Marc Coma, la mano que mece la duna

El director de la prueba lo ha logrado: ha devuelto África al Dakar.

Nacho González

Marc Coma, la mano que mece la duna
Marc Coma, la mano que mece la duna

Llevo días buceando entre el recorrido y todos los pilotos inscritos del Dakar 2018, leyendo mientras las declaraciones de muchos de ellos en la web oficial. Allí, suelen hablar sobre sus aspiraciones, echar la vista atrás para ver lo que han superado o no y establecer una comparativa sobre lo que tienen por delante a partir del próximo 6 de enero y el recorrido que esperan les lleve desde Lima hasta Córdoba.

Cada cual tiene sus aspiraciones y sus motivaciones para llegar a la ciudad argentina de Córdoba, pero siempre hay puntos que se repiten. Algunos sueñan con terminar, otros con mejorarse a sí mismos y para un grupo de elegidos sólo vale la victoria. Por otro lado, los más veteranos de la carrera no pueden evitar las comparaciones entre África y Sudamérica.

En estos últimos, hay una frase que se repite con gran frecuencia en referencia a la pasada edición y a esta respecto a las anteriores en el continente americano. Se nota la mano de Marc Coma, coinciden todos. Las voces son unívocas: el pentacampeón de la prueba (venció en África en 2006 y logró cuatro más en Sudamerica: 2009, 2011, 2014 y 2015) ha conseguido trasladar a su ‘nueva’ ubicación el espíritu de la prueba cuyo nombre todavía encierra la capital de Senegal.

Las evidentes diferencias orográficas entre uno y otro escenario propiciaron un cambio sustancial en las características del reconocido como raid más duro del mundo, una prueba cuya popularidad es absolutamente global y cuyos niveles de seguimiento por todo el globo no tienen absolutamente nada que envidiar a las principales competiciones de motociclismo y automovilismo.

El cambio, motivado por los problemas geopolíticos que implicaban su presencia en el continente africano, siempre tuvo muchos más detractores que apoyos. Se entendía la nueva ubicación por la ausencia de una alternativa de garantías en su recorrido tradicional, pero era una realidad que se aceptaba a regañadientes.

La gran mayoría soñaba, de forma más o menos utópica, con que dicho traslado tuviera un carácter de provisionalidad que hace ya tiempo que se evidenció falso. La opción de que el Dakar vuelva a acabar en Dakar es, a día de hoy, imposible.

Así que, cuando Marc Coma decidió no defender su título de 2015 para aceptar el cargo de director deportivo, su misión estuvo clara desde un primer momento: ya que el Dakar no podía volver a África, había que devolver la esencia de África al Dakar.

Acabar con esa cadena de hiper especiales de cross y enduro enlazadas de las rapidísimas pistas de Chile y Argentina y recuperar las montañas de arena y los laberintos de navegación que convertían la prueba en un compendio de trampas diseñadas para desquiciar a los pilotos más pintados.

Nada de poner a rapidísimos pilotos a enfrentarse en una suerte de sprint de varios miles de kilómetros. Por el contrario, poner a prueba su pericia y sus habilidades para manejarse solos frente a terrenos inhóspitos sin más ayuda que su máquina y sus aptitudes.

El año pasado, el nuevo director ya logró el 'Óscar' por Memorias de África. Está claro que la dificultad ha aumentado y los pilotos son los primeros que lo agradecen. Dan gracias por tener al mando la mano de Marc Coma: la mano que mece la duna.