Suzuki da vida a una novedosa GSR con un motor de «siete y medio», que sustituye al actual modelo de 600 cc. Con ello se coloca en la línea marcada actualmente por otros fabricantes japoneses, que han desarrollado sencillas y efectivas naked de media/alta cilindrada que satisfacen las necesidades de quienes quieren una moto práctica, pero sin renunciar a un buen cúmulo de sensaciones deportivas cuando las circunstancias lo requieren.
Pues bien, a la vista los últimos días rodando con ella, sin duda los ingenieros de Hamamatsu han sabido llevar a la práctica, y con gran acierto todo sea dicho, el citado planteamiento teórico...
A la segunda...
...va la vencida. Y no lo decimos porque es, precisamente, la «segunda» generación del modelo, sino porque ahora, a la segunda, hemos sido capaces de probar la nueva GSR 750 en buenas condiciones. Y es que hace apenas unas semanas, cuando Suzuki nos citó en Sevilla para su presentación internacional, no fuimos capaces de rodar un solo metro no ya sobre suelo seco, sino sencillamente sin que nos estuviera cayendo el diluvio universal.
De aquel lluvioso día me traje muy buenas impresiones, pero hacía falta contrastarlas en nuestro ambiente de trabajo habitual y bajo el sol, y nada mejor para ello que estar unos días con ella y utilizarla con cualquier excusa. A diario para ir a la redacción, para acudir a «intensas» sesiones de gimnasio, o para visitar a algún colega a su taller. Y lo cierto es que esta nueva GSR 750 es de esas motos a las que apetece subirse porque es compacta, bajita, manejable, ligera, etc. Utilizable en una palabra.
Y todo ello partiendo de componentes bastante sencillos, más incluso de los que utilizaba su predecesora, como bien hizo constar mi citado colega (el del taller)que precisamente tenía una GSR 600 a pie de calle pendiente de revisión. Así, el precioso chasis doble viga de aluminio de ésta deja paso a un bastidor de acero de aspecto más discreto, y lo mismo podemos decir del basculante.
Además, el amortiguador y la horquilla, invertida eso sí, apenas son regulables; y las pinzas de freno delantero son de solamente dos¡ pistones, por los cuatro pistones utilizados en la «seiscientos». De hecho, hasta las de una Bandit tienen mejor apariencia... La bomba de freno tampoco es el último modelo radial salido al mercado, aunque luego veremos que el aspecto no lo es todo y en cuanto a frenos no va nada mal.
En general, está claro que la crisis se ha dejado notar en el diseño y se ha recurrido a componentes no tan exclusivos como antaño, pero y ahí está el «quid» de la cuestión. La moto tiene un comportamiento súper homogéneo, es más agradable que la anterior versión, y desde luego hará mucha sombra a sus rivales naturales del mercado. A saber: Kawasaki Z750 y Z750R, y Yamaha FZ8. Incluso, y hablando de memoria, podemos anticipar que es superior a ellas en bastantes aspectos, aunque estas apreciaciones las analizaremos en profundidad en la próxima comparativa que esperemos realizar con todas ellas…
Fácil, fácil...
... y fácil, es el mejor adjetivo para describir el comportamiento de la GSR 750. Rueda con absoluta suavidad gracias a su equilibrado motor heredado de la GSX-R 750 de 2005, al que se le han realizados bastantes modificaciones mecánicas y electrónicas con el fin de ganar en bajos y medios. Algo que se aprecia apenas recorres los primeros metros. Y todo ello sin dejar de ser un motor con nervio y excitante a altas revoluciones.
Quizá no tanto como su predecesor de 600 cc, pero la ganancia en términos de potencia y par a cualquier régimen degiro del motor, incluido el tacto general más agradable, es significativa. Además, es bastante menos ruidoso de admisión y mucho menos «gastón». Aquí hay que detenerse para aplaudir el trabajo realizado para reducir el consumo de combustible; y damos fe de que se ha logrado, pues en los diferentes consumos que hemos realizados a ritmo moderadamente rápido apenas a sobrepasado los 6 litros a los 100 km.
Un dato sin duda muy destacable teniendo en cuenta el precio del carburante (y lo que le queda por subir...). Por otro lado, el readaptado motor de la GSX-R 750 mantiene el exquisito tacto de la caja de cambios de aquel modelo, que es pura «delicatessen» e incita a andar jugando en cualquier situación, especialmente en carretera y en conducción deportiva.
La ergonomía es también muy acertada, y su asiento, estrechito en la zona del depósito gracias a las formas del chasis, permite una excelente libertad de movimientos y una agradable sensación de control a los mandos. Esto, unido a su ligereza y dimensiones contenidas, confieren una maniobrabilidad notable, especialmente en ciudad, uno de sus ambientes más «fuertes», donde por poner algún defectillo, se echa de menos un poquito más de giro del manillar.
En carretera abierta también es muy manejable, y como veremos, la GSR 750 también cumple sobradamente. Mientras, en autopista es muy estable y segura si decides exprimirla al máximo, si bien por su ausencia de protección aerodinámica velocidades mucho más moderadas son más recomendables.
Sin salir de la parte ciclo, llaman la atención sus estribos con gomas y sendos contrapesos, que al estilo de la vieja usanza, son utilizados para reducir las vibraciones que llegan al conductor. Su eficacia es sobresaliente y los pies no las sienten. Mientras las manos sí que las notan algo más, especialmente cuando circulas a ritmo constante por encima de las 6.000/7.000 rpm, aunque nunca llegan a ser molestas.
Ni siquiera como para restar puntos al conjunto. Rodando más al límite del propulsor, cerca de la línea roja del cuentarrevoluciones, son más apreciables, aunque es de suponer que para el 99 por ciento de los usuarios y de los usos habituales de la moto, no debería ser su rango de trabajo habitual.
¿Streetfigther?
Su agresivo diseño, con su afilado colín, piloto con LED y cuadro de instrumentosmuy compacto y con mucha información, está muy en línea con las tendencias actuales. Esto puede hacerte pensar en ella como una rabiosa streetfigher, pero la GSR 750 no encuentra en este término su sentido de ser. Para corroborar estas impresiones, que se suman a las vistas hasta ahora, encontramos un bastidor no excesivamente rígido, que unido a unas progresivas y bien ajustadas suspensiones, le confieren un comportamiento noble y seguro en conducción deportiva, sin movimientos extraños y con reacciones previsibles y controlables.
Si vas un paso más allá echas de menos algo más de firmeza en sus suspensiones, pero no merecería la pena por la renuncia que supondría en términos de confort. Aparte, en cómputo general, es mejor que su predecesora de 600 cc, que echaba en falta un tren delantero un poquito más firme, o mejor dicho, un reglaje de horquilla más sólido.
Además, el nuevo motor tracciona muy bien y la parte trasera de la moto no tiene reacciones violentas, ni acelerando ni reduciendo marchas con rapidez, con lo que puedes acelerar muy pronto y sin sobresaltos aprovechando la entrega lineal de su considerable potencia.
Los frenos, como decíamos al principio, podrían ser mejorables, al menos en cuanto a su composición. Las comparacionesson odiosas, pero hay que mencionar que sus rivales montan pinzas más aparentes. Aún con todo, funcionan correctamente. Muerden bien y no acusan una fatiga excesiva tras un uso moderadamente intenso, si bien el recorrido inicial de la maneta es de tacto algo esponjoso por las características propias de la bomba de freno que monta. No es algo que penalice demasiado y rápidamente te acostumbras.
Accesible
La nueva GSR 750 no intimida a los mandos, e invita a ser conducida por gente de muy diverso origen motociclista y nivel de pilotaje. Su precio es de 8.199 € en versión estándar, y está por determinar el de la versión con ABS que llegará a España en próximos meses.
Es un precio que está en línea con la competencia, y sin llegar a aportar nada nuevo al segmento, ofrece un excelente compromiso entre el confort, la practicidad, y el espíritu deportivo.