Thomas Luthi, sobradamente preparado

Píldoras 2017, capítulo 11.

Nacho González

Thomas Luthi, sobradamente preparado
Thomas Luthi, sobradamente preparado

Quién no escuchó, en la época escolar, aquello de que lo importante era no hacer rápido el examen, la práctica o el ejercicio, sino hacerlo bien. Normalmente, tal enunciado solía ir seguido por un ejemplo definitorio: cuando acabes el curso, todos te preguntarán por las notas de cada asignatura, no cuánto tiempo has empleado en cada materia.

Thomas Luthi se aplicó bien esa lección. Ha repetido el temario de la categoría media hasta la saciedad. Por contextualizar, en su primera temporada en la misma, allá por 2007, Luthi compartió parrilla del cuarto de litro con pilotos más que habituales de la categoría reina como Jorge Lorenzo, Andrea Dovizioso, Álvaro Bautista; amén de otros con los que se reencontrará en 2018 como Aleix Espargaró o Karel Abraham.

Llegó a 250cc a la vez que Bautista, Aleix o Abraham. La diferencia es que él nunca logró salir de allí. Tres años con la Aprilia del Emmi – Caffe Latte en el cuarto de litro dieron paso a Moto2, siempre con el Interwetten: un año con Moriwaki, cuatro con Suter y tres con Kalex. Y siempre arriba, como la intro de Dragon Ball.

Absolutamente todas sus temporadas en Moto2 –nada menos que ocho- le han visto acabar entre los seis primeros. Nunca ha subido al podio menos de cuatro veces. En seis de las ocho ha logrado ganar. Ha compartido podios con Toni Elías, Andrea Iannone, Stefan Bradl, Marc Márquez, Pol Espargaró, Scott Redding, Tito Rabat, Maverick Viñales, Johann Zarco, Jonas Folger, Álex Rins…

Cada año era una repetición del anterior para Luthi. Varios podios, alguna victoria, estar siempre codeándose con los mejores y, al año siguiente, volver a la parrilla de Moto2 en Qatar. Siempre vestido de Interwetten, flanqueado por los mismos colores pero con distintos números. Sus viejos rivales saltaban a MotoGP y él se veía rodeado por otros nuevos, cada vez más jóvenes.

Algunos apenas duraban un año en la categoría, otros dos o tres. Pero más temprano que tarde, encontraban un hueco en la clase reina. A él se le pasaba el arroz. No le bastó ni ser subcampeón en 2016 con cuatro victorias. Subió el campeón (Zarco), el tercero (Rins), el quinto (Sam Lowes) y el séptimo (Folger). Y él, en el GP de Qatar 2017, otra vez en Moto2.

Otra vez candidato al título. Nuevos rivales le desplazaban en las quinielas: Franco Morbidelli, Álex Márquez, Miguel Oliveira… Y él seguía ahí. Curtiéndose. Aferrándose al podio y rascando alguna victoria cuando los más rápidos fallaban. Sin embargo, Morbidelli fallaba poco y el sueño de otro título se iba alejando. Habían pasado ya 12 años desde que conquistó 125cc, que se dice pronto.

Acabó el año viendo las carreras por televisión. Era casi secundario: MotoGP al fin le esperaba. Quizás el ejemplo de Zarco, brillando pese a subir ‘tarde’, llevó al EG 0,0 Marc VDS a darse cuenta de que, junto a un joven talento como Morbidelli, necesitaban alguien a quien no preguntarle cuánto había tardado en prepararse, sino si estaba sobradamente preparado: Thomas Luthi.