Honda CB 1000R

Prueba a fondo de la Honda CB 1000R. La versión 2011 de la CB 1000R incorpora mínimas novedades, destacando sobre todo por su espectacular e inédita decoración con los colores de guerra de HRC. Tweet

Óscar Pena. Fotos: Lluis Llurba

Honda CB 1000R
Honda CB 1000R

A esta acertada combinación de colores rojo, azul y blanco, que emula los característicos de HRC (Honda Racing Corporation), se suman otros retoques estéticos que confi eren un brillo especial a la Honda CB1000R Tricolor. Son, por ejemplo, las llantas doradas y las barras de horquilla y sus respectivos tapones superiores pintados de este mismo color. Pero los cambios en las versiones 2011 de la CB1000R van más allá, y también las decoradas en unos más tradicionales blanco o negro perlados, incorporan pequeños retoques encaminados a mejorar el ya de por sí excelente hacer de la «streetfighter» de la marca del «Ala dorada».

Así, por un lado incorpora un nuevo manillar de tubo más ancho y robusto, que mejora ligeramente la manejabilidad y el tacto general del tren delantero; y por otro una luz de posición actualizada, que pasa de un conjunto de cinco LED a uno de siete. Algo que se aprecia al ver llegar de frente a la CB1000R.

Calidad sobresaliente
Acabados y detalles están cuidados con esmero. Los ajustes, la calidad de las piezas, la terminación de la pintura, etc. Bajo el asiento trasero, que se abre y cierra perfectamente y sin esfuerzo, encuentras un hueco muy atractivo para guardar documentos y un candado. El depósito de combustible está perfectamente «forrado» en su parte inferior por una gruesa goma que hace de antideslizante y evita que arañes éste con botones o hebillas de cinturones.

La llave codificada cuenta con el efectivo sistema antirrobo HISS de la marca. A esto, sumamos otros muchos detalles de calidad: el faro triangular multireflector integrado en una compacta minicúpula; las bombas radiales de freno y embrague, que le confieren un tacto a los frenos y los cambios de marcha de lo más refinado. Un cuadro de instrumentos completamente digital que dispone de tres grandes pantallas LCD con toda la información, destacando el tacómetro con una disposición multisegmento (eso sí, con el cristal ahumado que lo protege, apenas se ve durante el día, no así por la noche dada la intensidad de la luz del propio cuadro), etc.

Práctica
En múltiples ocasiones he tenido la oportunidad de probar la CB1000R, y siempre me ocurre lo mismo. Es arrancar el motor y comenzar a rodar, y sentirme a los mandos de una moto ideal por suavidad, por tacto, por posición de conducción, manejabilidad, altura de asiento, etc. Una moto fácil que, sin olvidar que se trata de toda una «mil» animada por un propulsor que encuentra su origen en el de la CBR 1000 RR, se deja conducir con soltura y no exige ni una experiencia ni un nivel de conducción elevado para rodar agusto y seguro. Es por ello que en ciudad puedes lucir sus nuevos colores entre el tráfico con soltura, y aparcarla sin problemas y sin muchas maniobras, pues el manillar gira mucho y llegas al suelo con los dos pies aun siendo bajito.  La visibilidad de los espejos es buena, pero podía ser mejor. Eso sí, nunca perderás un ápice de nitidez porque las vibraciones que llegan hasta ellos y hasta el piloto son prácticamente nulas.

En vías de extrarradio es igualmente práctica, e incluso puedes usarla con intensidad desde el punto de vista del consumo de combustible. En nuestra prueba, bastante variadita en cuanto a ambientes y ritmos de conducción, se ha quedado en unos ajustados 6,4 l a los 100 km. Menos interesante es la CB1000R pensando en desplazamientos de medio o largo alcance, ya que su protección aerodinámica es bastante limitada. Todo lo que sea circular por encima de 140 km/h es bastante cansado, y si además las condiciones atmosféricas son duras (frío, lluvia, viento, etc.), pues la sensación de ir expuesto es aún mayor. Imperturbable

Aún así, mientras el cuerpo te aguante la CB1000R te recompensa con una absoluta solidez y excelente pisada, pudiendo rodar muy rápido en autopista y en realidad en cualquier ambiente. Es ágil y noble, a pesar de no ser particularmente ligera (211 kg verificados en seco), la dirección se maneja con soltura, la rueda delantera se dirige siempre hacia donde apuntas, las suspensiones sorprenden por su progresividad y gran capacidad para ajustarse a tus necesidades a través de sus múltiples regulaciones. Y concluyendo con la parte ciclo, la frenada sólo merece elogios, tanto por potencia, como por progresividad y funcionamiento de un ABS muy deportivo.

Aprovechado
El cuatro cilindros en línea rinde 116 CV, que no son muchos en comparación a sus rivales de categoría que rondan los 130 CV. Pero son más que suficientes en realidad para las intenciones de la CB1000R, y sobre todo son muy dosificables y accesibles. Gracias, entre otros motivos, al buen tacto del acelerador y a la entrega progresiva de toda esa caballería. No es una «streetfighter» que imponga y transmita espectaculares sensaciones, pero desde luego es poderosa, muy equilibrada y por supuesto llamativa.