¿Por qué Dani Pedrosa no tiene un título de MotoGP? Seguramente es la pregunta más recurrente del siglo XXI en el mundo de las dos ruedas. El piloto de Castellar del Vallés barrió durante tres temporadas consecutivas en las categorías pequeñas, enlazando un título de 125cc (2003) y dos de 250cc (2004-2005) antes de saltar a la categoría reina.
Con ese bagaje todos los focos le apuntaban como futuro ganador de MotoGP, incluso como rival/heredero de Valentino Rossi, que siempre le dedicó elogios en su escalada hacia la élite del motociclismo.
Han pasado más de doce temporadas y Dani Pedrosa tiene números de campeón del mundo de la categoría reina: 31 victorias (octavo en la historia igualado con Eddie Lawson); 112 podios (segundo en la historia tras Valentino Rossi); 31 poles (sexto en la historia) y 44 vueltas rápidas (cuatro en la historia).
Tiene números de campeón del mundo de MotoGP pero no es campeón del mundo de MotoGP. Ante esta paradoja cabe preguntarse la razón. O las razones, porque el motociclismo es un deporte tan complejo que no se puede explicar desde la sencillez sin caer en el simplismo.
Dicho esto, ahondar en los motivos supondría tener que escudriñar temporada por temporada qué circunstancias se han dado para que Pedrosa no lograra el título. Dicho trabajo daría, como poco, para escribir un libro en el que se desgranasen las aventuras y desventuras del pequeño piloto de Honda, que no han sido pocas.
Por resumir –que no simplificar-, si podemos encontrar al menos dos poderosas razones que tienen mucho que ver en este singular hecho:
LA COEXISTENCIA
Que un piloto con 31 victorias y 112 podios en una categoría no haya sido campeón de la misma es inexplicable sin la coexistencia en pista de otros pilotos cuyos méritos también les coloquen en un lugar privilegiado de la historia. Puede decirse –quizás con permiso de Randy Mamola y su coexistencia con los domadores de las ‘unrideables 500cc’- que Pedrosa ha coincidido con más que nadie.
Si descontamos su año de rookie, en el que se asume que un piloto no está preparado aún para ganar (obviamente considerando a Marc Márquez un caso absolutamente excepcional), los once títulos de MotoGP entregados desde entonces han ido a parar a manos de cuatro pilotos totalmente legendarios.
Valentino Rossi era el gran dominador de la categoría cuando Pedrosa llegó, y volvió a serlo dos temporadas más ya con el 26 en la clase reina, llegando a establecer una corta pero intensa rivalidad con Casey Stoner. Para Pedrosa fueron años de segundo plano, a la sombra de dos grandes genios que se repartían títulos mundiales. No porque no pudiera competir con ellos en velocidad, que lo hacía.
Todos los años ganó carreras, pero le superaban en consistencia, haciendo gala de una regularidad que Pedrosa –que tampoco estuvo exento de lesiones en esa época (pie, metacarpiano, tobillo, rodilla, radio, fémur…)- todavía no había adquirido. Pero era joven y eran años de aprendizaje. Al fin y al cabo, tenía mucho tiempo todavía por delante.
Lo que quizá no estuviera en los planes es que fuese Jorge Lorenzo quien lograse entrometerse entre Rossi y Stoner antes que él. No en vano, el balear siempre había ido creciendo a su estela, teniendo que esperar a que Pedrosa saltase de categoría para ganar. En MotoGP se invirtieron las tornas: Lorenzo demostró una enorme solidez que le llevaría a ganar tres títulos mundiales.
Finalmente, Marc Márquez. El elegido llegó a su box y, desde entonces, no es que haya eclipsado a Pedrosa, es que lo ha hecho con toda la parrilla. Con la salvedad de un 2015 donde Honda poco pudo hacer ante Yamaha, el de Cervera ha condenado al resto de genios a luchar por la segunda posición y a ser testigos de excepción de su era. Una era en la que Pedrosa sigue ganando carreras, eso sí.
LA MALA SUERTE
La coexistencia con el intratable Casey Stoner de 2007, con el dominador Valentino Rossi de 2008 y 2009, con el siempre correoso Jorge Lorenzo o con el inabordable Marc Márquez deja abierto un periodo de tiempo en el que no se puede considerar que hubiera un rival netamente superior a Pedrosa durante, al menos cuatro temporadas: el periodo 2010-2013. En esa época, considerar que Pedrosa no fue el mejor en pista es, como poco, atrevido; ya que la mala suerte intervino en numerosas ocasiones. Un periodo que merece un repaso, aunque sea a grandes rasgos:
El título de 2010 se le había puesto muy complicado por el gran rendimiento de Jorge Lorenzo, pero con las victorias en Indianápolis y Misano y el segundo puesto en Aragón tras Casey Stoner, le había recortado 21 puntos en tres carreras.
A falta de cinco grandes premios estaba a 56 puntos de su compatriota. Una misión difícil pero no imposible. Se volvió imposible cuando, nada más comenzar los entrenamientos del Gran Premio de Japón, se fue al suelo y se produjo una fractura doble con desplazamiento de la clavícula interna.
Sin embargo, sería la otra clavícula –la derecha- la que le privaría de pelear por el título el año que mejor pinta tenía: 2011. Había igualado su mejor inicio de campeonato al ser tercero en Losail, segundo en Jerez y ganador en Estoril, llegando a Le Mans a cuatro puntos de Lorenzo. En Francia, Jorge no estaba fino y Stoner estaba intratable. Entre ambos, Pedrosa peleaba por un segundo puesto que le hubiera puesto líder del Mundial (incluso siendo tercero). Lo sucedido es de sobra conocido: Marco Simoncelli le tiró en una arriesgada maniobra, se lesionó y se perdió tres carreras. Cuando volvió, el título ya estaba perdido.
Lejos de rendirse, volvió más fuerte en 2012. No se dejó amilanar por el gran inicio de Lorenzo y se mantuvo constante la primera mitad de temporada. En la segunda tocaba atacar, y así lo hizo, ganando seis de las ocho últimas carreras. Tras vencer en Indianápolis y Brno se había puesto a sólo 13 puntos de Lorenzo y con la inercia ganadora. Hasta que llegó el desastre en Misano: su Honda no arrancó, tuvo que salir último y Héctor Barberá le tiró cuando remontaba. Tras eso ganó en Aragón, Motegi y Sepang, pero no bastaba. En Australia arriesgó y cayó, haciendo campeón a Lorenzo.
Y llegamos a 2013. Sin Stoner, pero con Marc Márquez. El niño prodigio que venía a hacer historia. Aun así, Pedrosa comenzó más regular que nunca, y con las victorias en Jerez y Le Mans llegó a su circuito fetiche, Sachsenring, como líder con nueve puntos a Lorenzo y 23 a Márquez. De nuevo, la clavícula izquierda. Fractura en entrenamientos y un cero para perder el liderato antes de vacaciones. Volvió renqueante en Laguna Seca y sólo pudo ser quinto. Mientras, Márquez ganaba ambas carreras y adquiría una ventaja que ni Lorenzo ni él podrían enjugar.
LA CONFLUENCIA DE AMBAS
Ambas son condiciones necesarias para entender la ausencia de títulos de MotoGP en el palmarés de la categoría reina, pero ninguna de ellas es condición suficiente por sí misma. Es la confluencia de ambas la que lo explica.
Decir que sólo puede ganar uno cada año es verdad, pero decir que todos los años ha habido un piloto en pista mejor que Pedrosa es una reducción simplista e injusta. Igualmente, decir que Pedrosa ha tenido mala suerte es verdad, pero atribuir su falta de títulos exclusivamente a Murphy no lo es tanto.
La verdad está en el medio. En la confluencia de coexistencia y mala suerte. Cuando estaba siendo el mejor en pista, la mala suerte hizo acto de presencia. Y cuando la suerte le ha respetado, no estaba siendo el mejor en pista.
A partir de ahora, sólo queda rezarle a Ángel Nieto (o al dios motero de cada cual) para que la mala suerte se haya acabado y que, como poco, pueda luchar como uno más en la era de la coexistencia de tantos genios.