Para la gran mayoría de aficionados al motociclismo, Anthony Delhalle era un desconocido. Para los más acérrimos al FIM CEV Repsol, su nombre surgió el pasado 2016 como uno de los habituales candidatos a acompañar en el podio a los dos grandes dominadores: Carmelo Morales y Maxi Scheib.
Para los aficionados al motociclismo de resistencia, era un auténtico ídolo.
La resistencia es una disciplina compleja, y aunque el palmarés de su prueba más famosa –las 8 horas de Suzuka- esté salpicado de ‘velocistas’, las pruebas más duras de la modalidad son otra historia. Son la Bol d’Or y las 24 Heures Moto, la versión sobre dos ruedas de las emblemáticas 24 horas de Le Mans.
Pruebas que exigen velocidad, resistencia –valga la redundancia-, cuidado de la mecánica y una pericia especial para rodar por la noche. Anthony Delhalle las cumplía todas.
Por eso, el francés era parte del mejor equipo del mundo en la especialidad: el Suzuki Endurance Racing Team.
Era el año 2011 y Delhalle llegaba de ganar las tres ediciones anteriores de la Copa del Mundo de Superstock del mundial de resistencia con el equipo b de Suzuki, perfecto escaparate para el mejor cazatalentos de la resistencia: Dominique Meliand. Aún no lo sabía, pero iba a convertirse en el perfecto socio de Vincent Philippe, que para entonces ya había ganado cinco títulos en seis años con el SERT.
Su debut fue inmejorable: primera carrera, primera victoria. En la mítica Bol d’Or. Un prólogo del exitoso periplo que se abría en su horizonte: sus tres primeros años en la estructura oficial se contaron por títulos mundiales por equipos. Todo iba sobre ruedas hasta la apertura de 2014, cuando no pudieron terminar la Bol d’Or. Fue su único abandono en más de seis años en el equipo.
Aunque acabaron el año imponiéndose en las 24 horas de Le Mans –lo que para Delhalle suponía su primer triunfo en la prueba de casa-, el fiasco de la Bol d’Or les impidió revalidar el título, que fue para el GMT94 Yamaha de David Checa y compañía.
Un traspiés que no hizo sino reforzarles: cambiaron a Erwan Nigon por Etienne Masson y recuperaron el cetro en la temporada más perfecta del SERT desde la llegada de Delhalle: victoria en Le Mans, segundos en Oschersleben, terceros en la Bol d’Or y cuartos en Suzuka. Una regularidad apabullante en una disciplina tan compleja les convertían en un dream team histórico.
Repitieron el título en 2016 sin ganar ninguna carrera, gracias a los segundos puestos en Oschersleben y Portimao; y se disponían a dominar también la 2016-2017, con el renovado formato. Con cinco pruebas, cuatro de ellas en 2017, daba comienzo la nueva temporada el pasado 18 de septiembre con la Bol d’Or.
Me van a permitir aquí la licencia de contarles algo muy personal, pero íntimamente relacionado con esa carrera. Unas semanas antes, recibí una llamada de Fernando Ruiz, director de deportes del canal Eurosport, para unirme al equipo de comentaristas de la Bol d’Or. Mi primera oportunidad para comentar una carrera en televisión.
Fueron semanas llenas de nervios e ilusión que se vieron empañadas por una tragedia familiar: mi tía sufría un infarto y entraba en coma. Confiando en una milagrosa recuperación, mi familia me animó a seguir con el plan y, acompañado por mi pareja, compré los billetes de bus de Granada a Madrid.
Un día antes del comienzo de la Bol d’Or, mi tía falleció. Ya en el autobús, recibí un whatsapp de mi prima: “Ven pronto. Tienes que despedirte de mi madre. Te necesitamos”. Escribí a Fernando para pedirle disculpas por dejarles colgados a última hora y, tras pernoctar en Madrid, a primera hora de la mañana mi pareja y yo cogimos un autobús a Burgos para acompañar a mi familia y decir adiós a mi tía.
Mis recuerdos de aquel fin de semana fueron difusos. Todo pasó muy rápido, y muy despacio a la vez: muchas horas en el tanatorio y muy pocas horas de sueño. Algún momento de desconexión para acceder al live timing de la Bol d’Or, al timeline de Vive L’Endurance –cuyo obituario a Delhalle os recomiendo de todo corazón- para ver qué estaba pasando y, en los últimos minutos de las 24 horas de la prueba, un acceso rápido a Yomvi para ver el desenlace.
Sin sorpresas: el Suzuki Endurance Racing Team de Vincent Philippe, Anthony Delhalle y Etienne Masson arrasaba en la prueba para imponerse con nueve vueltas de ventaja sobre el SRC Kawasaki. Como buenamente pude, al día siguiente hice la crónica para el medio en el que escribía por aquel entonces. Sin dejar de pensar que yo tenía que haber narrado esa carrera, que mi tía tenía que haberme oído narrar esa carrera.
Desde entonces, le he dado muchas vueltas a lo sucedido. Jamás me he arrepentido –ni me arrepentiré, pase lo que pase- de la decisión de decir no a una de las oportunidades de mi vida. Pero le he dado muchas vueltas, llegando casi siempre a la misma conclusión: me llegará una nueva oportunidad, y seguro que me toca narrar unas cuantas victorias de Philippe, Delhalle y Masson.
Jamás, hasta ayer, se me había pasado por la cabeza la posibilidad de que la de la pasada Bol d’Or fuese la última victoria de ninguno de los tres integrantes del SERT. Han pasado casi 24 horas y todavía soy incapaz de asimilar que aquel fin de semana, tan trágico para mí y mi familia, fue la última victoria de Anthony Delhalle.
Ride in peace, Anthony. Y si te cruzas con mi tía, dile que yo y mi familia pensamos en ella todos los días, sin excepción. Que sigue muy presente. Igual que tú vas a estar siempre presente para la familia del Campeonato del Mundo de Resistencia. Sólo muere quien se olvida, y eso va por los dos.