Petronas entró en la categoría reina del Mundial de MotoGP como un elefante en una cacharrería, cogiendo la plaza del Aspar Team y haciéndose con las dos Yamaha satélites, lo que por aquel entonces era prácticamente lo máximo a lo que podía aspirar un equipo independiente a tenor de lo visto en los años anteriores con el Yamaha Tech 3.
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Ambición era la palabra. Habían entrado a patrocinar al Sepang Racing Team -el equipo del trazado malasio- en 2018 en las categoría de Moto3 y Moto2, con el objetivo de expandirse a MotoGP en ese 2019. La intención era clara: rivalizar con Repsol para convertirse en la mayor historia jamás contada por una petrolera en MotoGP.
Han pasado dos años y medio desde su debut en la clase reina y esa historia, de la que se auguraban tomos cual enciclopedia, va a dar para poco más de un relato corto.
En el marco del Gran Premio de Austria, el Sepang International Circuit ha emitido un comunicado confirmando el rumor que ya desbordaba por todo el paddock: 2021 será la última temporada en el que el equipo Sepang Racing Team cuente con el patrocinio de Petronas al no renovar el contrato de colaboración como espónsor principal, dejando caer el telón a una historia tan breve como intensa y que, pese a dicha brevedad, puede estructurarse en dos actos bien diferenciados.

ACTO 1: VENI, VIDI, VICI
El desembarco de Petronas en la categoría reina pareció estar tocado por una varita. Para empezar, consiguió lo que busca cualquier patrocinador: que todo el mundo identifique su nombre por encima del del equipo. Algo que no sucede con equipos como Tech 3, Pramac, Gresini o LCR, pero que los malasios consiguieron desde el principio. Nadia hablaba del SRT, sino del Petronas.
Con Franco Morbidelli como primer piloto confirmado, la búsqueda del segundo parecía torcerse. Soñaban con un piloto como Jorge Lorenzo o Dani Pedrosa para ganar notoriedad de inicio, pero uno se fue a Honda y otro a probar la KTM. La opción parecía ser Álvaro Bautista, pero optaron por jugársela a la carta de Fabio Quartararo.
Salió escalera de color: el francés se hinchó a poles y podios en su temporada de rookie, ganó la clasificación de pilotos independientes y, junto a Morbidelli, se llevaron la de equipos independientes, acabando además cuartos en la clasificación total de equipos. Como Julio César, fue un ‘veni, vidi, vici’ en toda regla.
Fue un preludio del increíble 2020, donde Quartararo (con una Yamaha como las oficiales) ganó tres carreras y Morbidelli otras tres, proclamándose subcampeón del mundo y sucediendo a su compañero como campeón de independientes. Repitieron el título de equipos independientes y solamente el Team Suzuki Ecstar evitó que se llevasen el título mundial de equipos.
Dos años, dos títulos de pilotos independientes, dos de equipos independientes, seis victorias, 15 podios, 12 poles y un subcampeonato mundial. Era imposible pedir más.

ACTO 2: QUEMARLO TODO
Para 2020 perdieron a Quartararo, reclutado por el equipo oficial en un movimiento coherente y que les recordaba que no dejaban de ser un equipo independiente. Eso era asumible. Lo que no les hizo tanta gracia es que, a cambio, Yamaha les obligase a hacer sitio a un Valentino Rossi cuyos resultados ya estaban en franco declive.
No solo eso: obligaron a Petronas a dar a Rossi ya moto de fábrica, dejando de nuevo a Morbidelli con la A-Spec; algo que contravenía tanto la lógica de los resultados recientes como la filosofía del equipo de apoyar a los pilotos jóvenes. Aun así, los resultados conseguidos por el italo-brasileño mantenían viva la ilusión.
La primera mitad de temporada fue desastrosa, donde apenas se puede rescatar un podio de un Morbidelli al que le sucedió de todo y que ahora mismo se encuentra recuperándose de una operación de rodilla que le tiene en el dique seco desde hace ya meses; mientras Rossi ha anunciado su retirada con sus colores en un año en el que acredita un top 10 como mejor resultado.
Antepenúltimos en la clasificación de equipos, la caída ha sido de la misma magnitud que el ascenso. Cosas que pasan en MotoGP. Que se lo digan a equipos como el Tech 3, que el año pasado ganó dos carreras y ahora es farolillo rojo de la general por equipos.
La diferencia es que Petronas ha decidido emular a Nerón y quemar todo el imperio que había construido en dos años, dejando el SRT convertido en un solar: es el único equipo que no tiene ningún piloto confirmado para 2022, se rumorea que tendrán que cerrar los equipos de Moto2 y Moto3, y está por ver si pueden continuar en la categoría reina.