Una semana antes, Izan Guevara había cruzado primero la meta de Mugello antes de ser desposeído de la victoria por pisar el verde en la última vuelta. No tardó en sacarse la espina: en la cita barcelonesa, cambió el ritmo en los giros finales y logró escaparse para vencer en solitario delante del jovencísimo David Muñoz -cuyo segundo supo a triunfo- y Tatsuki Suzuki.
Algo más ha tenido que esperar Celestino Vietti, el único piloto que ha liderado la general de su categoría desde el inicio de año. Curiosamente, empezaba a ser cuestionado por llevar cinco carreras sin ganar y tres sin pisar el podio. En el Circuit, se sacó la espina a lo grande con un adelantamiento de última vuelta sobre Arón Canet, con Augusto Fernández tercero.
Nada que ver la semana de Guevara ni los dos meses de Vietti con el año entero que llevaba Fabio Quartararo esperando el retorno del Campeonato del Mundo de MotoGP al Circuit de Barcelona-Catalunya, uno de sus trazados predilectos: allí logró su primer triunfo mundialista en Moto2 en 2018 y un año más tarde se estrenó en el cajón de MotoGP.
Repitió triunfo en 2020, encontrando en territorio catalán su único oasis en aquel desierto que atravesó cuando, después del doblete inicial en Jerez, todo el mundo le señaló como favorito al título y acabó firmando una temporada desastrosa en la que la única alegría fue la mencionada victoria en el GP de Catalunya, su único podio en las doce carreras restantes.
Jerez y Catalunya, dos trazados que con como segundas casas para el galo y que le ‘traicionaron’ el curso pasado cuando tenía ambas victorias en la mano: en el trazado andaluz fue su cuerpo y en el catalán su equipamiento. Para el recuerdo queda la imagen de su mono abierto, concluyendo en sexta posición una carrera que tenía prácticamente ganada.
No pudo resarcirse en Jerez y redobló la motivación para este GP, en el que a una gran salida le siguió una apurada de frenada perfecta en la primera curva que le permitió ponerse delante de Aleix Espargaró. Era todo lo que necesitaba: coger el liderato. Cuando lo tuvo, sacó a pasear su ritmo y ya le vieron en meta. La espina estaba fuera un año después.
En el cajón le escoltarían Jorge Martín y Johann Zarco, que ganaron una posición en la última vuelta de forma totalmente inesperada cuando Aleix Espargaró celebró el segundo puesto antes de tiempo. Un resultado que, tras ver cómo Fabio estaba en otra dimensión, le sabía a gloria: iba a pisar el cajón de la categoría reina en el circuito junto al que se crio.
Un error terrible, además propiciado por el perenne fallo de la torre del Circuit. Un error que Aleix conocía, pero que en ese momento olvidó, seguramente fruto de la emoción de estar viviendo uno de los mejores días de su vida… que se torció de una forma un tanto cruel, dejándole con 11 puntos menos y una espina clavada.
