Algo ha cambiado en Fabio Quartararo. Es normal, tratándose de un chico que cumple mañana 22 años. A esas edades, el cambio es constante: mientras que el cuerpo ya es el de un adulto, el coco todavía está en plena fase de amueblado.
Una fase compleja para la inmensa mayoría de veinteañeros y que lo tiene que ser todavía más para alguien cuya adolescencia ha transcurrido entre revistas, podios y champín. Que se emborrachó de éxito cuando todavía no estaba en edad legal de beber y que ha ido aprendiendo a dosificar los tragos sobre la marcha.
La carrera de Quartararo ha sido una montaña rusa. Arrasó en el CEV y FIM CEV, decepcionó en sus primeros años mundialistas, deslumbró en MotoGP tras llegar por la puerta de atrás y cuando todos le señalaban como favorito a llenar el vacío de Marc Márquez, se vino abajo. Y todo sin cumplir los 22 años.
Por eso, de cara a este 2021, donde cambiaba los vivos colores del Petronas tras dos años inolvidables por el negro Monster de la Yamaha oficial, nadie sabía dónde colocarle exactamente. Aspirante al título, por supuesto. Como tantos otros. ¿En qué orden meterle dentro del escalafón de Yamaha? El año pasado acabó el tercero de la marca en la general.
Gran parte de esa incógnita viene dada por su edad. Es uno de los pilotos con más victorias de la historia en clase reina antes de cumplir los 22 (solo tras Marc Márquez, Casey Stoner y Freddie Spancer), pero el año pasado no encontró el término medio. Victoria o desastre.
Por eso, cuando en la carrera inaugural de este 2021 acabó en quinta posición, la sensación es que algo había cambiado en su coco. Un año atrás se hubiese venido abajo, o se hubiese caído al forzar buscando el podio. También dio pistas su victoria una semana después, porque vino a través de una estrategia de carrera muy equilibrada, midiendo los tiempos de la prueba y pensando mucho sobre la moto.
La victoria de Portimao es la confirmación definitiva de que el Quartararo de 2021 ha dado un paso de gigante en cuanto a madurez. Ha trabajado con un psicólogo y no titubea al admitir que el año pasado desperdició muchos puntos que le costaron la posibilidad de ser campeón del mundo. Al ser preguntado por la mejoría de la Yamaha respecto al curso pasado, no quiso tirar por el camino fácil, que hubiera sido señalar a la M1: "30% moto, 70% mente", apuntó.
Gracias a eso tendrá más opciones de ser campeón del mundo. Ahora no solo corre con el coco, sino que lo emplea desde que sale a pista el viernes: se le ve totalmente concentrado en preparar la carrera, dejando en segundo plano hasta la Q2. Ya tiene el BMW, ahora quiere ver su nombre en el trofeo de campeón.
Además, hay otra cosa que ha cambiado. El pasado 2020, cuando se vio que Marc Márquez tardaría en regresar y no podría ser campeón, muchos le señalaron como el rival a batir, lo que puso sobre sus hombros unos niveles de presión estratosféricos.
Este año no es así. La presencia de Marc Márquez en pista cambia las apuestas, y tras lo visto en Portimao todos parecen tener claro que más pronto que tarde el de Cervera volverá a ser el coco de la categoría y empezará a recortarles puntos.
El plan de Quartararo, que ahora aventaja al de Honda en 52 puntos tras tres carreras, es escaparse lo máximo posible en la clasificación general. Dicho de otra forma: irse lo suficientemente lejos para estar a salvo cuando venga el coco.
