Ducati había dicho por activa y por pasiva que no darían órdenes de equipo a estas alturas de temporada. Pecco Bagnaia había dejado patente en más de una ocasión que no quería que ninguno de sus compañeros de marca le hiciese concesión alguna en pista.
Ya se vio en Misano, donde Bagnaia tuvo que sufrir lo indecible para llevarse la victoria ante Enea Bastianini por 34 milésimas. Un suspiro que valió cinco puntos.
Aun así, todavía se seguía leyendo por los mentideros sociales que la carrera de Bastianini había sido una pantomima. Que se dejó ganar. Que la Bestia se había plegado ante el bien común de la firma italiana, donde todo estaba dirigido, orquestado y guionizado. En definitiva, que las órdenes de equipo en Borgo Panigale iban a marcar el devenir del tercio final de curso.
Ya entonces parecían conspiranoias sin pies ni cabeza; pero, si quedaba alguna duda, en Motorland quedaron despejadas.
Tras un primer intento fallido, Bastianini espero hasta la última vuelta para lanzar el ataque definitivo. Había estudiado perfectamente a su rival y, cuando las conspiranoias bullían en redes, bramando contra esa supuesta farsa en que se había convertido en MotoGP, lanzó su GP21 al interior de la GP22 de su rival.

Después, resistió el contraataque de Bagnaia en lo que fue casi un déjà vu inverso de la carrera anterior. Esta vez fue Bastianini el que no trazó a la perfección la curva final y Bagnaia el que tuvo un último intento, que de nuevo no cristalizó por unas cuantas milésimas. Concretamente 42.
De las 34 milésimas que avivaron las teorías de los conspiranoicos a las 42 que las tumbaron de una vez por todas, demostrando dos cosas.
Una: la única orden que sigue Enea Bastianini es la que rige a todo gran piloto de motociclismo: lanzarse cada vez que ve un hueco, buscar la victoria cada vez que sea posible y apurar sus opciones de título: con 125 puntos en juego tiene una desventaja de 48 respecto al líder Quartararo… y 38 respecto al propio Pecco.
Dos: el único equipo al que se debe Enea Bastianini es el Gresini Racing. El trinomio que forma con su Ducati Desmosedici GP21 y la estructura que dirige Nadia Padovani le ha reportado ya hasta cuatro triunfos en 15 carreras, escribiendo juntos una de las páginas independientes más bonitas del motociclismo moderno, y cuyo final sigue abierto.

El año que viene vestirá de rojo, pero de momento lo hace de azul cielo y es ahí donde está su límite. No son ya solo las victorias, sino la forma de conseguirlas: mientras Bagnaia ha liderado la friolera de 167 vueltas para conseguir 6 victorias, la Bestia hace honor a su mote y elige bien cuándo pegar sus zarpazos. Para ganar 4 veces solo ha necesitado comandar 19 giros en todo el curso, menos que pilotos como Jack Miller o Jorge Martín, y apenas dos más que Miguel Oliveira o Pol Espargaró.
Ahora bien, si al llegar las dos o tres últimas carreras las opciones de Bastianini han desaparecido y Bagnaia se está jugando devolver a Ducati a lo más alto 15 años después, el panorama será muy distinto. Ahí habría que priorizar el bien común y, lógicamente, las órdenes de marca entrarán en escena.
Pero, hasta entonces, lo único que hay en MotoGP son dos pilotos jóvenes, rapidísimos y orgullosos luchando hasta la última curva por subir a lo más alto del podio. Un regalo para la afición que busca espectáculo y no fantasmas. Para todo/s lo demás, conspiranoias.
*Nota: Si bien la palabra conspiranoia no aparece en la RAE (todavía), sí se recoge en su observatorio -como sucede con los neologismos-, definida como un acrónimo humorístico formado a partir de conspira(ción) y (para)noia.