Yamaha y la isla del tesoro

El fin de la sequía ha llegado en un escenario histórico para Yamaha.

Nacho González

Maverick Viñales en Phillip Island (Foto: Gold & Goose)
Maverick Viñales en Phillip Island (Foto: Gold & Goose)

Hasta las 6:42 de la madrugada española del 28 de octubre de 2018 convivían en Yamaha, de forma paralela, dos nubarrones negros que tenían sumida en la penumbra a la segunda marca más laureada del último siglo en el motociclismo. Dos nubarrones que por momentos llegaban a fundirse en uno, alargando la sombra que se cernía sobre la firma de Iwata.

Esos dos nubarrones eran la crisis de la M1 y la sequía de victorias. Ya sólo queda uno de ellos: la crisis. La sequía es historia desde el mismo momento en el que Maverick Viñales cruzaba la línea de meta de Phillip Island en primera posición, dejando filtrar algo de luz y mandando –al menos por unas horas- la crisis de Yamaha al olvido.

En el box del Movistar Yamaha son conscientes de que la victoria no enjuga de golpe la desventaja de la M1 respecto a la Ducati Desmosedici GP18 o la Honda RC213V; pero sí les recuerda que tampoco es un amasijo de hierros incapaz de ganar. Que, si bien hay trazados donde hasta la Suzuki destapa sus vergüenzas, en otros pueden mirar a los ojos a cualquier marca.

Uno de esos trazados es Phillip Island. Un trazado fluido, lleno de curvas rápidas y sin grandes frenadas ni ángulos rectos. Ideal para soñar con la victoria, sobre todo si se tiene en cuenta que Maverick Viñales se siente allí como en una segunda casa. Ni siquiera una mala salida le detuvo: remontó con una facilidad inusitada y aprovechó la confusión del incidente entre Marc Márquez y Johann Zarco para largarse en solitario.

Yamaha y la isla del tesoro

Maverick Viñales festeja su triunfo en Australia (Foto: Gold & Goose)

Él mismo se encargó de dejar patente que la victoria es un bálsamo, no la constatación del final de los problemas. Sigue apuntando un fallo en el motor pero su discurso es más positivo: “Creo que les va a dar un respiro bastante grande y a ver si esto les da un poquito más de confianza y ayuda a encontrar algo nuevo que nos ayude a mejorar", comentaba al término de la carrera.

Tiene razón: esto puede ser un impulso para Yamaha, que necesitaba una alegría en forma de victoria para poder trabajar con algo más de calma en encontrar la solución definitiva. Disipar uno de los nubarrones para acallar las voces de la sequía, que por fin es historia.

Una vez más, la historia de Yamaha se escribía en Phillip Island. Allí, Valentino Rossi se proclamó campeón de MotoGP en 2004, dándole a la marca su primer título en la nueva era tras haber sido campeón el año anterior con Honda. Fue el escenario de la mayor resurrección de la marca, que pasó de no ganar ni una sola carrera el año anterior a lograr su primer título en MotoGP y el primero en categoría reina en más de una década, desde el último de Wayne Rainey en 1992. Fue, seguramente, el título más necesario para la marca.

Yamaha y la isla del tesoro

Valentino Rossi celebra el título de 2004 en Phillip Island (Foto: Gold & Goose)

También llegaría allí el título de Jorge Lorenzo en 2012 y, en 2014, el segundo triplete de la marca en MotoGP. Aquel día, Valentino Rossi se impuso a Jorge Lorenzo y Bradley Smith completó el podio. Desde entonces, ninguna otra marca ha vuelto a conseguir monopolizar un podio de la categoría reina.

Rossi y Lorenzo ya habían tocado la gloria allí con Yamaha, le tocaba a Viñales. Esta vez, el tesoro de Yamaha en la isla no ha sido un título ni un triplete: bastaba con una victoria. Quizás la más necesaria de la historia de la marca. Una isla que no suele ser propicia para Yamaha, pero en la que ha encontrado auténticos tesoros cuando más lo necesitaba.

(Fotos: Gold & Goose)

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Maverick Viñales se ha reencontrado con la victoria en Phillip Island (Foto: Gold & Goose)

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