Han pasado casi nueve meses desde que se reveló el fichaje de Jorge Lorenzo por Ducati, y casi dos meses desde que pudo subirse por primera vez a la Desmosedici. La vigencia de su contrato con Yamaha le impedía dar detalles, pero las declaraciones de Paolo Ciabatti ya fueron reveladoras: había ido bien.
Midiendo las palabras, el propio Lorenzo confirmó sus buenas sensaciones en su primera toma de contacto con la moto italiana; un optimismo confirmado por Gigi Dall'Igna, que aseguró saber qué necesitaba el español para tener una moto ganadora y, sobre todo, que van decididos a por el título.
Ya en 2017, Jorge Lorenzo es, a todos los efectos, piloto de Ducati. El tricampeón de MotoGP ya abrió el año tomándose un café italiano para celebrarlo, y apenas le han bastado unos días para confirmar sus sensaciones a MCN respecto a lo sentido en el test del Ricardo Tormo:
"Cuando me subí a la moto se me dibujó una gran sonrisa bajo el casco, y eso es muy importante".
Lorenzo también explicó que encontró puntos débiles en la moto, asegurando que no tienen que obsesionarse con ganar el título el primer año. También destacó que se enfrentará a pilotos de gran talento con grandes motos, otorgando el favoritismo a Marc Márquez pero incluyendo a Maverick Viñales, Valentino Rossi y Andrea Iannone.
LA IMPORTANCIA DE SONREÍR
La mayoría de estas declaraciones de Lorenzo parece salidas de un manual titulado 'Qué debe decir en pretemporada un piloto de MotoGP que acaba de cambiar de equipo'. Y, aunque podría destacarse que incluya a Iannone y no a Dani Pedrosa entre los favoritos, lo realmente importante es precisamente lo que Lorenzo señala como importante: la sonrisa.
Un ejemplo claro está años atrás: cuando Valentino Rossi fichó por Ducati, no se le vio sonreír tras el primer test. Más bien se le vio preocupado, y se le intuyó un nivel de alarma que quedó certificado durante las dos temporadas que estuvo en Borgo Panigale.
Todavía queda mucho tiempo, pero ya se sabe que no hay una segunda ocasión para causar una primera impresión; y las primeras impresiones son muy importantes, también en el motociclismo.
Y ahí es donde reside la inmensa diferencia entre el primer día en Ducati de Lorenzo y Rossi. El italiano supo desde el principio que con esa moto no sería campeón del mundo; y por ello se desgañitó durante sus dos años en Ducati, buscando un cambio conceptual en la moto.
Por el contrario, la sonrisa de Lorenzo delata que la creación de Dall'Igna posee justo el ADN ganador que el español esperaba encontrar cuando firmó por Ducati. Sabiendo que hay mucho que trabajar, nada más subirse a la moto Lorenzo supo que tenía una base con la que puede pelear por ganar el mundial, ya sea en 2017 o en 2018.
Porque las palabras de un piloto pueden estar seleccionadas minuciosamente buscando dar un mensaje específico en una dirección, y en este sentido Lorenzo se las sabe todas.
Pero hay algo incapaz de mentir: la sonrisa de un piloto debajo del casco.