Seguramente, Maverick Viñales está más cerca de ser campeón del mundo de MotoGP que hace un año. Eso no quiere decir que vaya a serlo en 2018, eso no lo puede saber nadie. Lo que quiere decir es que, sencillamente, está ahora mucho más preparado para serlo de lo que lo estaba cuando maravilló a todos triturando el cronómetro en su primera toma de contacto con Yamaha.
Si se toma la fría estadística de la clasificación final, su paso de Suzuki a Yamaha ha estado muy lejos de ser el salto a la cima que soñaba. De acabar cuarto ha pasado a hacerlo en tercera posición, el puesto que ha ocupado en más de la mitad de temporadas que lleva en el Mundial (su histórico es 3-3-1-3-12-4-3). Tampoco se ha producido una mejora sustancial de puntos, sumando 230 por los 202 con Suzuki.
Ha pasado de una a tres victorias, de cuatro podios a siete. ¡De cero a cinco en poles! Números tan sujetos a interpretación que se pueden contemplar como un gran éxito para un piloto en su primer año en Yamaha… o como un rotundo fracaso para quien soñaba, con motivos, con proclamarse campeón del mundo de MotoGP.
Si se pone en perspectiva, la temporada 2017 de Maverick Viñales no se puede considerar ni un gran éxito ni un rotundo fracaso. Ha sido una temporada de aprendizaje, en la que ha podido conocer de primera mano qué es lo que supone estar entre los candidatos al título de la categoría reina.
El aprendizaje ha sido duro, no cabe duda. Puede que las campanas se alzasen al vuelo demasiado pronto, que la siempre engañosa pretemporada le otorgase un cartel de favorito que siempre debió pertenecer al campeón en título. Un cartel que se convirtió en un luminoso neón cuando Viñales encadenó dos brillantes triunfos en Qatar y Argentina.
Lo dicho, había motivos para creer en el título. No en vano, en Losail ganaba en su primera carrera con Yamaha, siendo la sexta marca con la que lograba ganar en menos de seis años (Aprilia, FTR Honda, KTM, Kalex, Suzuki y Yamaha) y reafirmando la idea de que, si con Suzuki había logrado incomodar –y hasta ganar- a los favoritos, con Yamaha ya sólo valía ser campeón.
Se dice muchas veces que la tercera temporada en MotoGP es la más importante. Viñales completó la primera sin presión, deslumbró en la segunda… y en la tercera le ha tocado aprender. Algo parecido le sucedió a Marc Márquez, cuyo tercer año fue un desastre en el que acabó tercero en el mundial; pero que le curtió y le hizo mucho mejor piloto.
Ese es el aprendizaje que debe extraer Maverick Viñales de este 2017. Con casi 23 años, parece imposible pensar que no será campeón de la clase reina en los próximos años. Y seguramente, sólo cuando al fin consiga proclamarse campeón de MotoGP, mirará hacia atrás y entenderá que comenzó a ganar ese título con lo que aprendió en este duro 2017.