antagonistas. El sueco Ove Fundin en los años ’50 y ’60, y más recientemente su compatriota Rony Rickardsson en los años noventa y el arranque del siglo XXI, y los daneses Ole Olsen, Erik Gundersen, Hans Nielsen y Nicki Pedersen marcaron época en diferentes etapas.

No podemos olvidarnos de los norteamericanos Greg Hancock y Sam Ermolenko. Mientras que en Long Track, los alemanes Gerd Riss y su hijo Erik forman una saga campeona, con siete títulos para el padre y dos para el hijo, confirmando la buena tradición teutona, junto con Karl Maier, que logró cuatro títulos, y Egon Müller, con tres, sin olvidar al británico Simon Wigg , que se anotó cinco coronas interrumpiendo la hegemonía alemana. Ahora el speedway se ha vuelto más abierto, con campeones de diversas nacionalidades, y hasta los franceses dominan el Long Track…

Con el nuevo siglo, el Dirt Track ha llegado a alcanzar el rango de Campeonato del Mundo, y los pilotos españoles se han asomado con determinación al campeonato. Francesc Serra, Adriá Gavín y Ferrán Cardús han estado en el podio final del Mundial en varias ediciones, hasta que en 2022 Gerard Bailo llegaba a lo más alto, consiguiendo que la especialidad nos resulte algo más cercana.

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