El parte meteorológico fue protagonista todo el fin de semana en Portimao, donde la lluvia estuvo presente en casi todas las sesiones. Decidió dar tregua para las carreras del domingo, pero se guardó una última aparición para sembrar el caos en la última carrera, haciendo caer a once pilotos de una tacada al pisar un parche de agua que un giro antes no estaba allí.
Horas antes, los rayos de sol habían secado el asfalto para recibir a los pilotos de Moto3, iluminando las opciones de un Sergio García que estaba pasando un mal fin de semana y que se transformó con la aparición del astro rey para hacer una carrera perfecta en la que supo adaptarse perfectamente a las cambiantes condiciones de la carrera.
Primero intentó irse en solitario y, tras verse atrapado por cuatro perseguidores, supo mantener la calma para llevarse el segundo triunfo del año con una lección magistral de defensa ante Jaume Masià y Ayumu Sasaki para desbancar del liderato a Dennis Foggia, cuyo octavo puesto fue casi un parche en un fin de semana en que amenazaba con hacer aguas.
Para parche, el que puso Joe Roberts en la pertinaz sequía de victorias del motociclismo estadounidense. Tras salvar la caída milagrosamente en el caos de Moto2, voló en la reanudación al sprint para vencer en solitario, por delante de un Celestino Vietti al que se le abrió el cielo con las caídas de todos sus grandes rivales al título, con Jorge Navarro completando el podio.

Entre medias, MotoGP encaraba un viaje a lo desconocido: una carrera en seco después de todos los entrenamientos en mojado y la clasificación con condiciones cambiantes que habían propiciado una parrilla extraña con Álex Rins y Pecco Bagnaia remontando desde las dos últimas posiciones: el primero tras un inicio huracanado y el segundo navegando en un viento más constante.
Con Marc Márquez salvando un sexto puesto tras verse sumido en la niebla, por delante se iban juntando hasta cuatro pilotos para luchar por la segunda posición, quedando en dos cuando Jack Miller entró pasado y se llevó puesto a un Joan Mir. El sol salía para Johann Zarco y Aleix Espargaró, que volvían al cajón tras un domingo gris en Austin.
Sin embargo, el sol más brillante de Portimao fue Fabio Quartararo. En un trazado donde su pilotaje puede fluir sin largas rectas que desnuden la sonrojante falta de punta de su Yamaha, se hizo con una victoria apabullante para terminar con la sequía de victorias tanto suya como de la marca de Iwata después de diez carreras y 238 días sin hacerlo.
La gran duda de la afición, Yamaha y Quartararo es si los rayos de sol que les hicieron brillar en la montaña lusa son el anuncio de una nueva primavera o si son solamente un parche tan eficaz como efímero; como una mano taponando -gracias a la peculiar orografía del trazado- la tubería rota que es la enorme fuga de velocidad de la M1 ante sus rivales.
